lunes, 26 de marzo de 2007

Diario de la urgencia por seguir creciendo

Abril 2006

Sábado 1
Llega a Buenos Aires Daniel, el hermano de Débora de Israel y trae consigo a sus hijas, es decir, llegan a Mora su tío y dos sobrinas: Gali y Shani. El encuentro funda la expansión de la familia, desde ahora y para siempre. Dany toma en sus brazos a mi hija, como tantas veces Débora aupó a la hijas de su hermano. Tíos con sobrinas. Los hermanos se hermanan aún más, y también Débora se entía... Comprendo que hacer upa es el nacimiento y la continuidad del amor.


Domingo 2
Fiesta familiar en nuestro hogar. El cumpleaños de nuestra sobrina Gali y la llegada de Mora a este mundo inefable provocan el encuentro: llegan sus bisabuelos maternos, sus abuelas, abuelo y tíos maternos y la abuela paterna, la reincidencia de tío y sobrinas mediorientales, y todo cobra una nueva dimensión: la familia extendida. Es la vida que se renueva, el amor de mi Débora y yo, que logramos alcanzar aquella promesa que nos hiciéramos en un bar cuando novios: amémonos, y convirtamos este amor en una familia. Hoy, cuatro generaciones son testigos de lo que produjo nuestra boda.

Lunes 3
Luego de someternos a informes psicológico y socio-ambiental, le enviamos por correo a la Honorable Señoría del Juzgado de Pequeñines de Posadas, nuestros galardones que acreditan que no sólo somos padres sanos, bienpensantes y responsables, sino personas honestas y dotadas de un notable civismo. El mes entrante nos conocerá en persona, y seguramente quedará impresionada por nuestra adultez, e inmediatamente nos otorgará la guarda de nuestra hijita. Si así no fuera, cortaremos mano y cortaremos fierro.

Jueves 6
Mi hija cumple un mes. Pero ha pasado tanto tiempo... Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, dijo el poeta, y lo confirmo yo ahora. ¿Cómo llamar al mes que pasó? ¿Qué revolución, bajo qué nombre, es ésta? Como familia, estamos constituyéndonos cada uno de nosotros tres, nada sabemos de prioridades, de importancias, de correcciones, todas nuestras potencialidades están presentes al mismo tiempo: ¿se convertirán en acto, serán excesivas, serán faltantes? ¿Qué de nuestros resguardos, qué de nuestros desamparos, nos evoca, nos convoca Morita? Hijita, no esperes un padre justo, sólo existe padre en defecto, padre en exceso y padre en búsqueda infructuosa de inestable equilibrio. Pi-pío mío: Débora y yo, tus papás, hemos optado por el fenotipo antes que por el genotipo. Hacia allá vamos, hijita: dentro de la cultura todo, fuera de la cultura, nada.


Viernes 7
Se quedan a dormir nuestras sobrinitas llegadas de medio-oriente. Nos contamos las cosas vividas, nos acordamos cuando con Débora fuimos a visitarlas hace un par de años, y nos dedicamos a nuestras actividades ya clásicas: cantar, bailar, tirarnos almohadones y ver los dibujitos. Somos tan felices, que brindamos todos con dulce de leche.

Sábado 8
Compramos el cochecito para Mora con nuestros amigos Daniel y Virginia. Comienzo con mi primera lección de manejo con un primer accidente: embisto a una moto estacionada de reparto de empanadas que cae al piso, haciendo caer en cascada a otras dos. A una de ellas le salta la tapa del tanque de nafta, que riega generosamente la avenida Cabildo. Frente al peligro, Débora ofrece una rápida respuesta: se descostilla de risa. Los empanaderos me miran con ojos asesinos. Yo, altivo, inmutable e impune, les hecho la culpa a ellos: “¡qué mal estacionadas estas motos, caramba!

Domingo 9
Primera salida con la nueva carrocería, y una coincidencia: cochecito y ocupante se encuentran en ablande. Mora manifiesta escasa tolerancia al nuevo habitáculo. Un ratito y ya berrea, corcovea, como potrillita salvaje. Nos preguntamos si ese rechazo mermará alguna vez, ya que a cientos de bebés se los ve tan satisfechos en sus pequeños carromatos...
Visita de nuestros amigos Mario, Eleonora y Zoe, quien con sus cinco años, luego de auscultar a Mora, concluye: “todavía es muy chiquita para que hagamos ‘choque los cinco’”. Nuestro buen amigo nos ayuda a reconstruir la cuna funcional, un generoso préstamo para Mora, que cuando sea grande y tenga su habitación, dormirá en ella. El armado se torna dificultoso. Los acontecimientos se precipitan. Mario, en tren de nerviosidad comenta: “es complicado con estas varillas de mierda”. Zoe, atenta, lo recrimina: “papá, se dice ‘con estas varillas’ solamente. ¿o tengo que educarte yo, ahora?”


Lunes 10
Tercer visita al Dr. Cacho. Mora se encuentra en perfecto estado de salud, su longitud se alarga, su peso se sopesa en aumento, y su perímetro craneal se ensancha. Concluimos luego de reflexionar con cuidado, que Mora está creciendo. Débora nuevamente, pela su lista de las mil y una preguntas. ¿Cuál es su postura doctor: boca arriba, boca abajo, de costado? Al verlo azorado, le aclaro que no queremos saber de sus intimidades. Sigue embistiendo la madre: ¿Está bien que el papá le ponga el meñique en la boca a Mora para que se duerma? ¿No que NO está bien, doctor? ¿No es problema que duerma con nosotros en la cama después de la mamadera de la 5.00 de la mañana hasta que salga el sol? ¿No que NO es problema?
El Dr. Cacho nos recomienda realizarle a Mora unos estudios preventivos, y que sean analizados por una docta eminencia. ¿Habremos de temer acerca de algo más?

Miércoles 12
Presentación en sociedad de Mora a la familia materna en su totalidad, es decir, más de treinta seres humanos, con motivo de la Cena de Pesaj, la pascua judía, con los innumerables Nakache: tíos, tías, hermanos, sobrinos, primos, primas, sobrinas, nietos, nietas, novios, novias, esposas, esposos, se acercan, la rodean y le hablan en lenguas. Mora los mira como quien mira al monstruo de mil cabezas. Se reserva todo comentario. A mí me sorprende la emoción de presentarles a mi hija, de presentarme como padre. Luego, la lectura de la Hagadá, el relato de la salida a la libertad, que pretende transmitir lo inefable, lo no dicho. ¿Y por qué esta noche es diferente a las demás? Ley, enseñanza, guía... palabras nunca tan significativas para mí, para mi paternidad que crece junto con mi hija. ¿Acaso estaremos, sin saberlo, escribiendo un texto familiar? A veces contemplamos el mundo y se nos ocurre que no tiene argamasa que una los acontecimientos del azar, sino que hay que hacer un esfuerzo para descubrir su melodía. Débora, amor, Mora, amorcito: ¡cantemos!

Jueves 13
Peligro uno: conato de conjuntivitis amenaza a Mora. Zafarrancho de combate: algodón, tecito, aplicaciones curativas. Peligro dos: cada vez más debo asumir el retorno a mis trabajos universitarios. Eso me angustia: separarme de mi hogar, dejar a mi hija y a mi esposa. El trabajo pertenece al principio de realidad establecido, y la crianza de Mora al principio del placer. Toda aproximación entre ambos será en pie de guerra. ¡La sociedad me está escamoteado el derecho a ser padre y esposo! Le digo a Mora que el trabajo es intrínsecamente doloroso, pertenece al reino de lo impuesto sobre el ser humano y que por lo tanto debe ser abolido. Mi hija asiente en silencio. Me levanto, me paro sobre la mesa y con los brazos en alto le digo: ¡Hija mía! ¡Pi-pío mío! ¡Debemos haraganear en todo, salvo en amar, y en beber, salvo en haraganear, como ya lo ha dicho Lessing! ¡Salud!
Sorpresa uno: desde Pesaj, nuestra hija está pegando un estirón horario en cuanto a sus horas de sueño. Está creciendo, y nosotros nos aprovechamos de eso para dormir más. Mora se está apiadando de nosotros...

Sábado 15
Salida de compras a la Feria Municipal de la calle Moldes. Elegimos quesos, carnes blancas y rosas, verduras y frutas. Sorpresa dos: nuestra hija ya se reconoce habitando el cochecito y ve personas y nubes pasar. Paseo por la plaza: le presento las palomas a mi hija, quien las mira extrañada, hasta que estira su brazo como queriendo establecer un encuentro cercano del tercer tipo.
Nosotros vamos por el barrio orgullosos, y le enseñamos al mundo cómo crece nuestra bella hijita. Extrañados, notamos que no toda la gente se maravilla ante ella. No hay nada que hacer, la gente está mal, está mal...

Domingo 16
Visita de los primos paternos Juan Mauricio y Rafael. Mora recibe un solcito musical para su futura habitación. Mis primos treintañeros miden entre 1,90 y 2,00 m. pero frente a Mora se empequeñecen y temen tenerla entre sus brazos. Los miro cómo la miran con ternura y en silencio. Los recuerdo niños, mirando el mundo, tan grande frente a ellos. Los miro hoy, hombres, aniñándose para acercarse a mi hija.

Lunes 17
Llama nuestro amigo Bruno desde su casa en Barcelona. Nos contamos las buenas nuevas, tratando de matar la distancia, de construir imágenes a través del hilo del teléfono, con la ilusión de hacernos visibles: es el amor y el extrañarse hecho de lingüística y silencio.
Visita al Dr. Stamboulian, una docta eminencia, para que nos hable de los estudios realizados a Mora de toxoplasmosis y citomegalovirus, y así saber de la salud profunda de nuestra hija. Nos dice que no hay riesgos en un 99%. Le comento que es un porcentaje algo tranquilizador. La eminencia, en un todo de acuerdo conmigo, nos dice que si fuera su nieta, con estos resultados, él dormiría tranquilo. Nos vamos para casita entonces, para proceder a dormir tranquilos y seguir celebrando, una vez más, el estar juntos, sanos y salvos.

Martes 18
Otro zafarrancho campamentil: se quedan a comer y dormir Gali y Shaní. Preparamos la cena y cada uno se deleita con sus preferencias. Mora, ajena a la bacanal, sigue prefiriendo su biberón. Jugamos, correteamos, gritamos, todo porque sí, porque así es jugar. Preparación de las camas, las sábanas van y vienen, nadie se quiere bañar, todos quieren golosinas... Hogar, dulce hogar.

Miércoles 19
Hemos descubierto en estos dos meses, que Mora, a través de ese instrumento originario que es la laringe, llora. Y llora. Y llora. Es un ser llorante. Por hambre. Por sueño. Por sus gasesitos. Por dolor de estómago, fruto de las primeras digestiones. Por estar aquí. Por no estar allí, por la plenitud perdida. Llora porque sí, sin más, llora porque no, ¿por qué no? Por el mejor de los motivos. Sin motivo alguno. No demanda nuestra presencia, porque no nos conoce. No sabe de presencias ni ausencias. Es un llorar sin nombre propio. No sabe que es ella quien llora. No llora su desamparo. No llora por angustia. ¿O sí? Su llorar es un significante sonoro difícil de sostener. Cuando sucede en la madrugada, cuando corta el silencio de la noche, ese grito es un desafío para su madre y para mí. Es un interrogante que nos interpela y que coloca en reto a nuestra paciencia, que provoca a nuestra impaciencia. Mora y su llanto-cólera, su llanto-ahogo, sonido exasperado que no se calma frente a nuestra asistencia. ¿Le duele vivir? ¿Ya? En su llorar rechaza aquello mismo que reclama. Nos coloca en una paradoja. ¿La de ser padres? Queremos reparar, sanar, aquello mismo que provocamos. Quizás este llanto originario sea el instrumento a través del cual mi hija ejecute el testimonio dramático de eso, innominado, que la sacude. Se trata de estar, nada menos. La familia también empieza cuando hay dolor compartido.


Sábado 22
Llegan la tía y la prima santafesinas paternas. Se produce el encuentro entre Daniela, mi sobrina y mi hija. Contemplo la escena y comprendo que mi sobrina, con 17 años, fue lo más cercano a la paternidad que experimenté: la esperé nacer, la acuné y la vi como crecía en distintos momentos de nuestras vidas, separadas por varias provincias argentinas. Fui, soy y seré su padrino. Esa bebita que tuve en brazos, es hoy esta mujer que le habla a mi hija como yo la aupé y le hablé a ella alguna vez. Son primas, desde hoy y para siempre.

Domingo 23
Nos vamos a la fiesta que fuera preparada por Débora y Dani para nuestra sobrina Shani, con toda la familia paterna y materna de mi señora esposa. Se trata de un pre bat-mitzvá, pensado por su papá como un bautismo laico. Dejamos a Mora en casa al cuidado de su abuela, tía y prima paternas. Vamos con nuestras sobrinas Gali y Shani al salón, cantando y riendo. El sol dominguero festeja con nosotros. Estamos juntos, pudimos encontrarnos las familias, a pesar de la gran distancia geográfica. Débora brilla de felicidad, con su ser madre y tía, con sus chiquitas del corazón todas juntas.

Lunes 24
Salida familiar: cumpleaños de Lautaro, nuestro sobrino, en un pelotero, en horas del mediodía. Insisto en viajar en subte, quiero que Mora explore el submundo de los transportes. Es un día de sol, la vida nos sonríe, somos padres felices. Está Dani con sus hijas, los primos y amigos de Lautaro que saltan, gritan, comen panchos y transpiran. Mora, indiferente al libre albedrío, se dedica a observar los colores a los que están adheridos los objetos circundantes.

Miércoles 26
Morita comienza a responder a nuestro buen día con una sonrisa y con pequeñas carcajadas. Ya no son sonrisas reflejas. Mora está advieniendo persona, a través de su mirada. Reconoce algo que le llega a través de sus sentidos: en un tiempo sabrá que es el mundo, ese desconocido que se le presenta. Pronto seremos para ella sus padres, cuando dejemos de ser luces y sombras. Mora me mira. Me sorprende su seriedad cuando su mirada trabaja sobre el objeto observado: mi rostro. Me conmueve, me inquieta su presencia, este comenzar a estar aquí. Mora, pi-pío, te espero, te estoy esperando... Yo te protejo de la muerte, vos protejeme del olvido...
Compartimos su crecimiento con el tío y las primas maternas, quienes se quedan a dormir por ser su última noche en Argentina. Jugamos, bailamos, nos reímos, para ahuyentar el dolorcito que se avecina por su partida.


Jueves 27
Un día de tristeza, ya que Dany, Gali y Shaní regresan a su hogar en el kibbutz al sur de Israel. Mi amada esposa y mi pequeño pi-pío los acompañan a Aeroparque para despedirlos, mientras que yo debo presentarme en mis obligaciones académicas. Los despido en casa, prometiéndonos cruzar medio mundo para seguir con el encuentro inter-familiar.

Viernes 28
Llego cansado, malhumorado por haber estado ausente tantas horas de mis chicas. Débora disfruta de su licencia. Está todos los días, todas las horas con Mora. La envidio profundamente. Estoy pensando en eso, cuando me dice: “estuve hablando todo el día con Mora, y cuando la saqué a pasear, hablé de Mora con otras personas... ¡háblame de algún tema teórico!”. La abrazo y le propongo que discurramos acerca del falso debate Piaget-Vigotsky. Discutimos acaloradamente.

Sábado 29
Día con amigos queridos: salida a restaurant con Mario, Ele y Zoe. Los cinco comemos, nos reímos y charlamos con Mora y Zoe de mamaderas y dibujos. La alegría de la salida en familia la acompañamos con ricos postres. Ya por la noche, nos visitan Sandra y Oscar con sus hijas Laura (quien hace un tiempo nos nombró sus tíos postizos) y la pequeña Victoria. Se alegran mucho de ver a Morita sana y creciendo. Laura la mira, mira las fotos de Mora neonata y sentencia: “¡es que nació re-chiquita!”.

Cada día
Llegada la caída del sol, Mora despliega su escena lloril asociada al ocaso. La bañamos, en una bañaderita celeste que nos prestaron Mario y Ele. Mora suele entrar al agua con los puños apretados, sus ojitos cerrados, tensa, quizás preguntándose si estará segura en manos de estos dos insensatos. Al verse aún con vida, comienza a relajarse y dejarse mecer. Siempre que la bañamos, le ofrecemos un repertorio de canciones de baño a dos voces, que tolera con estoicismo.

Nuestra hija duerme en su moisés ubicado en el dormitorio de sus padres a un costado de la cama matrimonial. Cada noche emprendemos un viaje onírico que se constituyen de ratos de sueño en este dispositivo montado, cual motoneta con sidecar. La noche y el silencio nos acunan a los tres, hasta que el sistemita digestivo de Morita enciende su alarma. ¡Todos a sus puestos! Leche, mamadera, pava eléctrica, babita, chupete, en una ceremonia que se repite hasta siete veces cada día, convirtiéndonos en eficaces y veloces dadores del líquido elemento. Es la ceremonia de ser familia, es decir, de ser felices.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Diario de la urgencia por crecer. Marzo de 2006


Martes 14
Primera visita al pediatra, el Dr. Cacho, quien escucha pacientemente nuestras preguntas, es decir, el sinfín de interrogantes que le espeta la madre de Mora, queriendo saber si su hija está sana, si no estará enferma. El citado galeno examina a nuestra hijita, luego de pedirnos que la desnudemos. Frente a tamaña afrenta, Mora lo ataca con sus armas más poderosas: su orín y su caquita iluminada de amarillo. Resultado clínico: Mora tiene reflejos, peso específico, posee estatura y respira. Nos sentamos aliviados.

Miércoles 15
Mora y su abuela se conocen. Al verla, ésta se queda sin qué decir, y como mi hija ya venía sin palabras, la escena se torna silente. La madre mía se parapeta en su abuelazgo aupando a la niña, aún ajena a las estructuras elementales del parentesco.

Jueves 16
El padre desea profundizar la comunicación con su hija, pero sabe que ella aún es pre-lingüística. Decide establecer un contacto en esos términos y le envía el siguiente mensaje: "Bella Mora, hijita del corazón mió: amar con amor creía que sabía yo, pero llegaste y creencias y cabeza mía se rompierón, unas y otra se abrierón. Corazón mió, llegaste y tu luz de sol, de amor me quemó. Amor te hice y me hiciste y de nuevo nací yo. Así de tanto amar no sabía dónde poner el amor yo, y entonces pensé agarrar y escribirteló y así guardarló, larai larí, larai laró. Tuyo, tu papi, yo".

Viernes 17
Primeros resultados del cambio de leche en polvo a líquida: Mora no deposiciona más en amarillo, sino que el cromatismo de su paleta culífera ha virado hacia lo verdoso. Débora se pregunta si estará sana, si no estará enferma. Miro la caquita de mi hija como quien mira el oráculo: a través de ella los dioses escriben los designios, el sentido augural de su futuro. Si lo verde tuviera otro nombre, debería llamarse Caquita de Mora.

Sábado 18
¿Preocupa que se agudize el conflicto por las papeleras? ¿Que se agrave la situación en medio oriente? ¿Que se esdrujulize la invasión a Irak? Claro, pero lo verdaderamente preocupante es que Mora esté casi dos días sin hacer su caquita. Débora me pregunta si estará sana, si no tendrá alguna enfermedad. Cada vez que abro su pañal, espero con intensidad que su desechito se encuentre allí, como esperé tantas veces la justicia en el mundo. Hoy jueves, el mundo será más justo si mi hija desaloja lo que ya no necesita.

Domingo 19
Llega la tía de Santa Fe especialmente para encontrarse con su sobrina. Asume su parentesco de inmediato, comenzando a malcriarla y consentirla. Le pide a Mora que le cuente las maldades que sus padres le hacen, y comienza a persuadirla de que lo mejor es partir hacia su casa litoraleña. Mora no le dice ni si ni no, sino todo lo contrario.


Madrugada del lunes. Miro a Debora y Mora dormir. Pero soy yo quien está a su merced. Intento respirar aquello que las hace vivir, agazapado, queriendo saber el secreto que las une. Escucho sonidos que llegan de otros reposos, como mensajes, como confesiones. Testigo inclinado, asisto a su existir en inconciente plegaria, buscando presenciar la revelación de sus almas. Ellas, dos mujeres que me habitan con sus preguntas y miradas, sus soniditos y aromas, forman un intraducible lenguaje que teje nuestras vidas. Las escucho, y me llaman desde otro lugar, desde otro tiempo, me interpelan sin palabras, me construyen progenitor y mitad, me ascienden y me ignoran, altivas, distantes. Hilos de pudor me piden cesar la tenue luz que nos
dibuja. En penumbras, ahora el encuentro se establece por completo.

Martes 21
Segunda visita al Dr. Cacho. Mora subió 260 gramos en siete días. Pesa 3,460 kgs. La madre pregunta si estará sana, si eso es señal de salud. El pediatra la mira en silencio y suspirando, me palmea la espalda. Le informa a Débora que se encuentra en puerperio psicológico. Nos dice que recién debemos volver en un mes. De tan contentos, nos vamos a pasear al Parque Centenario. Está totalmente cerrado por reformas.

Miércoles 22
Dada la eficaz comunicación pre-lingüística establecida el pasado jueves 16, el padre de Mora le envía un segundo mensaje, aún más explícito: "Mora, Morita, pi-pío mío: qiero contigo a sintigo porqe desde qe te ví te qerí. El amor binió y mi corasón lo supió. La culpa la tube primero mí y después la tubiste ti, pues empesaste a yamar a yo. Culpa vayate de aqí. Que no la bea, aunque estea endeveras. Perzonas todas: vengan allá y abajensé a ver la noche amanecer, que ningunos se
duerman, digalén que no haiga nadies que faltasen, que mi amor por mi pí-pío es una fantasiada de bellezada. Chica, en ensueñaciones te encuentro y me
endespierto juera de mí cuando hescucho tu sonoro yorar y te ablo a ti misma
propiamente, y no me dan los pieses para buscar mamadera de tí por el lado de allí o por el lado de aquí. Endispués pensé que nada es más riquísimo ni muy buenísimo sentir que la cosquiya que me hace el qerer a ti, la coloridá que bos le das a la esistencia de mi bibir. Tuyo, tu papi, yo."

Viernes 24
Después de hacerlo muchos años, no voy a asistir a la conmemoración del golpe de estado porque concluyo que Mora es aún pequeñita como para asistir a la Plaza de Mayo y saltar pidiendo juicio y castigo. Me pregunto qué hacer. Finalmente marcho alrededor de la mesa de living con Mora a upa y una pancarta que dice: "Ni olvido ni perdón, biberón".


Domingo 26
El Dios Kronos ha fundado una nueva temporalidad en mi vida. Recuerdo vagamente cuando mis días se dividían en 24 partes iguales, llamadas horas, creo. Hoy, en cambio, se fraccionan así: un día = 7 u 8 mamaderas cada tres o cuatro horas de las de antes, según el caso. Esta observación del tiempo me llevó a otra conclusión, verdaderamente sorprendente. Si mi ciclo de persona consiste en despertarme, comer, estar en vigilia y dormir, ese ciclo en Mora se repite varias veces en un día de 24 hs., tantas como 7 u 8, las mamaderas antedichas. Es decir, mi hija vive 7 u 8 días, mientras que yo vivo sólo uno. En unos años ya va a tener 30 años de diferencia conmigo, en vez de 44. Y en unos años más, la diferencia se reducirá a una decena de
años. Concluyo que en un futuro, mi hija será de mayor edad que su padre. Algo ciertamente notable.

Lunes 27
Hoy nuestra hija cumple tres semanas de vida, pero en realidad no sólo ella, Débora y yo también hemos nacido, somos otros dentro de nosotros mismos. Mora me hizo comprender que en el Hogar de la Felicidad casi siempre estuvimos en la sala de espera. Hoy, nuestra entrada en el Hogar es completa. Nuestra hija nos hospeda. Mientras se constituye como persona, lo hace como hija, sin saber que en esta cultura la figura del Padre ha declinado, como toda forma tradicional de autoridad... así que hija, estamos lanzados hacia la búsqueda del sentido de este Encuentro, y aunque mal que le pese a la posmodernidad, deberé ponerte límites. Para ello deberé ver si tengo puestos lo míos.


Jueves 30
Mora se dedica a dormir más que de costumbre. Esto, naturalmente, alerta a la madre, quien llama al Dr. Cacho para preguntarle si será normal, si no estará enferma. El especialista le dice que mientras coma y aumente de peso, no hay de que preocuparse. Debora comenta: "al final a este tipo todo le parece normal". Se nos ocurre pesarla, entonces. Débora propone ir a la balanza de una fiambrería. Rechazo su moción. Propone entonces ir a la balanza de la pollería de la esquina, lo que rechazo nuevamente, ya que corremos el riesgo de que antes de pesarla, la trocen. Finalmente terminamos en una farmacia, mi esposa pesándose primero, y luego repitiendo la acción con Mora a upa. Resultado: cuatro kgs. de diferencia. Débora le pregunta al farmacéutico si Mora estará sana, si no estará enferma.


Sábado 32
No sé, estoy con mi hija y es como si perdiera la noción del tiempo...
Mora, quiero preguntarte esto: ¿me vas a adoptar como tu papi?

mora

Diario de la urgencia por nacer. Marzo de 2006

Diario de la urgencia por nacer
Marzo de 2006

Lunes 6
Estábamos muy ansiosos: Pedro, nuestro abogado chamigo de Posadas, había concretado una posibilidad cierta de adopción directa. Zafarrancho de papeles para presentar en el Juzgado de Posadas. Ya llevábamos un mes de gestiones, certificados, informes, certificaciones y demás. Llegado este día, nuestro letrado nos informa desde Posadas que el obstetra que ha seguido el embarazo de la progenitora de Mora, ha decidido en el día de la fecha realizar la cesárea evoria, ya entrada la semana 38. ¿¡Qué!? ¿¡Cómo!? ¿¡Cuándo!? ¿¡Ahora?!
Pasadas las 16.00 hs., Mora, 3,500 kg., 52 cm. ya estaba en este mundo absurdo. Nos enteramos de ello telefónicamente por el letrado Pedro, cuando el sol ya se ponía. Débora, su flamante madre, llora. Yo me pregunto si soy el padre, ¿No era que era el hijo? ¿Mi padre ya no está y por eso ahora estoy yo? Recuerdo a César Vallejo: “Mi padre duerme. En su semblante augusto figura un apacible corazón; está ahora tan dulce. Si hay algo de él amargo, seré yo”. ¿Cómo será Mora? ¿Cómo será con Mora? ¿Me será? ¿Podré serle?

Martes 7
Noticias desde Posadas: tudo bem. Aprontamos toda la documentación necesaria para el juzgado de allá, compramos una bitácora para registrar tamaño evento y partimos a las 20.00 hs. hacia Mora desde estación Retiro en ómnibus. Serían 12 horas arriba de un cuatrimotor, llenos de ansiedad, angustias, preguntas, mamaderas, batitas, mediecitas y demás. Débora llora. Mientras viajamos, me encomiendo a probar la sentencia de Schiller: “no es la carne ni la sangre lo que nos hace padres, sino el corazón”. Medito sobre ello y concluyo que el corazón está hecho de carne y sangre. Paso entonces, a dormir, a hacer que duerno, a aprovechar ahora a dormir...

Miércoles 8
Arribamos a la tierra colorada. En un estado del espíritu a prueba de ansiolíticos, llamamos al obstetra, quien nos informa que pasemos por la clínica donde Mora nos esperaría a eso de las 10.00 hs. ¡Eran recién las 08.00 hs.! Nos dirigimos rumbo a un apart hotel para preparar zafarrancho de combate: cuna, bañadera, ropita presta para las ocasiones diversas, como por ejemplo comer, dormir, vida de entrecasa, salidas, eventos, etc. La ansiedad corroe el alma. Ya sin saber qué hacer, escribo mails a mi gente querida, volviéndoles a decir lo que se avecina
Encuentro en el Citado Nosocomio con el obstetra-brik, quien nos informa que en 30 minutos daría de alta a la progenitora, para que entonces se realizase el encuentro con Mora. Débora llora. Esperamos en el bar de enfrente de la clínica. Hacia la 11.00, ellas aparecen en la vereda, esperando el auto que las llevaría al apart para darnos en adopción a nuestra hija. El auto no viene. El auto sigue sin venir. Me cruzo a saludarlas, e invitarlas al bar para que no estén paradas al sol. Débora, mientras me ve cruzar, espera y llora. Mora duerme, ajena al momento histórico. Después de un rato, el carro aparca cerca de la taberna y todos partimos hacia el apart. En su interior Mora es recibida por Débora, que entonces llora. Mora no, pancha ella.
Cuando salimos del apart, éramos dos, al bajar del auto, una cifra definitiva: somos tres. Madre y Padre estupefactos, Mora torrando como si nada importante pasase. La madre aupando, ahijando a su hija, deshaciéndose de emoción. El Padre, inaugurando su título, a los 44 años, se desconoce a sí mismo. Su identidad se reformula, algo aún no nombrado le nace desde sus entrañas. Su mente recuerda a Shakespeare: “tuviste un padre, pueda tu hijo decir otro tanto”. La familia se desplaza por su transitorio hogar mesopotámico. Leche maternizada, pañales, todos en la cama, tocándola y oliéndola, escuchando respirar a Mora, padres mirándonos tratando de comprender quiénes somos y qué estamos haciendo.
Las horas no desmienten el encuentro de índole realmente real: el sueño y la espera quedaban atrás. Débora llora. Horas de la tarde, primeras mamaderas, primeros llantos, tanteos y reconocimientos. Horas de la noche, primeros gasesitos y pequeños cólicos. ¿Cómo aliviar a este ser humanito? ¿Cómo que duerme dos horas y media y quiere comer? ¿Qué costumbres son esas que trae desde su planeta?


Jueves 10
Primeras cacas. ¡Albricias! ¡Qué delicadeza obsequiarnos esas obritas de arte! ¿Minimalismo? ¿Arte ingenuo? Aseo con óleo calcáreo, limpieza de zonita pudenda y rendición de la materia Tecnología de Cambio de Pañales I. Lo siento, vuelva a estudiar y nos vemos la próxima.
Primera consulta profesional con obstetra y neonatólogo en la clínica que trajo a Mora. Clínicamente, nuestra hija es hermosa, sana y con un fututo por delante por demás prometedor. Neonatólogo dixit al ver llorar a Débora: “Señora, la felicito, su hija es sana, disfrute a su hija”. Primeros análisis clínicos: Mora es atacada por dos enfermeras que le succionan la sangre. Mora y Débora lloran. Las calmo, le doy de comer a mi hija. Me siento todopoderoso y a la vez chiquitito así.
Regreso al apart. Escenas de convivencia, dicha y felicidad nos mecen. Cantamos, acunamos, bostezamos. Ganas de volver a Buenos Aires a fundar el nuevo hogar. El Padre regresa a la clínica a buscar los primeros resultados clínicos: Mora es aún más sana y hermosa. Un plan estratégico se conforma: por qué no volver mañana a casa si el neonatólogo así lo autoriza? Segunda noche, primer logro de los novatos padres: reconocen que una cosa es llorar por hambre y otra llorar porque el sistema digestivo, que ha comenzado a funcionar, duele como el carajo.


Viernes 11
Amanecemos como podemos. Mora continúa con su costumbre venusina de comer desayuno, almuerzo, merienda y cena y comer entre comidas, cada dos y tres horas. Aún no lo hace sola. Segunda consulta médica. Mora es dada de alta, puede viajar hoy mismo a Buenos Aires. Decidimos viajar con ella nosotros también. El neonatólogo le recuerda a Débora que disfrute a su hija porque es sana. Por toda respuesta, la madre llora.
La leche maternizada es en polvo, así que se prepara con agua. Sofisticado dispositivo para calentarla en cada ingesta. Elemento ad-hoc: un termo que conserve caliente el agua, porque la señorita cuando tiene hambre no entiende razones, como que quiere todo ya, es decir, comienza a parecerse a su Padre. Horas de la tarde, aprestamientos para el viaje. Compra de mamaderas para atravesar otras 12 horas de micro transportador. Sofisticado mantenimiento de las mismas, ya que al no poder estar esterilizadas, debe ser usadas solo una vez. Ingesta cada tres horas = 4 mamaderas. Hicieron falta 5. Las matemáticas, una vez mas, fallan estrepitosamente.
Viajo con mi hija en mi regazo, en mi pecho, en mi panza. Me marsupializo de amor. Amor canguro, amor covacha, amor casita de tres. Mora, hijita, ¿cuánto hace que me habitás? Te miro y juego a pensar que tu rostro estaba dentro de mí desde mi infancia, que estaba en aquellas niñas con las que jugaba cuando era oscarcito. A través de mi existencia no he hecho sino reflejarme en tu rostro.



Sábado 12
Amanecemos como podemos. Otra vez en Retiro. Mora viajó sin quejas ni escándalos por los padres que tiene. Llegada triunfal a nuestro hogar, frente a la mirada atónita del portero y los vecinos consorcistas, que nos reciben con alegría. La noticia de expande como reguero de pólvora: ¡una bebé ha llegado al edificio!
¿Qué será de todos nosotros? La miro a mi hija dormir en su moisés en calma, en nuestro nuevo hogar y recuerdo la admonición de Freud: “No se me ocurre ninguna necesidad de la infancia tan fuerte como la protección de un padre”. ¿O era al revés?
Nos damos baños de sol de un minuto para que a todos nos baje la bilirrubina, tal como nos recomendara el pediatra mesopotámico.Efectos psíquicos segundos en los padres adoptantes: la madre se sigue derritiendo de felicidad, entonces llora. El Padre no puede despegarse de su hija, la atiende y la duerme en su pecho. A él no le importa no dormir. ¿Qué? ¿Ahora es responsable?

¿Y ahora? ¿Cómo sigue todo de aquí en más, qué habremos de hacer?
A vivir, a eso nos vamos a dedicar, a vivir juntos los tres...

Mora ya mora en su casa. Amor a Mora. Su presencia nos enamora. Me enamora ella y su madre, tan joven, tan luminosa. Todos los caminos conducen a Mora. Ella duerme, nosotros la seguimos soñando.

diarios de la urgencia

Estas crónicas aparecen como una manera posible de trocar en escritura algo que posee una dimension inenarrable: el constituirme en padre. La mía es la historia de un nosotros, que se tornó en la conformación de una familia adoptiva.
Reencontrame hace pocos años con la mujer que habitó mi pasado y revoloteó en mis sensaciones mucho tiempo, fue un regalo que la vida, un día que estuvo mimosa conmigo, quiso hacerme. A la hora de querer hacer del espíritu del amor una materia vital (algo deseado de inmediato), debimos recorrer un camino de espera que nos llevó hasta la decisión de adoptar un hijo, de constituírnos entonces, en una familia adoptiva.

En nuestro país, la República Argentina, el sistema de adopciones está colapsado. El Estado se ha retirado casi por completo como instancia de mediación entre quienes no pueden criar y quienes no pueden concebir. Otros actores institucionales empezaron a ocupar ese lugar: los organismos no gubernamentales, los hogares de guarda, los estudios jurídicos, las asistentes sociales de los hospitales públicos y muchos más etcéteras. La adopción atraviesa una franja desde la legalidad jurídica, pasando por la debilidad jurídica y la dudosa, hasta llegar al mercado de compra-venta. Esta dramática realidad parece hasta estar presente en las páginas del diccionario: el témino adoptar está rodeado, a pocas palabras, de otras significativas en esta difícil coyuntura: adolescencia, adquisición, adueñarse, adulteración, pero también admirar, adomiciliar, adoración, adrenalina, advenimiento...

Quiero contar de este ahijamiento, de este abrazo que emprendimos desde que encontramos a Mora, quiero escribir acerca de este deseo arrollador, enigmático, inédito. Por eso estos Diarios de la urgencia. De la urgencia por nacer, de la urgencia por crecer, de la urgencia por seguir creciendo...

lunes, 19 de marzo de 2007

Los Diarios de Mora

Pronto podrán leer las peripecias que mi hija Mora ha llevado a cabo en este mundo, desde que llegó a él, y cómo destartaló mi mundo ya existente, convirtiéndolo en otro de inesperada belleza, poniendo en tela de juicio la estética vital que hasta entonces había sabido construir.