Mirar: fijar la vista en. (Sinon.: admirar, contemplar, examinar, observar, ojear.| reconocer, ver, vigilar) | Estar situado hacia | Tener un fin u objeto: no mira sino hacia su provecho | Pensar, reflexionar: mire lo que ha hecho. || Fig. mirarse en una persona, complacerse mucho en ello.
Diccionario Larousse ilustrado
Tormenta, calma que le forma séquito o la anuncia, arcos que en el cielo desgarran tanto como unen, tempestades, estallidos, naufragios, ausencia de líneas estables, de formas definidas, ninguna diferencia permanente, el sol en el horizonte, amanecer u ocaso, materia y color en torbellinos, avalanchas, incendios de procedencia desconocida, elementos en fusión, confusión de elementos, toda esa extensión de agua es una hendidura en al piedra y el muro es vapor, tiempo desencadenado, ¿es el fin o el nacimiento de un mundo? Todo principio de orden ha desaparecido y sin embargo no hay destrucción ciega y furiosa. Es más bien la armonía finalmente hallada, la luz sola, la promesa cumplida de una metamorfosis.
El hombre está ausente. No es que haya muerto, sino que se ha desvanecido. No contempla ni es contemplado, aunque siga considerando un espectáculo, obra suya, este mundo que se hace, se deshace y se recompone sin él. El hombre ya se ha convertido en vestigio, en ruina, casi disuelto en lo invisible, como un edificio que se esfuma en los ocres, como una embarcación abandonada, como un reflejo de bruma.
En este momento Turner es para mí toda la pintura, y la pintura toda la realidad.
La pintura me atrapa sin anuncio previo, con un vértigo repentino, por oleadas sucesivas que llegan cada vez más lejos. Elocuencia de lo puramente sensorial, belleza que para mí reside en que con un mismo movimiento y en un mismo espacio finito el pintor puede convocar y conjurar el caos. Al hacerlo visible, necesariamente lo ordena. Una vez que la pintura me ha dado este azoramiento y esta certidumbre, puedo dedicarme a mis ocupaciones con el espíritu más perturbado pero con un paso más seguro. Ahora sé, por haberme acercado a ella, por haber cedido por un instante a su hechizo, que en un lugar aparte existe un espacio diferente. Me basta comprobar que existe. Ahora puedo volver a lo ordinario de los días, de lo otros y de mí mismo: puedo volver a confiar en las palabras, como si hubiera recobrado, al menos por un tiempo, hasta la próxima luz nocturna, la certeza que provienen de aquel espacio, de que el lenguaje no es obra del lenguaje. A veces tengo la impresión de que lo cotidiano, repetido y discontinuo, es sólo un intervalo entre dos telas pintadas, entre dos sueños olvidados.
J.B. Pontalis
El amor a los comienzos
VEO VEO
No brilla maravillosa
cuando conjura el pincel,
a duras penas, la cosa.
Si del contorno que posa
volumen labra cincel,
no brilla maravillosa.
Unos la llaman tramposa,
para otros recobra fiel
(a duras penas), la cosa.
No brilla maravillosa
sobre el espejo que acosa
no vemos luz, sino piel
de duras penas, la cosa.
Jorge W. Noriega
La función del arte/ 1
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayudame a mirar!
Eduardo Galeano,
El libro de los abrazos
La oscuridad, la claridad
Según la luz hay, cosas que pueden aparecer
la oscuridad encierra secretos de tiempo atrás
la oscuridad, la claridad
mi tiempo es hoy, mi amor está
y en el vaivén
me hamaco y voy yendo de aquí a allá
es sombra hoy
lo que cierto día la luz será
la oscuridad, la claridad...
Hay sombra aquí
hay luz allá
La oscuridad, la claridad...
Jorge Cumbo
(canción)
Ver: percibir por medio de los ojos. (sinón.: divisar, entrever, percibir)/ Ser testigo de una cosa/ Descubrir, mirar, sorprender/ Conocer/ Prevenir, inferir: veo que va a estallar la guerra/ Encontrarse: se vieron en el paseo/ Hallarse: verse pobre y menospreciado.
Diccionario Larousse ilustrado
Ordinaria pretensión poética
perpendicular al mar
cuenta el observador
de aca se ve el agua
póngale
todos los adjetivos que quiera
gastelos
un poco mas
retuerzalos
invente
no esta mal
piensese en la arena
sobrevaluada
(no hay gente, solo dos o tres tipos)
esta nublado
cuenta el observado
de una necesidad
cadi terminal
de suspender por algunos instantes
un vacio mayor
del amor distante
del calor ausente
cuenta el mar
de un tipo a doscientos metros
mirándolo quieto
sin paz
como buscando
sin tiempo.
Bruno Albanese
El comportamiento aparente no informa sobre el sujeto ni sobre lo que su sensibilidad le hace experimentar. Lo que no es dicho, expresado, no puede ser conocido por ´el observador´, pero justamente lo que sucede en ´el observado´, indecible y no localizable por el observador, es lo más importante de su encuentro
Francoise Dolto
La travesía real del descubrimiento no consiste en buscar paisajes nuevos, sino en poseer nuevos ojos.
Marcel Proust
Los ojos de los pobres
¡Ah!, queréis saber por qué hoy os aborrezco. Más fácil os será comprenderlo, sin duda, que a mí explicároslo; porque sois, creo yo, el mejor ejemplo de impermeabilidad femenina que pueda encontrarse.
Juntos pasamos un largo día, que me pareció corto. Nos habíamos hecho la promesa de que todos los pensamientos serían comunes para los dos, y nuestras almas ya no serían en adelante más que una; ensueño que nada tiene de original, después de todo, a no ser que, soñándolo todos los hombres, nunca lo realizó ninguno.
Al anochecer, un poco fatigada, quisisteis sentaros delante de un café nuevo que hacía esquina a un bulevar, nuevo, lleno todavía de cascotes y ostentando ya gloriosamente sus esplendores, sin concluir. Centelleaba el café. El gas mismo desplegaba todo el ardor de un estreno, e iluminaba con todas sus fuerzas los muros cegadores de blancura, los lienzos deslumbradores de los espejos, los oros de las medias cañas y de las cornisas, los pajes de mejillas infladas arrastrados por los perros en traílla, las damas risueñas con el halcón posado en el puño, las ninfas y las diosas que llevaban sobre la cabeza frutas, pasteles y caza; las Hebes y las Ganimedes ofreciendo a brazo tendido el anforilla de jarabe o el obelisco bicolor de los helados con copete: la historia entera de la mitología puesta al servicio de la gula.
Enfrente mismo de nosotros, en el arroyo, estaba plantado un pobre hombre de unos cuarenta años, de faz cansada y barba canosa; llevaba de la mano a un niño, y con el otro brazo sostenía a una criatura débil para andar todavía. Hacía de niñera, y sacaba a sus hijos a tomar el aire del anochecer. Todos harapientos. Las tres caras tenían extraordinaria seriedad, y los seis ojos contemplaban fijamente el café nuevo, con una admiración igual, que los años matizaban de modo diverso.
Los ojos del padre decían: «¡Qué hermoso! ¡Qué hermoso! ¡Parece como si todo el oro del mísero mundo se hubiera colocado en esas paredes!» Los ojos del niño: «¡Qué hermoso!, ¡qué hermoso!; ¡pero es una casa donde sólo puede entrar la gente que no es como nosotros!» Los ojos del más chico estaban fascinados de sobra para expresar cosa distinta de un gozo estúpido y profundo.
Los cancioneros suelen decir que el placer vuelve al alma buena y ablanda los corazones. Por lo que a mí toca, la canción dijo bien aquella tarde. No sólo me había enternecido aquella familia de ojos, sino que me avergonzaba un tanto de nuestros vasos y de nuestras botellas, mayores que nuestra sed. Volvía yo los ojos hacia los vuestros, querido amor mío, para leer en ellos mi pensamiento; me sumergía en vuestros ojos tan bellos y tan extrañamente dulces, en vuestros ojos verdes, habitados por el capricho e inspirados por la Luna, cuando me dijisteis: «¡Esa gente me está siendo insoportable con sus ojos tan abiertos como puertas cocheras! ¿Por qué no pedís al dueño del café que los haga alejarse?»
¡Tan difícil es entenderse, ángel querido, y tan incomunicable el pensamiento, aun entre seres que se aman!
Charles Baudelaire
lunes, 24 de diciembre de 2007
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