miércoles, 21 de marzo de 2007

Diario de la urgencia por nacer. Marzo de 2006

Diario de la urgencia por nacer
Marzo de 2006

Lunes 6
Estábamos muy ansiosos: Pedro, nuestro abogado chamigo de Posadas, había concretado una posibilidad cierta de adopción directa. Zafarrancho de papeles para presentar en el Juzgado de Posadas. Ya llevábamos un mes de gestiones, certificados, informes, certificaciones y demás. Llegado este día, nuestro letrado nos informa desde Posadas que el obstetra que ha seguido el embarazo de la progenitora de Mora, ha decidido en el día de la fecha realizar la cesárea evoria, ya entrada la semana 38. ¿¡Qué!? ¿¡Cómo!? ¿¡Cuándo!? ¿¡Ahora?!
Pasadas las 16.00 hs., Mora, 3,500 kg., 52 cm. ya estaba en este mundo absurdo. Nos enteramos de ello telefónicamente por el letrado Pedro, cuando el sol ya se ponía. Débora, su flamante madre, llora. Yo me pregunto si soy el padre, ¿No era que era el hijo? ¿Mi padre ya no está y por eso ahora estoy yo? Recuerdo a César Vallejo: “Mi padre duerme. En su semblante augusto figura un apacible corazón; está ahora tan dulce. Si hay algo de él amargo, seré yo”. ¿Cómo será Mora? ¿Cómo será con Mora? ¿Me será? ¿Podré serle?

Martes 7
Noticias desde Posadas: tudo bem. Aprontamos toda la documentación necesaria para el juzgado de allá, compramos una bitácora para registrar tamaño evento y partimos a las 20.00 hs. hacia Mora desde estación Retiro en ómnibus. Serían 12 horas arriba de un cuatrimotor, llenos de ansiedad, angustias, preguntas, mamaderas, batitas, mediecitas y demás. Débora llora. Mientras viajamos, me encomiendo a probar la sentencia de Schiller: “no es la carne ni la sangre lo que nos hace padres, sino el corazón”. Medito sobre ello y concluyo que el corazón está hecho de carne y sangre. Paso entonces, a dormir, a hacer que duerno, a aprovechar ahora a dormir...

Miércoles 8
Arribamos a la tierra colorada. En un estado del espíritu a prueba de ansiolíticos, llamamos al obstetra, quien nos informa que pasemos por la clínica donde Mora nos esperaría a eso de las 10.00 hs. ¡Eran recién las 08.00 hs.! Nos dirigimos rumbo a un apart hotel para preparar zafarrancho de combate: cuna, bañadera, ropita presta para las ocasiones diversas, como por ejemplo comer, dormir, vida de entrecasa, salidas, eventos, etc. La ansiedad corroe el alma. Ya sin saber qué hacer, escribo mails a mi gente querida, volviéndoles a decir lo que se avecina
Encuentro en el Citado Nosocomio con el obstetra-brik, quien nos informa que en 30 minutos daría de alta a la progenitora, para que entonces se realizase el encuentro con Mora. Débora llora. Esperamos en el bar de enfrente de la clínica. Hacia la 11.00, ellas aparecen en la vereda, esperando el auto que las llevaría al apart para darnos en adopción a nuestra hija. El auto no viene. El auto sigue sin venir. Me cruzo a saludarlas, e invitarlas al bar para que no estén paradas al sol. Débora, mientras me ve cruzar, espera y llora. Mora duerme, ajena al momento histórico. Después de un rato, el carro aparca cerca de la taberna y todos partimos hacia el apart. En su interior Mora es recibida por Débora, que entonces llora. Mora no, pancha ella.
Cuando salimos del apart, éramos dos, al bajar del auto, una cifra definitiva: somos tres. Madre y Padre estupefactos, Mora torrando como si nada importante pasase. La madre aupando, ahijando a su hija, deshaciéndose de emoción. El Padre, inaugurando su título, a los 44 años, se desconoce a sí mismo. Su identidad se reformula, algo aún no nombrado le nace desde sus entrañas. Su mente recuerda a Shakespeare: “tuviste un padre, pueda tu hijo decir otro tanto”. La familia se desplaza por su transitorio hogar mesopotámico. Leche maternizada, pañales, todos en la cama, tocándola y oliéndola, escuchando respirar a Mora, padres mirándonos tratando de comprender quiénes somos y qué estamos haciendo.
Las horas no desmienten el encuentro de índole realmente real: el sueño y la espera quedaban atrás. Débora llora. Horas de la tarde, primeras mamaderas, primeros llantos, tanteos y reconocimientos. Horas de la noche, primeros gasesitos y pequeños cólicos. ¿Cómo aliviar a este ser humanito? ¿Cómo que duerme dos horas y media y quiere comer? ¿Qué costumbres son esas que trae desde su planeta?


Jueves 10
Primeras cacas. ¡Albricias! ¡Qué delicadeza obsequiarnos esas obritas de arte! ¿Minimalismo? ¿Arte ingenuo? Aseo con óleo calcáreo, limpieza de zonita pudenda y rendición de la materia Tecnología de Cambio de Pañales I. Lo siento, vuelva a estudiar y nos vemos la próxima.
Primera consulta profesional con obstetra y neonatólogo en la clínica que trajo a Mora. Clínicamente, nuestra hija es hermosa, sana y con un fututo por delante por demás prometedor. Neonatólogo dixit al ver llorar a Débora: “Señora, la felicito, su hija es sana, disfrute a su hija”. Primeros análisis clínicos: Mora es atacada por dos enfermeras que le succionan la sangre. Mora y Débora lloran. Las calmo, le doy de comer a mi hija. Me siento todopoderoso y a la vez chiquitito así.
Regreso al apart. Escenas de convivencia, dicha y felicidad nos mecen. Cantamos, acunamos, bostezamos. Ganas de volver a Buenos Aires a fundar el nuevo hogar. El Padre regresa a la clínica a buscar los primeros resultados clínicos: Mora es aún más sana y hermosa. Un plan estratégico se conforma: por qué no volver mañana a casa si el neonatólogo así lo autoriza? Segunda noche, primer logro de los novatos padres: reconocen que una cosa es llorar por hambre y otra llorar porque el sistema digestivo, que ha comenzado a funcionar, duele como el carajo.


Viernes 11
Amanecemos como podemos. Mora continúa con su costumbre venusina de comer desayuno, almuerzo, merienda y cena y comer entre comidas, cada dos y tres horas. Aún no lo hace sola. Segunda consulta médica. Mora es dada de alta, puede viajar hoy mismo a Buenos Aires. Decidimos viajar con ella nosotros también. El neonatólogo le recuerda a Débora que disfrute a su hija porque es sana. Por toda respuesta, la madre llora.
La leche maternizada es en polvo, así que se prepara con agua. Sofisticado dispositivo para calentarla en cada ingesta. Elemento ad-hoc: un termo que conserve caliente el agua, porque la señorita cuando tiene hambre no entiende razones, como que quiere todo ya, es decir, comienza a parecerse a su Padre. Horas de la tarde, aprestamientos para el viaje. Compra de mamaderas para atravesar otras 12 horas de micro transportador. Sofisticado mantenimiento de las mismas, ya que al no poder estar esterilizadas, debe ser usadas solo una vez. Ingesta cada tres horas = 4 mamaderas. Hicieron falta 5. Las matemáticas, una vez mas, fallan estrepitosamente.
Viajo con mi hija en mi regazo, en mi pecho, en mi panza. Me marsupializo de amor. Amor canguro, amor covacha, amor casita de tres. Mora, hijita, ¿cuánto hace que me habitás? Te miro y juego a pensar que tu rostro estaba dentro de mí desde mi infancia, que estaba en aquellas niñas con las que jugaba cuando era oscarcito. A través de mi existencia no he hecho sino reflejarme en tu rostro.



Sábado 12
Amanecemos como podemos. Otra vez en Retiro. Mora viajó sin quejas ni escándalos por los padres que tiene. Llegada triunfal a nuestro hogar, frente a la mirada atónita del portero y los vecinos consorcistas, que nos reciben con alegría. La noticia de expande como reguero de pólvora: ¡una bebé ha llegado al edificio!
¿Qué será de todos nosotros? La miro a mi hija dormir en su moisés en calma, en nuestro nuevo hogar y recuerdo la admonición de Freud: “No se me ocurre ninguna necesidad de la infancia tan fuerte como la protección de un padre”. ¿O era al revés?
Nos damos baños de sol de un minuto para que a todos nos baje la bilirrubina, tal como nos recomendara el pediatra mesopotámico.Efectos psíquicos segundos en los padres adoptantes: la madre se sigue derritiendo de felicidad, entonces llora. El Padre no puede despegarse de su hija, la atiende y la duerme en su pecho. A él no le importa no dormir. ¿Qué? ¿Ahora es responsable?

¿Y ahora? ¿Cómo sigue todo de aquí en más, qué habremos de hacer?
A vivir, a eso nos vamos a dedicar, a vivir juntos los tres...

Mora ya mora en su casa. Amor a Mora. Su presencia nos enamora. Me enamora ella y su madre, tan joven, tan luminosa. Todos los caminos conducen a Mora. Ella duerme, nosotros la seguimos soñando.

No hay comentarios: