ODA A LA DIOSA LUTECIA, A QUIEN SE LE MORIAN TRES UÑAS CADA DIEZ LUNAS
Aquí todo es lluvia y lo que no es viento, teme por su centro.
Tus ojos refugio en la noche, la noche es un mar,
el mar tu cuerpo, algo tan cierto.
Miro atrás, me miro regresar, como si no supiera
que de este amor no se regresa, Diosa Lutecia.
Emprendí un viaje cuando desaté tu cabellera, prisionera.
Pero entonces despierto, y comprendo que te he soñado:
es anhelo, es desconsuelo.
Eres tú la que más duele, de mis heridas
por debajo, por delante de la vida.
Tus uñas se deslizaron de tus manos, pájaros oscuros, enviados.
La punta de mi lengua tocaron,
fueron ellas las que me raptaron.
(Si una Diosa no te rapta, el amor no es un milagro)
¿Puede el destino ser hablado?
¿Es posible divisar el camino aunque se esté cegado?
Otras diez lunas dibujaron la noche,
pero la luz aún no ha llegado...
Diosa Lutecia, no osaré pronunciar tu nombre en vano:
espero a tus pájaros bajar rasantes,
llegados de tus dedos transhumantes.
Ausencia y presencia diseminada en todas las cosas,
eres piedra, lágrima y rosa.
sábado, 15 de septiembre de 2007
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