DAMAGE
(una vez en la vida)
Josephine Hart
Leído en 2003
Existe un paisaje interior, una geografía del alma; nos pasamos la vida intentando descubrir sus contornos. Los que tienen la fortuna de lograrlo, fluyen como el agua sobre las aristas de una piedra y están a salvo.
(…) He vivido con ellos como un complaciente extraño en un entorno de belleza insatisfecha. Como un eficiente simulador, limaba pausada y silenciosamente las asperezas de mi ser.
(…) ¿No podría ser, por el contrario, que una infancia feliz fuera el peor preparativo para la vida?
(…) el romántico de niega a ver cambios en la persona que ama, o en la ciudad de la que conserva recuerdos sentimentales. En el fondo “romántico” viene a significar lo mismo que “falso”. ¿No te parece?
(…) En aquella época tú no me conocías, partiendo de esta ignorancia, las vidas de otra gente no pueden ser más que relatos. Las imágenes que te di hacían las veces de ilustraciones. Si mañana yo desapareciera de tu vida, eso es todo lo que tendrías. Las imágenes de un relato, gestos congelados en un marco.
(…) Siempre he creído que cuando la gente pregunta es que está dispuesta a oír las respuestas. Antes de eso sólo hacen conjeturas o intuyen la verdad. Pero no saben con seguridad. Cuando quieren saber, preguntan. En cualquier caso es peligroso.
(…) Conmigo llegas a tu límite. No podrías ir más lejos. (…) Lo que existe entre nosotros existe sólo en una dimensión. Intentar atraparlo entre los márgenes de una vida común nos destruiría a ambos. Tú nunca me perderás. Mientras viva. Nunca me perderás.
(…) La mención a mi padre me hizo evocar de golpe los días de la infancia hacía tanto tiempo olvidados. Los días en los que yo era tanto el hijo de mi padre como el padre de mi hijo.
(…) Estábamos en nuestro dormitorio. En el fondo nunca pensaba en él como nuestro. Y menos aún como mío. Era el dormitorio en que Ingrid y yo pasábamos esos momentos concretos de nuestro matrimonio, la habitación que narra la auténtica historia de un hombre y una mujer en ese extraño arreglo. Pero la historia no tiene otros testigos que los propios participantes.
(…) Nuestras miradas se cruzaron. Nos las arreglamos para desviarlas antes de que uno de los dos pudiera leer la verdad. La intimidad elíptica es la promesa matrimonial de los buenos compañeros. Promesas que ellos honran detrás de las puertas cerradas de dormitorios donde, atrapados en las tortuosas sábanas del deseo muerto, hacen uso del placer que les corresponde por derecho. Se convencen a sí mismos de que no han sido timados en esta ruleta de pasión desapasionada. Es un legado que pasa de generación en generación. El vínculo del buen matrimonio.
(…) me hablaban de una vida de la que yo había partido para siempre.
(…) ¿quién sabe adónde te puede llevar una conversación?
(…) Ingrid, escúchame. Martín está muerto. Se ha ido para siempre. Para siempre. Su vida se ha acabado. Escúchame Ingrid. Escúchame. Yo hice realidad su muerte. Déjame acarrearla. La llevaré siempre conmigo, nunca me desentenderé de ella. Deja que caiga sobre mí, Ingrid. Empújala hacia mí, empuja su muerte hacia mí. Respira hondo, Ingrid, respira hondo. Sobrevivirás a esto. Empuja la muerte de Martín hacia mí. Vivirás. Pásamelo. Pásame su muerte.
(…) Me senté junto a la ventana y contemplé la noche. Había luna llena en un cielo son estrellas. Me dije que casi nunca había prestado atención a ese tipo de cosas. Tal vez por una especie de falla espiritual. Una vaciedad heredada. Una nada transmitida de generación en generación. Un desperfecto de la psique que sólo descubren aquellos que lo sufren.
(…) Supe que algo se había resquebrajado. Que se había abierto una brecha. Supe que a partir de ahora contemplaría el mundo real desde una perspectiva nueva y vivida. La parte de mi vida que se había separado automáticamente era aquella con la que tendría que operar. En los próximos días debería habitar por completo esa pare de mí. La otra parte tendría que permanecer anestesiada para ser vivida más adelante, y posiblemente para siempre.
(…) En el fondo siempre hay una sola persona.
(…) Aunque pueda presentarse con espantosa brusquedad, el horror devora a su presa con lentitud. A lo largo de horas y días y años, extiende sus plomizas tinieblas por las cuatro esquinas del ser que ha conquistado. Mientras la esperanza se agota como la sangre de una herida mortal, una pesada debilidad se apodera de nosotros. La víctima se desliza en el inframundo, donde deberá buscar nuevas sendas en lo que ahora sabe serán tinieblas perpetuas. El horror me reclamaba. Ingrid y Rally tendrían que soportar terribles tristezas y dolor. Pero yo debía apartarlas del horror. Sólo así podría tener una oportunidad.
(…) Mantener unido un cuerpo y preservar un rostro son los primeros pasos para sobrevivir. La pena atrapada en la celda de acero de un cuerpo sigue siendo pena atrapada. Debatiéndose desesperadamente con músculos y huesoso, e incapaz de liberarse, inflige sus heridas de forma retardada. Las heridas internas que uno se lleva a la tumba no las revela autopsia alguna. Despaciosamente, la pena reposa y duerme, pero nunca muere. Con el paso del tiempo, acaba por acostumbrarse a su prisión entre el prisionero y su carcelero se establece una relación de respeto. Esto lo sé ahora y sólo ahora. Ingrid me había entregado a Martín. Y la noche pasada yo había arropado su muerte apartándolo de ella. La atesoraría. Y ella quedaría libre de ira y rabia., y de la culpa de los inculpados. La batalla que Ingrid mantenía ahora era con la pena. Y aunque la pena acabaría por triunfar, como mínimo la dejaría vivir. Lo que no es desdeñable.
(…) Es necesario que me aparte de ti. Yo fui un regalo envenenado. El regalo de dolor que buscabas con tanta ansiedad, la mayor recompensa del placer. Aunque enlazados en un frenético minué, seamos quienes realmente seamos o pretendamos ser, volamos libres. Como alienígenas en la Tierra, encontrábamos en todos y cada uno de nuestros pasos el lenguaje perdido de nuestro planeta. Tú necesitabas sufrir. Y ansiabas mi sufrimiento. Pero aunque no puedas creerlo, tu ansia de mí ha sido completamente satisfecha. Recuerda que ahora te resta tu propio sufrimiento. Será “todo, siempre”. Incluso si me encuentras yo ya no estaré allí. No pretendas algo que ya tienes. Los días y las horas que nos fueron adjudicados, y que ahora han desaparecido para siempre, son asimismo “Todo. Siempre”.
sábado, 30 de junio de 2007
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1 comentario:
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