"Despojos pinamarenses"
el periódico que muestra sin asco la otra cara
del Encuentro Bucal “coros en el bosque”
año 1 número 3
¡ ¡ ultimo momento ! !
DESHONROSAS CONSECUENCIAS DEL PIJA MA PARTY PERPETRADO POR
DIRECTORA DE OMINOSO GRUPUSCULO CALANTE
Pinamar. Télam (eto) por Olmara Laura Santillán, nuestra periodista post-encuentro bucal apostada (y acostada) en el lugar.
Hondo pesar y conmoción sin igual en el pinar
Nuestro periódico, que valientemente ha denunciado las trapisondas de un puñado de desviadas lideradas nada menos que por la directora musical del nimio grupúsculo calante ya tristemente famoso, conocido por el inefable nombre de “Alde Roce”, ha recibido un cable (pelado) que nos informa que en el spa Bora-Bora, más precisamente en la habitación 203 (sede orgiástica) , se ha encontrado “un calzonillo boxer blanco con tiritas negras, muyyyy fashion” que “la recaudadora oficial del grupúsculo Sra. (?) Gárchela A. Florecí dice haberse olvidado”. La ya denunciada fiesta negra deja pasmosas consecuencias, revelando que las desviadas de “Alde Roce” además de su instinto tortilleril, profesan una bisexualidad reñida con la moral crsitiana (abandonada lascivamente por la mencionada Directora) y las buenas costumbres. Actitudes como éstas, le hacen muy mal al movimiento bucal argentino.
¡ ¡ ultimo momento ! !
LA REPUBLICA ARGENTINA, POR CULPA DE ENCUENTRO BUCAL EN
CIUDAD BALNEARIA, HAZMERREIR EN ALEGRE PAIS CARIBEÑO
Pinamar. Télam (eto), de la PC en nuestra redacción
Estupor y honda conmoción en las oficinas de “Despojos pinamarenses”
Un desvanecimiento atrapó a nuestro periodista Horacio Verguiti cuando, relevando en la red electrónica conocida como internet, los titulares de los diarios del planeta tierra evaluando los ecos de “Coros en el Bosque”, encontró un opúsculo oprobioso en el "Caribean Pink´s Times" de San Juan de Puerto Rico. En ese pasquín, la encargada de las noticias de actualidad, la lacaya Maria Conchita Guerra, con un duro y descarnado vocabulario, se refirió al triste papel que le cabió (bien adentro) a la rama masculina del desfachatadamente célebre “Alde Roce”, ya que se supo que todos y cada uno de sus miembros (pequeños) ofreció sus cantos nativos a los hermanos latinoamericanos del grupo bucal “Orfeón Caribeño Randy Juarbe”. No contentos con esto, los desviados potoriqueños han arrancado de sus tocayos (y tocados) argentinos, sendos trofeos de guerra que serán próximamente subastados en el sede de Potos Unidos Puertoriqueños (P.U.P.). Algo que sin dudas, no deja bien parados a los integrantes de “Alde Roce” un grupo que otrora fue de envergadura.
lunes, 30 de abril de 2007
"Despojos" 2
"Despojos pinamarenses"
el periódico que muestra sin asco la otra cara
del Encuentro Bucal “coros en el bosque”
año 1 número 2
INTEGRANTES DE COROS EXTRANJEROS PRESIONAN A
ORGANIZADORES DE ENCUENTRO BUCAL PINAMARENSE
Honda conmoción en el interior de M. Lettieri y D. García Picasso
Pinamar. Télam (eto) por Horacio Verguiti, nuestro periodista apostado en el lugar.
En la noche del viernes próximo pasado, una muchedumbre de varones de aspecto afrancesado con sendos uniformes de sus respectivas agrupaciones bucales, se apostaron frente a las residencias de los organizadores del encuentro bucal “Coros en el Bosque”. Se trataba de la totalidad de los integrantes del “Orfeón Caribeño Randy Juarbe” y de una representación del “Coral Universidad Católica de Brasilia” llegados especialmente para llevar a cabo el alzamiento de protesta. Al grito de “¡Cambio de nombre o Dunga-dunga!” les exigieron a dichos organizadores que para el año 2007, es decir, el año que se avecina, el tradicional encuentro bucal mudase su nombre para así recibir a los cuatro coros que llegarán de San Francisco, Amsterdam, París, y Bahía de todos los Santos, que junto a las citadas agrupaciones bucales, coparán el próximo encuentro. Rápidamente reducidos y maniatados, Lettieri y G. Picasso accedieron a sus demandas. Es por eso, que el encuentro 2007 pasará a denominarse de aquí en más “Trolos en el Bosque”. Nuestro periodista apostado pudo confirmar que pese a decir a todo que sí, los 69 integrantes procedieron de todas maneras a efectuarles a los organizadores el clásico rito del Dunga-dunga, un esparcimiento de envergadura entre quienes lo practican.
DIRECTORA DE IGNOTO GRUPUSCULO CALANTE INCITA
A SU RAMA FEMENINA A VERGONZANTE PIJA MA PARTY
Pinamar. Télam (eto) por Horacio Verguiti, nuestro periodista apostado en el lugar.
Escándalo y honda conmoción en hotel cinco estrellas
Un hecho inusitado y fuera de toda moral se produjo en la noche del viernes en la residencia hotelera Bora-Bora, cuando en la habitación destinada a la Directora de “Alde Roce” comenzaron a escucharse risotadas y gritos de éxtasis. Rápidamente avisado, nuestro apostado se presentó en la puerta de la habitación susodicha y pudo comprobar que había un cartel escrito con letra de puño que rezaba: “No molestar. La succión hace la fuerza”. Acercando el pabellón de su oído, Verguiti escuchó que las mujeres del grupúsculo, hasta entonces la mayoría hererosexuales, cantaban y brindaban con bebidas espirituosas mientras se sacaban fotos entre ellas. Nuestro apostado pudo registrar que las últimas en entrar fueron las sopranos declaradamente desviadas de la habitación de la planta baja al fondo, en sendos camisones largos y en puntas de pie, ocultándose detrás de columnas y bajo escaleras cada vez que transitaban por los pasillos sanos y distraídos huéspedes de la residencia hotelera, quienes habrían podido cxonfundirlas con Asterix y Obelix. Transido de vergüenza ajena, Verguiti comenzó a retirar su oído no sin antes escuchar frases tales como “pongámonos así”, “ahora vengamos todas a esta cama”, “ay, pero que boca tan grande que tenés”. Ya en plena calle, se podían escuchar los cantos proferidos que inundaban los pinares: “que nos dejen ir a bailes solas, solitas y solas”, “me gusta ese tajo que ayer conocí” y “i will survive”.
el periódico que muestra sin asco la otra cara
del Encuentro Bucal “coros en el bosque”
año 1 número 2
INTEGRANTES DE COROS EXTRANJEROS PRESIONAN A
ORGANIZADORES DE ENCUENTRO BUCAL PINAMARENSE
Honda conmoción en el interior de M. Lettieri y D. García Picasso
Pinamar. Télam (eto) por Horacio Verguiti, nuestro periodista apostado en el lugar.
En la noche del viernes próximo pasado, una muchedumbre de varones de aspecto afrancesado con sendos uniformes de sus respectivas agrupaciones bucales, se apostaron frente a las residencias de los organizadores del encuentro bucal “Coros en el Bosque”. Se trataba de la totalidad de los integrantes del “Orfeón Caribeño Randy Juarbe” y de una representación del “Coral Universidad Católica de Brasilia” llegados especialmente para llevar a cabo el alzamiento de protesta. Al grito de “¡Cambio de nombre o Dunga-dunga!” les exigieron a dichos organizadores que para el año 2007, es decir, el año que se avecina, el tradicional encuentro bucal mudase su nombre para así recibir a los cuatro coros que llegarán de San Francisco, Amsterdam, París, y Bahía de todos los Santos, que junto a las citadas agrupaciones bucales, coparán el próximo encuentro. Rápidamente reducidos y maniatados, Lettieri y G. Picasso accedieron a sus demandas. Es por eso, que el encuentro 2007 pasará a denominarse de aquí en más “Trolos en el Bosque”. Nuestro periodista apostado pudo confirmar que pese a decir a todo que sí, los 69 integrantes procedieron de todas maneras a efectuarles a los organizadores el clásico rito del Dunga-dunga, un esparcimiento de envergadura entre quienes lo practican.
DIRECTORA DE IGNOTO GRUPUSCULO CALANTE INCITA
A SU RAMA FEMENINA A VERGONZANTE PIJA MA PARTY
Pinamar. Télam (eto) por Horacio Verguiti, nuestro periodista apostado en el lugar.
Escándalo y honda conmoción en hotel cinco estrellas
Un hecho inusitado y fuera de toda moral se produjo en la noche del viernes en la residencia hotelera Bora-Bora, cuando en la habitación destinada a la Directora de “Alde Roce” comenzaron a escucharse risotadas y gritos de éxtasis. Rápidamente avisado, nuestro apostado se presentó en la puerta de la habitación susodicha y pudo comprobar que había un cartel escrito con letra de puño que rezaba: “No molestar. La succión hace la fuerza”. Acercando el pabellón de su oído, Verguiti escuchó que las mujeres del grupúsculo, hasta entonces la mayoría hererosexuales, cantaban y brindaban con bebidas espirituosas mientras se sacaban fotos entre ellas. Nuestro apostado pudo registrar que las últimas en entrar fueron las sopranos declaradamente desviadas de la habitación de la planta baja al fondo, en sendos camisones largos y en puntas de pie, ocultándose detrás de columnas y bajo escaleras cada vez que transitaban por los pasillos sanos y distraídos huéspedes de la residencia hotelera, quienes habrían podido cxonfundirlas con Asterix y Obelix. Transido de vergüenza ajena, Verguiti comenzó a retirar su oído no sin antes escuchar frases tales como “pongámonos así”, “ahora vengamos todas a esta cama”, “ay, pero que boca tan grande que tenés”. Ya en plena calle, se podían escuchar los cantos proferidos que inundaban los pinares: “que nos dejen ir a bailes solas, solitas y solas”, “me gusta ese tajo que ayer conocí” y “i will survive”.
viernes, 27 de abril de 2007
"Despojos" 1
"Despojos pinamarenses"
El periódico que muestra sin asco la otra cara del
Encuentro Bucal “Coros en el Bosque”
año 1 número 1
EDITORIAL
DESDE ESTAS PAGINAS DECIMOS BASTA A ESTOS PERVERTIDOS ENCUENTROS DE DESVIADOS BUCALES QUE FINGIENDO LLEVAR A CABO UNA LABOR ARTISTICA, SE REVUELCAN POR LAS NOCHES CON LASCIVIA Y DESENFRENO EN NUESTROS DISTINGUIDOS HOTELES CINCO ESTRELLAS. EN PINAMAR LAS PERSONAS RECATADAS Y REFINADAS NO TOLERAREMOS YA MAS LA BAJEZA MORAL DE QUIENES SE DICEN CORALISTAS Y SÓLO SON PERVERSOS POLIMORFOS.
NOTICIAS DE HOY
HOTEL BORA-BORA INCITA A COREUTAS DEL MISMO SEXO A OCUPAR CAMAS MATRIMONIALES
Y LOS CONVIERTEN EN TROLI-TROLI Y TORTI-TORTI
Honda conmoción en la calle Del Tuyú
Pinamar. Télam (eto) por Horacio Verguiti, nuestro periodista apostado en el lugar.
Un hecho sin precedentes han protagonizado los dueños del mencionado establecimiento hospedadil cuando frente a la llegada de un oscuro grupúsculo calante denominado "Alde Roce", varios de sus integrantes, heterosexuales hasta entonces, se vieron obligados a ocupar camastros matrimoniales con sendos manuales de deberes maritales en cada mesa de luz. Perplejas, dos sopranos afectadas no tuvieron más remedio que comenzar a besarse y prometerse amor eterno. Sin embargo, les gustó, por lo que comenzaron a planear un futuro venturoso y a efectuar un arreglo a dos voces de los temas “Puerto Pollensa” y “Soy como soy” con claras connotaciones tortilleriles. Distinto aspectaba el caso de un tenor y un barítono, que si bien comenzaron nerviosamente a tratar de salir del atolladero, finalmente cayeron en las garras del dios Paco Jamandreu, por lo que comenzaron a escribir un canon a cuatro manos con una estrofa de uno de los temas folklóricos del repertorio de su grupúsculo que reza: “y esta casa es tu casa, y ésta es la mía”
IGNOTO GRUPUSCULO BUCAL DESORIENTA AL PUBLICO CANTANDO
DOS LETRAS EN SIMULTANEO
Conmoción en Iglesia Nuestra Señora de la Paz
Pinamar. Télam (eto) por Horacio Verguiti, nuestro periodista apostado en el lugar.
En el marco del lamentable encuentro "Coros en el Bosque", "Alde Roce", uno de los grupos participantes, ejecutó, es decir, le asestó el tiro de gracia, a la obra intitulada “Las estreñiditas”, procediendo además a confundir al escaso e inocente público asistente al nimio evento, ya que en un momento determinado el mencionado grupo insólitamente produjo un cisma lingüístico, donde algunos integrantes vociferaban “Caramba con los flanes” mientras otros berreaban “Pan de las estreñiditas”, provocando desconcierto y desasosiego entre los escuchas, por lo que algunos se alejaron del ámbito fuertemente confundidos, según pudo comprobar nuestro apostado, y musitando “¿por qué nos hicieron esto?” o “¿qué pretendían?”. Los protagonistas de este escándalo se negaron a efectuar declaraciones a Verguiti al grito de “¡Andáte chotacabras, andá a cavar zanjas a La Pampa!”. ¿Es que tendremos que tolerar éstas y otras vejaciones?
El periódico que muestra sin asco la otra cara del
Encuentro Bucal “Coros en el Bosque”
año 1 número 1
EDITORIAL
DESDE ESTAS PAGINAS DECIMOS BASTA A ESTOS PERVERTIDOS ENCUENTROS DE DESVIADOS BUCALES QUE FINGIENDO LLEVAR A CABO UNA LABOR ARTISTICA, SE REVUELCAN POR LAS NOCHES CON LASCIVIA Y DESENFRENO EN NUESTROS DISTINGUIDOS HOTELES CINCO ESTRELLAS. EN PINAMAR LAS PERSONAS RECATADAS Y REFINADAS NO TOLERAREMOS YA MAS LA BAJEZA MORAL DE QUIENES SE DICEN CORALISTAS Y SÓLO SON PERVERSOS POLIMORFOS.
NOTICIAS DE HOY
HOTEL BORA-BORA INCITA A COREUTAS DEL MISMO SEXO A OCUPAR CAMAS MATRIMONIALES
Y LOS CONVIERTEN EN TROLI-TROLI Y TORTI-TORTI
Honda conmoción en la calle Del Tuyú
Pinamar. Télam (eto) por Horacio Verguiti, nuestro periodista apostado en el lugar.
Un hecho sin precedentes han protagonizado los dueños del mencionado establecimiento hospedadil cuando frente a la llegada de un oscuro grupúsculo calante denominado "Alde Roce", varios de sus integrantes, heterosexuales hasta entonces, se vieron obligados a ocupar camastros matrimoniales con sendos manuales de deberes maritales en cada mesa de luz. Perplejas, dos sopranos afectadas no tuvieron más remedio que comenzar a besarse y prometerse amor eterno. Sin embargo, les gustó, por lo que comenzaron a planear un futuro venturoso y a efectuar un arreglo a dos voces de los temas “Puerto Pollensa” y “Soy como soy” con claras connotaciones tortilleriles. Distinto aspectaba el caso de un tenor y un barítono, que si bien comenzaron nerviosamente a tratar de salir del atolladero, finalmente cayeron en las garras del dios Paco Jamandreu, por lo que comenzaron a escribir un canon a cuatro manos con una estrofa de uno de los temas folklóricos del repertorio de su grupúsculo que reza: “y esta casa es tu casa, y ésta es la mía”
IGNOTO GRUPUSCULO BUCAL DESORIENTA AL PUBLICO CANTANDO
DOS LETRAS EN SIMULTANEO
Conmoción en Iglesia Nuestra Señora de la Paz
Pinamar. Télam (eto) por Horacio Verguiti, nuestro periodista apostado en el lugar.
En el marco del lamentable encuentro "Coros en el Bosque", "Alde Roce", uno de los grupos participantes, ejecutó, es decir, le asestó el tiro de gracia, a la obra intitulada “Las estreñiditas”, procediendo además a confundir al escaso e inocente público asistente al nimio evento, ya que en un momento determinado el mencionado grupo insólitamente produjo un cisma lingüístico, donde algunos integrantes vociferaban “Caramba con los flanes” mientras otros berreaban “Pan de las estreñiditas”, provocando desconcierto y desasosiego entre los escuchas, por lo que algunos se alejaron del ámbito fuertemente confundidos, según pudo comprobar nuestro apostado, y musitando “¿por qué nos hicieron esto?” o “¿qué pretendían?”. Los protagonistas de este escándalo se negaron a efectuar declaraciones a Verguiti al grito de “¡Andáte chotacabras, andá a cavar zanjas a La Pampa!”. ¿Es que tendremos que tolerar éstas y otras vejaciones?
Acerca de "despojos pinamarenses"
Cada año suele llevarse a cabo en Pinamar, esa bonita ciudad estival rodeada de mares y pinares, enclavada en la Provincia de Buenos Aires, República Argentina, un noble emprendimiento artístico denominado “Coros en el Bosque” que propugna acrecentar el movimiento coralístico de nuestro país, convocando a diversas formaciones corales, en un lapso de tres días, a reunirse, cantar, perfeccionarse técnica, vocal e interpretativamente y mostrar a las audiencias el trabajo realizado. A tal efecto, la comisión organizadora invita a una prestigiosa personalidad docente, especialista y director en las lides de la música grupal, y también se ocupa de reservar en suntuosos hoteles de estas playas, las numerosas habitaciones para alojar a los entusiastas coralistas. La repercusión ha llegado incluso a otras naciones del continente, y aún más, trepando hasta la hermana América Central, en una clara muestra de que los coralistas desean expandir y dar a conocer su propósito de expresión musical hacia todas las latitudes del planeta tierra.
Tamaña muestra estética, semejante esfuerzo organizativo y convocante, sin embargo, ha desatado el encono y la furia de algunas fuerzas vivas de la ciudad balnearia -por demás retrógradas- sede de este sonoro encuentro anual. Es tal la oposición que ha despertado este desinteresado festival musical en ciertos sectores tradicionalistas, que dicen defender el movimiento coral (bochornosa mentira), que el año pasado se ha publicado, en el lapso que durara el encuentro musical, un lamentable pasquín con el propósito de denostar y desacreditar al encuentro “Coros en el Bosque”, produciendo lógica y comprensivmente, unos profundos pesares y desazones en la comisión organizadora y también en los coros invitados. Esta pseudo-publicación hizo lamentable gala de profundos prejuicios que se creía que ya habían dejado de existir por obra del progreso y el avance en la cultura. Es así que en las páginas de “Despojos pinamarenses” –así se llama este triste opúsculo- se encuentran explícitas diatribas que denotan homofobia, misoginia, xenofobia, machismo y toda clase de intolerancias cívicas que atentan contra la sana convivencia que debería reinar en playas y ciudades del sur. En un intento por denunciar semejante atropello, que busca producir enfrentamientos y divisiones en el movimiento coralístico mundial, es que desde Balas de Cebita se publican los números producidos y difundidos de “Despojos...” en diversas zonas de Pinamar y playas aledañas, con la esperanza de que estos siniestros emprendimientos no vuelvan a repetirse y no opaquen la difusión de éstos y otros eventos artísticos, que no hacen otra cosa que embellecer el escenario natural pinamarense. Hágase justicia.
Tamaña muestra estética, semejante esfuerzo organizativo y convocante, sin embargo, ha desatado el encono y la furia de algunas fuerzas vivas de la ciudad balnearia -por demás retrógradas- sede de este sonoro encuentro anual. Es tal la oposición que ha despertado este desinteresado festival musical en ciertos sectores tradicionalistas, que dicen defender el movimiento coral (bochornosa mentira), que el año pasado se ha publicado, en el lapso que durara el encuentro musical, un lamentable pasquín con el propósito de denostar y desacreditar al encuentro “Coros en el Bosque”, produciendo lógica y comprensivmente, unos profundos pesares y desazones en la comisión organizadora y también en los coros invitados. Esta pseudo-publicación hizo lamentable gala de profundos prejuicios que se creía que ya habían dejado de existir por obra del progreso y el avance en la cultura. Es así que en las páginas de “Despojos pinamarenses” –así se llama este triste opúsculo- se encuentran explícitas diatribas que denotan homofobia, misoginia, xenofobia, machismo y toda clase de intolerancias cívicas que atentan contra la sana convivencia que debería reinar en playas y ciudades del sur. En un intento por denunciar semejante atropello, que busca producir enfrentamientos y divisiones en el movimiento coralístico mundial, es que desde Balas de Cebita se publican los números producidos y difundidos de “Despojos...” en diversas zonas de Pinamar y playas aledañas, con la esperanza de que estos siniestros emprendimientos no vuelvan a repetirse y no opaquen la difusión de éstos y otros eventos artísticos, que no hacen otra cosa que embellecer el escenario natural pinamarense. Hágase justicia.
martes, 24 de abril de 2007
lunes, 23 de abril de 2007
Diario de septiembre
Diario de la urgencia por seguir creciendo
Septiembre 2006
Sábado 2
Salimos los tres Amaya-Nakache a imprimir fotos de Mora con nosotros y con la familia extendida, para enviarle a su Señoría la Jueza misionera, junto con los papeles solicitados para la renovación de la guarda. La selección de fotos nos confronta con el pasadito de nuestra hija, que nos llegó siendo un pichoncito-renacuajito de morondanga y hoy ya es toda una señorita. Este nuevo envío a Su Señoría nos acerca cada vez más a la adopción plena. Es que los tres cada día somos más familia en el amor y lo queremos ser también para las leyes jurídicas humanas.
Domingo 3
Visita a la casa de nuestros amigos Ele, Mario, Zoe y Quico. Se trata de reunirnos y comer, es decir, reproducir la argentinidad también en el encuentro de amigos. Brindamos con rico vino por la reunida, ocasión donde le agradezco a Mario (quien se hace el desentendido) todo lo que nos ayudó para que pudiésemos encontrarnos Débora y yo con nuestra bella hijita.
Lunes 4
Consulta de control al pediatra de la obra social. Nos indica que el miércoles, cuando cumpla seis meses, Mora ya podrá empezar a comer sólido, aconsejándonos para tal efecto, papillas varias. La madre de la niña llora diciendo “¡cómo crece mi hija! La niña de la madre sonríe y piensa: “¡por fin se avivaron, loco, quiero morfi de verdad!
Martes 5
Llega la abuela paterna y Jonathan, el tío materno. Al susodicho le agarra un ataque de amor, que expande hablándole al oído a Mora, y abrazándola de tal manera, que mi hija encuentra un placer inesperado, quedándose pancha, recibiendo los mimos de su tío. Debo confesar que este truhán me hizo experimentar por vez primera los celos de padre, al contemplar a mi hija con otro hombre que la mima.
Miércoles 6
Bruno, nuestro amigo radicado en Barcelona, nos escribe: “leo las noticias sobre el imparable crecimiento de Morita. ¡Seis meses, criatura, no sabe en manos de quienes ha caído!” Anhelo el momento en que pueda tomarla en sus brazos y convertirse materialmente en el tío que vive en el extranjero.
Llega finalmente el día D (desembarco del alimento sólido). Los seis meses de Mora los inauguramos dándole su primera papilla. El menú del día de la fecha consta de: primer plato banana pisada, segundo plato: manzana rallada. Mientras su mamá le prepara la comidita, llora de emoción diciendo: “¡cómo crece mi hijita!” La casa se reserva el derecho de admisión.
Las miro, a mi hija y a mi esposa, atribulada una, por los extraños sólidos que introducimos en su boquita y emocionada la otra, frente a semejante acontecimiento y pienso que los tres somos una creación de aquello que una vez le propuse a mi otrora chica-que-me-gusta, hoy mi amada esposa: “formemos una familia”. Me siento superpoderoso, modestia aparte.
Jueves 8
Luego del día D, la emocionada madre de Mora inundó el éter electrónico con las fotos de nuestra hija y su carita de asombro y posterior entusiasmamiento, ya que con sus manitos agarraba el babero y chupaba la comida que allí había caído, en clara intención de recuperar el tiempo perdido en la ingesta de escuálidos biberones. La carta anunciando la buena nueva fue, claro, enfática: “para que lo sepan y lo vean con sus propios ojos, ¡ayer Morita empezó a comer! Esta es nuestra fiesta cotidiana, sus seis meses recién estrenados y la sorpresa por este hecho inédito que inaugura una nueva era Moriana. Tal como pensábamos, la escena del comer le pareció rarísima pero le gustó o por lo menos intentó tragar, chupetear, sorber, lo que sea. Finalmente le quedó bastante más dentro de la panza que en el delantalcito plástico que le pusimos (aunque allí quedó bastante). Por supuesto (antes que lo diga el padre) yo lloré como loca preparando el purecito de manzana y el de banana”. En fin, diatribas e improperios que arroja irresponsablemente mi señora esposa, como si yo la tildara de lacrimógena... ¡Habráse visto insolencia, barbarie y alevosía!

Viernes 9
Llega carta electrónica de Gaby, la tía paterna, desde su residencia santafesina: “la semana pasada soñé que le daba besos a Morita en la espalda, a la tarde cuando llegué a casa había un nenito de dos años al que le levanté el buzo y le di los besitos destinados a Mora... es que ya se me inflaban los cachetes de tenerlos guardados”. Es evidente que ha alcanzado una dedicación full-time para llevar a cabo su tiazgo.
Mora ya come con cierta maestría. Comienza a estirar su cuellito para recibir la cuchara con el sólido maná que su emocionada madre le ofrece. La nena le come ¿qué más puede pedir una madre judía?
Sábado 10
Visitan a Mora sus tíos maternos Judith y Jonathan con regalitos inéditos para ella: ¡zapatitos! Almuerzo familiar donde comentamos el crecimiento y la belleza sin precedecentes de mi hija. Sus tíos, contentos con su título ganado en buena ley, la ley del amor.
En horas de la tarde, nos visita Nuri, la amiga de infancia de Débora, su esposo y su bonita hijita. Como Mora ya es toda una mujer, les devolvemos el moisés que nos hubieron de prestar con amor, y que cobijara a nuestra hija en sus primeros tres meses de vida. Aprovechamos para mostrarles los progresos que Mora estaba haciendo con el canchero auto-sport montable que nos regalaran en su visita anterior: mi hija se toma del volante y pasea por la casa, empujada por una nafta especial con bajo contenido en plomo: yo mismo.
Ya ensanchada la noche, nos procuramos una salida de marido y mujer a un cumpleaños de una compañera de cátedra de Débora con dancing, donde mi desenfadada consorte cantó cual Tormenta ante el desafío que le espetó el animador del evento. Mora se reserva el derecho de quedarse en su casa, acompañada responsablemente por un tutor o encargado.
Domingo 11
Nos escribe Dani, el tío materno desde su kibutz: “¡Que linda esa sobri... Ya la veo con las manos embarradas con puré de calabaza, limpiándose en los sillones blancos! Ya lo empiezan a ver: esta etapa de cambios en los hábitos alimentarios, trae consigo nuevos lugares que no conocíamos antes en el cuerpo de los peques, donde ellos nos dejan recuerditos de sus comidas, así como lugares que tampoco conocíamos en la casa, donde hasta allí llegan simpáticamente restos de sus alimentos. Otro casi imperceptible cambio lo podemos encontrar en lo novedoso de sus defecaciones, que ya son casi como los de una personita grande... casi el mismo olor. ¡Que lindo! Y lo mejor de todo es cuando se sientan un buen rato y todo pasa a ser parte del revestimiento culífero... Después de todas estas pruebas de amor que les damos (al no escaparnos), que no nos vengan con psicólogos culpógenos!” La voz de la experiencia (padre de dos bellas niñas) hace que tomemos nota del porvenir que nos aguarda, tan heterogéneo en percepciones sensitivas.
Salida vespertina a casa de nuestros amigos Sandra y Oscar, donde nos esperan junto a sus hijas Laurita y Victoria. Nos dedicamos a ser felices y ver a nuestras hijas crecer, mirándolas y mirándonos emocionados por nuestra condición de cautivos del amor.
Martes 13
Visita de Chiche, el abuelo materno, que a pesar de su cansancio por el trabajo, se llega hasta nuestro domicilio para ver a su nieta. Mora se muestra confundida, se pregunta si es un abuelo o un juguete. Le comento que los sobrenombres son juguetes del lenguaje, chichecitos del pensamiento, a los que les damos cuerda con la mente. Las palabras hijita, juguetes del viento son.
Jueves 14
Llevo a Mora nuevamente de visita a mi estudio. Continúo escribiendo el Diario de la urgencia, cuando en un determinado momento decido leérselo. Mi hija mira alternativamente la pantalla y mi boca. Me detengo y le pregunto si acaso le resulto un coleccionista sin gusto, que conserva a ciegas preciosas insignificancias cotidianas, dramas triviales, distracciones fútiles, incidentes fatuos, en fin, cosas que le resulten acaso naderías escriturarias. Me dice: “dejámelo pensar para cuando tenga pensamiento. Por ahora papito, como dice el tango, primero sufrí, después lloré y ahora como la papa y ando sin pensamiento”.
Salgo de paseo con mi hija. En la vía pública, un señor me comenta que es muy hermosa. Luego, una señora me dice que tiene unos cachetes que son dos manzanas para comérselas. Otra señora, extraña ella, me dice que mi hija posee una nariz tan hermosa, que parece un enchufe. No hay nada que hacer, se paraban pa’ mirarla...
Sábado 16
Débora lleva a Mora a su trabajo de la facultad, para una mesa examinadora. Nuestra hija es profundamente admirada (en acto examinador) por todo un plantel docente especialista en psicología educacional. El diagnóstico psicotécnico es unánime y altamente científico: “¡es una gordita divina!”
Nueva salida musical de mi hija, que vuelve a escucharme cantar con el grupo vocal, ahora en una peña. La gente la saluda, le habla y la llama por su nombre. Mora se asombra por tanta coincidencia en los sonidos que salen de sus bocas, como si empezara a relacionar el lenguaje con el mundo. Ya tendrá tiempo para saber que ambos son dos extranjeros el uno para con el otro, que la palabra y la cosa, cuando se encuentran, cantan como el tango: “y ahora que estoy frente a ti, parecemos, ya ves, dos extraños”.
Miércoles 20
Nos escribe nuestra amiga Stella, emocionada por las fotos que le enviamos de Mora engullendo sus primeras papas: “es emocionante compartir este vértigo. Sentir la vida crecer y arrojarse a este mar sin prevenciones”.
Visita de los bisabuelos, quienes se asombran que “la bichita” ya esté comiendo. Concluyen que Mora “es una bandida” porque ahora se va a comer toda la comida que haya en la casa. Por un momento me asusto, y pienso en comprar raciones de comida y guardarla bajo las baldosas.
Jueves 21
Consulta con el pediatra Dr. Cacho. Mora pela 8,000 kgs. en la balanza y trepa hasta los 65 cms. de altura. Decidida a ocupar su lugar en el mundo, se muestra creciente. Su madre se emociona por la presencia de su hija y ensaya un puchero. Mora no comprende la metáfora y le pide comer.
Viernes 22
Año nuevo judío con los Nakache en casa de Sala, uno de los tíos maternos de Mora. La tierra natal del judío, dice el filósofo, es el texto. Yo también habito en la letra, y la letra me habita desde que fui niño. Lo nuevo este año es la llegada de mi hija, que me permite establecer un lugar para escribir acerca de su vida, de nuestra existencia juntos a partir de ahora. Me pregunto si poseeremos libre albedrío, capacidades de comprensión, discernimiento y creación a partir de lo existente, como se afirma que nos han sido otorgadas. Mi hija me mira como si me preguntara cómo preservar el monoteísmo en una cultura como la contemporánea, cada vez más politeísta y pagana. Le digo que tanto en la antigüedad como en nuestra Era, la resistencia siempre fue ante el Imperio.
Sábado 23
Visita de Cecilia, la tía abuela entrerriana y la abuela paternas. Se sorprenden por ver a su sobrina-nieta y nieta cómo crece y se comunica con toda forma viviente. Me comentan que crece día a día, quizás creyendo que ignoro semejante cosa. Me muestro sorprendido, entre otras cosas, porque lo estoy.
Se casa nuestra amiga Yamila y vamos a la fiesta que brinda. Cuando sea madre, su hija será amiguita de Mora, así como su madre lo es de quien conoció cuando tenía la edad de Mora y hoy celebra su matrimonio. Comentándole a Mora semejante historia de amor, le digo que todo converge lentamente en el universo, que es como un fuelle: está vacío pero es inagotable. Mi hija me pregunta de dónde saqué semejante cosa. Le estoy por decir que del Tao Te King, pero me sale Aníbal Troilo.
Lunes 25
Sonamos: Leticia, la señora que bien cuida a mi hija, no viene. Zafarrancho de combate. Débora tiene que ir a trabajar, así que me quedo al cuidado de la princesita del hogar, le preparo su sustancioso alimento y procedo a realizar diversos divertimentos para que mi hija comprenda que la vida es un carnaval. En un momento de descanso del jolgorio, la pachanga y el piripipí, le cuento que estamos haciendo historia y presente, que somos hija y padre en un encuentro inédito, aunque, como dice el poeta, las cosas acontezcan en nosotros mucho antes de que sucedan.
Día de reincidencias: aprovechando su estadía capitalina, la tía abuela paterna de Mora se apersona nuevamente, acompañada de su cuñada, quien pretende conocer a mi hija, seducida por los comentarios de Cecilia. También se presenta enarbolando sus derechos la abuela paterna, hermana de la primera. “¡Pero qué de cruces parenteriles!” me comenta mi hija mientras busca su chupete.
Jueves 28
Me escribe nuestra entrañable amiga Soledad desde su lar en Barcelona, apesadumbrada mientras lee un Diario de la urgencia: “mientras te leía, pensaba qué lejanitud, qué abismamiento, qué hondo océano nos separa, ya no apareceremos en su diario, ni siquiera la vimos todavía! Querida Sole: tenemos toda una vida por vivir, nuestras hijas van a jugar juntas en las muchas visitas que cada uno nos hagamos, cruzando los mares para encontrarnos y querernos sin fin.
Viernes 29
Salida nocturna con mi señora esposa: Mora queda al cuidado de su abuela paterna. Nos vamos al casamiento de Amalia, compañera de mi grupo vocal, con el explícito propósito de reír, beber y bailar, en honor a quien deja de ser doncella para ser desposada. En su homenaje, alguien le regala una bella canción, con bella voz: es su hija de 18 años. También, por supuesto, con mi esposa en cada brindis (oficial o inventado por nosotros) festejamos por la familia Amaya-Nakache, anunciada en plenitud por la llegada de Mora, el pequeño ser de luz que todo lo ilumina.
Sábado 30
Mora acrecienta su patrimonio gastronómico: primera vez de vitina. Su paleta gustativa se suma enriquecida a la visual, la táctil (con manos y boca) y la auditiva. Su existencia se complejiza junto con el mundo que conoce. Me mira como queriendo compartir la aventura del vivir. Le digo que para entender el mundo exterior habría que pensar en que es un elástico que se estira lentamente, en expansión sin pausa. Pero resulta que no podemos mantenerlo estirado, porque se nos cansan los dedos. De manera que, o lo desestiramos igual de lento, o dejamos el elástico bruscamente y entonces ¡se produce la explosión! ¡Patapúfete! Es que vivir es un big-bang, igual que conocer. Y empezar a vivir, un requete-big-bang.
Septiembre 2006
Sábado 2
Salimos los tres Amaya-Nakache a imprimir fotos de Mora con nosotros y con la familia extendida, para enviarle a su Señoría la Jueza misionera, junto con los papeles solicitados para la renovación de la guarda. La selección de fotos nos confronta con el pasadito de nuestra hija, que nos llegó siendo un pichoncito-renacuajito de morondanga y hoy ya es toda una señorita. Este nuevo envío a Su Señoría nos acerca cada vez más a la adopción plena. Es que los tres cada día somos más familia en el amor y lo queremos ser también para las leyes jurídicas humanas.
Domingo 3
Visita a la casa de nuestros amigos Ele, Mario, Zoe y Quico. Se trata de reunirnos y comer, es decir, reproducir la argentinidad también en el encuentro de amigos. Brindamos con rico vino por la reunida, ocasión donde le agradezco a Mario (quien se hace el desentendido) todo lo que nos ayudó para que pudiésemos encontrarnos Débora y yo con nuestra bella hijita.
Lunes 4
Consulta de control al pediatra de la obra social. Nos indica que el miércoles, cuando cumpla seis meses, Mora ya podrá empezar a comer sólido, aconsejándonos para tal efecto, papillas varias. La madre de la niña llora diciendo “¡cómo crece mi hija! La niña de la madre sonríe y piensa: “¡por fin se avivaron, loco, quiero morfi de verdad!
Martes 5
Llega la abuela paterna y Jonathan, el tío materno. Al susodicho le agarra un ataque de amor, que expande hablándole al oído a Mora, y abrazándola de tal manera, que mi hija encuentra un placer inesperado, quedándose pancha, recibiendo los mimos de su tío. Debo confesar que este truhán me hizo experimentar por vez primera los celos de padre, al contemplar a mi hija con otro hombre que la mima.
Miércoles 6
Bruno, nuestro amigo radicado en Barcelona, nos escribe: “leo las noticias sobre el imparable crecimiento de Morita. ¡Seis meses, criatura, no sabe en manos de quienes ha caído!” Anhelo el momento en que pueda tomarla en sus brazos y convertirse materialmente en el tío que vive en el extranjero.
Llega finalmente el día D (desembarco del alimento sólido). Los seis meses de Mora los inauguramos dándole su primera papilla. El menú del día de la fecha consta de: primer plato banana pisada, segundo plato: manzana rallada. Mientras su mamá le prepara la comidita, llora de emoción diciendo: “¡cómo crece mi hijita!” La casa se reserva el derecho de admisión.
Las miro, a mi hija y a mi esposa, atribulada una, por los extraños sólidos que introducimos en su boquita y emocionada la otra, frente a semejante acontecimiento y pienso que los tres somos una creación de aquello que una vez le propuse a mi otrora chica-que-me-gusta, hoy mi amada esposa: “formemos una familia”. Me siento superpoderoso, modestia aparte.
Jueves 8
Luego del día D, la emocionada madre de Mora inundó el éter electrónico con las fotos de nuestra hija y su carita de asombro y posterior entusiasmamiento, ya que con sus manitos agarraba el babero y chupaba la comida que allí había caído, en clara intención de recuperar el tiempo perdido en la ingesta de escuálidos biberones. La carta anunciando la buena nueva fue, claro, enfática: “para que lo sepan y lo vean con sus propios ojos, ¡ayer Morita empezó a comer! Esta es nuestra fiesta cotidiana, sus seis meses recién estrenados y la sorpresa por este hecho inédito que inaugura una nueva era Moriana. Tal como pensábamos, la escena del comer le pareció rarísima pero le gustó o por lo menos intentó tragar, chupetear, sorber, lo que sea. Finalmente le quedó bastante más dentro de la panza que en el delantalcito plástico que le pusimos (aunque allí quedó bastante). Por supuesto (antes que lo diga el padre) yo lloré como loca preparando el purecito de manzana y el de banana”. En fin, diatribas e improperios que arroja irresponsablemente mi señora esposa, como si yo la tildara de lacrimógena... ¡Habráse visto insolencia, barbarie y alevosía!
Viernes 9
Llega carta electrónica de Gaby, la tía paterna, desde su residencia santafesina: “la semana pasada soñé que le daba besos a Morita en la espalda, a la tarde cuando llegué a casa había un nenito de dos años al que le levanté el buzo y le di los besitos destinados a Mora... es que ya se me inflaban los cachetes de tenerlos guardados”. Es evidente que ha alcanzado una dedicación full-time para llevar a cabo su tiazgo.
Mora ya come con cierta maestría. Comienza a estirar su cuellito para recibir la cuchara con el sólido maná que su emocionada madre le ofrece. La nena le come ¿qué más puede pedir una madre judía?
Sábado 10
Visitan a Mora sus tíos maternos Judith y Jonathan con regalitos inéditos para ella: ¡zapatitos! Almuerzo familiar donde comentamos el crecimiento y la belleza sin precedecentes de mi hija. Sus tíos, contentos con su título ganado en buena ley, la ley del amor.
En horas de la tarde, nos visita Nuri, la amiga de infancia de Débora, su esposo y su bonita hijita. Como Mora ya es toda una mujer, les devolvemos el moisés que nos hubieron de prestar con amor, y que cobijara a nuestra hija en sus primeros tres meses de vida. Aprovechamos para mostrarles los progresos que Mora estaba haciendo con el canchero auto-sport montable que nos regalaran en su visita anterior: mi hija se toma del volante y pasea por la casa, empujada por una nafta especial con bajo contenido en plomo: yo mismo.
Ya ensanchada la noche, nos procuramos una salida de marido y mujer a un cumpleaños de una compañera de cátedra de Débora con dancing, donde mi desenfadada consorte cantó cual Tormenta ante el desafío que le espetó el animador del evento. Mora se reserva el derecho de quedarse en su casa, acompañada responsablemente por un tutor o encargado.
Domingo 11
Nos escribe Dani, el tío materno desde su kibutz: “¡Que linda esa sobri... Ya la veo con las manos embarradas con puré de calabaza, limpiándose en los sillones blancos! Ya lo empiezan a ver: esta etapa de cambios en los hábitos alimentarios, trae consigo nuevos lugares que no conocíamos antes en el cuerpo de los peques, donde ellos nos dejan recuerditos de sus comidas, así como lugares que tampoco conocíamos en la casa, donde hasta allí llegan simpáticamente restos de sus alimentos. Otro casi imperceptible cambio lo podemos encontrar en lo novedoso de sus defecaciones, que ya son casi como los de una personita grande... casi el mismo olor. ¡Que lindo! Y lo mejor de todo es cuando se sientan un buen rato y todo pasa a ser parte del revestimiento culífero... Después de todas estas pruebas de amor que les damos (al no escaparnos), que no nos vengan con psicólogos culpógenos!” La voz de la experiencia (padre de dos bellas niñas) hace que tomemos nota del porvenir que nos aguarda, tan heterogéneo en percepciones sensitivas.
Salida vespertina a casa de nuestros amigos Sandra y Oscar, donde nos esperan junto a sus hijas Laurita y Victoria. Nos dedicamos a ser felices y ver a nuestras hijas crecer, mirándolas y mirándonos emocionados por nuestra condición de cautivos del amor.
Martes 13
Visita de Chiche, el abuelo materno, que a pesar de su cansancio por el trabajo, se llega hasta nuestro domicilio para ver a su nieta. Mora se muestra confundida, se pregunta si es un abuelo o un juguete. Le comento que los sobrenombres son juguetes del lenguaje, chichecitos del pensamiento, a los que les damos cuerda con la mente. Las palabras hijita, juguetes del viento son.
Jueves 14
Llevo a Mora nuevamente de visita a mi estudio. Continúo escribiendo el Diario de la urgencia, cuando en un determinado momento decido leérselo. Mi hija mira alternativamente la pantalla y mi boca. Me detengo y le pregunto si acaso le resulto un coleccionista sin gusto, que conserva a ciegas preciosas insignificancias cotidianas, dramas triviales, distracciones fútiles, incidentes fatuos, en fin, cosas que le resulten acaso naderías escriturarias. Me dice: “dejámelo pensar para cuando tenga pensamiento. Por ahora papito, como dice el tango, primero sufrí, después lloré y ahora como la papa y ando sin pensamiento”.
Salgo de paseo con mi hija. En la vía pública, un señor me comenta que es muy hermosa. Luego, una señora me dice que tiene unos cachetes que son dos manzanas para comérselas. Otra señora, extraña ella, me dice que mi hija posee una nariz tan hermosa, que parece un enchufe. No hay nada que hacer, se paraban pa’ mirarla...
Sábado 16
Débora lleva a Mora a su trabajo de la facultad, para una mesa examinadora. Nuestra hija es profundamente admirada (en acto examinador) por todo un plantel docente especialista en psicología educacional. El diagnóstico psicotécnico es unánime y altamente científico: “¡es una gordita divina!”
Nueva salida musical de mi hija, que vuelve a escucharme cantar con el grupo vocal, ahora en una peña. La gente la saluda, le habla y la llama por su nombre. Mora se asombra por tanta coincidencia en los sonidos que salen de sus bocas, como si empezara a relacionar el lenguaje con el mundo. Ya tendrá tiempo para saber que ambos son dos extranjeros el uno para con el otro, que la palabra y la cosa, cuando se encuentran, cantan como el tango: “y ahora que estoy frente a ti, parecemos, ya ves, dos extraños”.
Miércoles 20
Nos escribe nuestra amiga Stella, emocionada por las fotos que le enviamos de Mora engullendo sus primeras papas: “es emocionante compartir este vértigo. Sentir la vida crecer y arrojarse a este mar sin prevenciones”.
Visita de los bisabuelos, quienes se asombran que “la bichita” ya esté comiendo. Concluyen que Mora “es una bandida” porque ahora se va a comer toda la comida que haya en la casa. Por un momento me asusto, y pienso en comprar raciones de comida y guardarla bajo las baldosas.
Jueves 21
Consulta con el pediatra Dr. Cacho. Mora pela 8,000 kgs. en la balanza y trepa hasta los 65 cms. de altura. Decidida a ocupar su lugar en el mundo, se muestra creciente. Su madre se emociona por la presencia de su hija y ensaya un puchero. Mora no comprende la metáfora y le pide comer.
Viernes 22
Año nuevo judío con los Nakache en casa de Sala, uno de los tíos maternos de Mora. La tierra natal del judío, dice el filósofo, es el texto. Yo también habito en la letra, y la letra me habita desde que fui niño. Lo nuevo este año es la llegada de mi hija, que me permite establecer un lugar para escribir acerca de su vida, de nuestra existencia juntos a partir de ahora. Me pregunto si poseeremos libre albedrío, capacidades de comprensión, discernimiento y creación a partir de lo existente, como se afirma que nos han sido otorgadas. Mi hija me mira como si me preguntara cómo preservar el monoteísmo en una cultura como la contemporánea, cada vez más politeísta y pagana. Le digo que tanto en la antigüedad como en nuestra Era, la resistencia siempre fue ante el Imperio.
Sábado 23
Visita de Cecilia, la tía abuela entrerriana y la abuela paternas. Se sorprenden por ver a su sobrina-nieta y nieta cómo crece y se comunica con toda forma viviente. Me comentan que crece día a día, quizás creyendo que ignoro semejante cosa. Me muestro sorprendido, entre otras cosas, porque lo estoy.
Se casa nuestra amiga Yamila y vamos a la fiesta que brinda. Cuando sea madre, su hija será amiguita de Mora, así como su madre lo es de quien conoció cuando tenía la edad de Mora y hoy celebra su matrimonio. Comentándole a Mora semejante historia de amor, le digo que todo converge lentamente en el universo, que es como un fuelle: está vacío pero es inagotable. Mi hija me pregunta de dónde saqué semejante cosa. Le estoy por decir que del Tao Te King, pero me sale Aníbal Troilo.
Lunes 25
Sonamos: Leticia, la señora que bien cuida a mi hija, no viene. Zafarrancho de combate. Débora tiene que ir a trabajar, así que me quedo al cuidado de la princesita del hogar, le preparo su sustancioso alimento y procedo a realizar diversos divertimentos para que mi hija comprenda que la vida es un carnaval. En un momento de descanso del jolgorio, la pachanga y el piripipí, le cuento que estamos haciendo historia y presente, que somos hija y padre en un encuentro inédito, aunque, como dice el poeta, las cosas acontezcan en nosotros mucho antes de que sucedan.
Día de reincidencias: aprovechando su estadía capitalina, la tía abuela paterna de Mora se apersona nuevamente, acompañada de su cuñada, quien pretende conocer a mi hija, seducida por los comentarios de Cecilia. También se presenta enarbolando sus derechos la abuela paterna, hermana de la primera. “¡Pero qué de cruces parenteriles!” me comenta mi hija mientras busca su chupete.
Jueves 28
Me escribe nuestra entrañable amiga Soledad desde su lar en Barcelona, apesadumbrada mientras lee un Diario de la urgencia: “mientras te leía, pensaba qué lejanitud, qué abismamiento, qué hondo océano nos separa, ya no apareceremos en su diario, ni siquiera la vimos todavía! Querida Sole: tenemos toda una vida por vivir, nuestras hijas van a jugar juntas en las muchas visitas que cada uno nos hagamos, cruzando los mares para encontrarnos y querernos sin fin.
Viernes 29
Salida nocturna con mi señora esposa: Mora queda al cuidado de su abuela paterna. Nos vamos al casamiento de Amalia, compañera de mi grupo vocal, con el explícito propósito de reír, beber y bailar, en honor a quien deja de ser doncella para ser desposada. En su homenaje, alguien le regala una bella canción, con bella voz: es su hija de 18 años. También, por supuesto, con mi esposa en cada brindis (oficial o inventado por nosotros) festejamos por la familia Amaya-Nakache, anunciada en plenitud por la llegada de Mora, el pequeño ser de luz que todo lo ilumina.
Sábado 30
Mora acrecienta su patrimonio gastronómico: primera vez de vitina. Su paleta gustativa se suma enriquecida a la visual, la táctil (con manos y boca) y la auditiva. Su existencia se complejiza junto con el mundo que conoce. Me mira como queriendo compartir la aventura del vivir. Le digo que para entender el mundo exterior habría que pensar en que es un elástico que se estira lentamente, en expansión sin pausa. Pero resulta que no podemos mantenerlo estirado, porque se nos cansan los dedos. De manera que, o lo desestiramos igual de lento, o dejamos el elástico bruscamente y entonces ¡se produce la explosión! ¡Patapúfete! Es que vivir es un big-bang, igual que conocer. Y empezar a vivir, un requete-big-bang.
domingo, 15 de abril de 2007
Diario de agosto
Diario de la urgencia por seguir creciendo
agosto 2006
Martes 1
Impactados por haber ido al cine el mes anterior (en realidad ayer), decidimos incursionar en la versión empobrecida de la percepción de la obra-imagen-en-movimiento: alquilamos un VHS en nuestro videoclub amigo. Elegimos “Perdidos en Tokio” y la disfrutamos mientras Mora reposa en sus habitaciones (en realidad una).
Miércoles 2
Nuestra hija descubre sus manos y se dedica a observarlas. Las abre, gira y cierra, especialmente su mano derecha. La rota y la observa en anverso y reverso, extiende sus dedos y trata de decirle cosas, como si sus extremidades superiores fueran extraños pájaros y ella una experimentada ornitóloga que sabe cómo comunicarse con formas de vida aladas. Le pregunto qué esta haciendo, y luego de pensar un rato me dice: “es que papi, resulta que lo permanente no significa lo inmóvil, sino simplemente lo que no cesa, mis manos son móviles, me parece que son permanentes y entonces no cesan”.

Viernes 4
Mora avanza en el descubrimiento de su cuerpo: se va anoticiando que tiene una pierna al final de su cadera y que probablemente también tenga otra, procediendo a experimentar los movimientos que estas extrañas partes corporales desarrollan. Nuevamente le pregunto que está haciendo, y con carta de “es evidente” me dice: “es que papi, más allá de mí misma, en algún lado aguardo mi llegada. Me doy cuenta que estaba en otras partes más allá de mí, esperándome”.
El atardecer anuncia el pase al fin de semana, razón por la cual salimos todos a merendar mamaderas, cafeses con leches y demás. A cada cual lo suyo.
Sábado 5
Ha llegado el momento de la vacunación pentavalente para la niña creciente. Vamos los tres hacia la aguja asesina. Mora, altiva, mira a la enfermera como diciendo “¿tú también, Bruto?” Finalmente, demasiado humana, llora a boca abierta. Débora sufre: otra vez, no puede, no sabe, no quiere tolerar la escena.
Despaciosamente, convalecientes los tres, nos dirigimos hacia otra escena, que pronto llegaría: la del almuerzo. Nos encontramos con nuestros amigos Ele, Mario y su hija Zoe, quien realiza en la sobremesa un retrato de Mora a mano alzada, que pasará a integrar la pinacoteca expuesta en la habitación de mi hija, titulada con coherencia “Retratos de Mora”.
Ya anocheciendo, llega Gaby, la tía paterna, quien se queda a cuidar a Mora producto de una programación otrora acordada, consistente en que los padres de la pequeña saldrían exorbitados a disfrutar de la alocada vida nocturna de Ciudad Autónoma, tan abandonada por ellos, desde que asumieron responsabilidades paternales y maternales de crianza. Hete aquí que desde un par horas después de almorzar, un dolor abdominal comenzó a gobernarme cual dictadura latinoamericana, hasta un punto de tal de insoportabilidad que terminamos por la noche mi fiel esposa y yo en el sanatorio Güemes, entre análisis clínicos, placas y muestras de agüita amarilla. A todo esto, ya iban casi 12 horas de cólicos y yo seguía retorciéndome en la camilla de la guardia. Débora, ya sin otros recursos para consolarme, comenzó a leerme ¡un libro que hablaba sobre el placer de veranear en los balnearios! En la oscura madrugada me dieron el alta con un diagnóstico abierto: apendicitis o infección, por lo que había que aguardar hasta mañana si cedían el dolor y la inflamación. No, si nosotros sí que sabemos vivir la vida.
Domingo 6
Comienzo el día en mi forma más lamentable: el dolor apenas había bajado y la inflamación intacta, y tenía indicación médica de no acercarme a mi hija, debido a la presunción de infección. Paralelamente a este cuadro –que podría ser tranquilamente el Güernica de Picasso- mi hija se despacha cumpliendo cinco meses. No puedo decirle en mi estado que ella es mi reciente morada, que por ella me demoro en cada paso, mirándola, pensándola. (¡cómo me duele la panza!) Quiero morar en cada instante, en cada escena que compartimos en familia, viviendo esta intensidad, este presente. Creo que la vida, como toda obra de arte, necesita que nos detengamos frente a ella, que abjuremos del fragor de las batallas cotidianas y citadinas, y que la escuchemos: (¿hasta cuando tendré que soportar este dolor?) ella tiene algo para decirnos, algo íntimo, reservado para quien que la escuche latir. Es un regalo para el que la quiera recibir: es un presente.
Con motivo del cumplemes, Mora recibe un llamado desde Entre Ríos de Cecilia, su tía-abuela paterna, deseosa de saber de la evolución de su sobrina-nieta. Entretanto, la tía Gaby retorna, no escarmentando del día anterior y con continuados anhelos de sacarle el jugo a cada viaje que hace desde Santa Fe, desplegando públicos deseos de tiazgo. Aprovecho para hacer usufructo de mi hermana, y con rostro y voz de enfermo le solicito que me cuide, ya que merced a convencerla, mi esposa marchóse con Mora al cumpleaños número uno de Valentino, el hijito de nuestra prima Brenda.
A eso de las 17.00 y después de UN DIA de cólicos, la inflamación comenzó a bajar y las puntadas a ceder. Mi bella esposa, hubo de atendernos todo el día a Mora y a mí, por muy diversas razones. Le estamos agradecidos por ello.
Martes 8
Visita al pediatra Cacho. Mora acusa en la balanza 7,000 kgs. y atropella con 64 cm. de altura. Ante nuestra consulta por sus crecientes reflujos post-mamadera, nos recomienda que le administremos leche antirreflujo. Nos comunica que comencemos a sentarla y nos explica la posición trípode para que la niña comience a reconocerse en esa posición. El galeno así la posiciona para enseñarnos. Mora lo mira como preguntándole: “¿se puede saber qué está haciendo doctor? ¿se encuentra usted mamado?” Luego Débora, perpetuando su costumbre, despliega su listado de preguntas, dudas, consultas y demás yerbas y palitos. Escena de madre entusiasta y pediatra resignado a lo inevitable. Finalmente, el facultativo encuentra a nuestra hija sana y salva. Nos lo comunica y procede a felicitarnos por como estamos criando a Mora. ¡Albricias, enhorabuena, recórcholis, por tutatis!

Jueves 10
Periplo por la obra social para que nos otorguen las latas de leche pediátrica para Mora. Papeles, explicaciones, sellos, autorizaciones, me permiten que siga aborreciendo a la burocracia, ese invento del sociólogo Max Weber que cobró vida propia cual monstruo frankesteniano: el burocratismo, otorgando a los servicios administrativos un poder que a todos nos atenaza con sus tentáculos. ¡Lucharé contra el monstruo para que no devore a mi hija!
Sábado 12
Fiesta de cumpleaños de nuestra amigas Gabriela y Soledad, las tías borrachas de Mora. Nos mandan una invitación que dice: “como los ríos, los amigos abrazan, contienen, acercan, comunican, conmueven, como cauces de un destino inagotable. Como los ríos, somos las coordenadas del cauce”. Contentos y con flores, vamos a su encuentro, a pasar lo que fue una noche llena de dicha, mientras Mora queda bajo resguardo de su tía Sara, la amiga de infancia de la otrora infanta Débora.
Domingo 13
Hoy la sociedad de consumo ordena que es el Día del niño. Le regalamos a nuestra hija la Gata Murrungata para su cuna, quien entra a convivir con el Oso Sinforoso y la Jirafita Ita. Luego de un período de adaptación, resultan amigos, y agigantan la Barra de Gomías de Mora, que la ayudan todas las noches a dormirse cantándole unos arrorrós, algunos negros spirituals y ciertas canciones de música progresiva.

Lunes 14
Problemas diurnos: Mora se viene negando sistemáticamente a quedarse sentada. Basta que la pongamos en posición trípode para que la tipa abra los brazos en cruz y se arquee para atrás, cual nadadora en trampolín de piscina olímpica. Una y otra vez corcovea y sólo se calma cuando recupera su posición horizontal. ¿Habremos de contratar a un domador de circo?
Miércoles 16
Después de tanto y tanto dar vueltas, constatamos que en el mercado de la ingesta infantil no existe la leche antirreflujo (AR) líquida. Volvemos como en marzo, a la vaca rallada: leche AR en polvo, agua hervida, revolvida cucharil de ambos ingredientes en la lucha contra los grumos, y otros menesteres necesarios para la alquimia. El dispositivo alcanza tal complejidad, que decidimos que las mamaderas de la madrugada y el amanecer sean de leche pediátrica líquida. Es la vida que nos alcanza.
Nos escriben desde Barcelona nuestros amigos Bruno: “Me alegra que estés siendo feliz en familia, viendo crecer a Morita” y Soledad, quien leyendo los Diarios de la urgencia dice: ¡ansío el próximo capítulo... me siento tan cerca de ustedes, cuando los leo me lo imagino todito!” Le cuento a Mora que aunque ellos estén tan lejos, el amor construye puentes de luz que todo lo alcanzan.
Viernes 18
Termina la semana laboral. Llega el tiempo de la holgazanería, la molicie del espíritu. Exultante, le digo a Mora que se vienen dos días sin trabajar. Me pregunta qué es “sin trabajar”, olvidando que fue un tema que ya hubimos de abordar. Resuelvo ser más enfático al respecto. Me paro sobre la mesa y vocifero: “¡A quienes sostienen que el trabajo hace más viril a los hombres y constituye una obligación especial para los que son padres, yo les digo: es más viril rechazar todo yugo y depositar cualquier esperanza de progreso en el descanso! ¡Oigan todos: trabajo deriva del latín tripaliare, que significa torturar ¡torturar!, que a su vez deriva de tripalium, un aparato de tortura formado por tres palos cruzados! ¡Horror! ¡Vayamos todos a abolir el trabajo ahora!” Mora me mira y piensa: “éste no sabe la que le espera cuando venga mi mamá”.
Sábado 19
Salida de almuerzo en familia. Paseo de sobremesa y luego de visita a la casa de nuestros amigos Sandra, Oscar, y sus hijas Laurita y Victoria, puesto que Sandra cumple años. Comemos, reímos y sacamos fotos, actividades que estructuran todo buen lazo de amistad. Laurita nos regala un retrato de Mora con chupete incluido, por lo que la Galería “Retratos de Mora” aumenta su pinacoteca.
Problemas nocturnos: Mora se viene atragantando y derramando la leche líquida, por lo que decidimos volver a la vaca rallada. Guiada por el sentido común que la caracteriza, Débora procede a auscultar las tetinas y descubre que los orificios están agrandados. Sucede que la leche en polvo tiene una densidad que hacía difícil la ingesta, y habitualmente se producían grumos en el paso de la leche, lo que implicaba que Mora protestara por considerarse estafada en su buena fe. Frente a esto, Leticia, la señora que cuida a nuestra hija, decidió hacer mayor diámetro en los agujeros. Resultado: a comprar otro set de tetinas. ¡Qué país, qué país!
Domingo 20
Salimos con Lidia, la tía de Débora, su marido el Negro y sus hijos Nayla y Lautaro.
Vamos en cuatrimotor hacia Plaza Francia y aledaños, intentando ser indiferentes ante el frío del persistente invierno. Mora lo enfrenta con su arma más poderosa: el ceño fruncido. Los varones jugamos a la pelota, las mujeres preparan el mate y todos juntos disfrutamos del paseo dominguero.

Lunes 21
Me escribe nuestro amigo Jorge a propósito de los Diarios de la Urgencia: “la fascinación y la catarata de descubrimientos a los que Mora te induce” y me sugiere titularlos "acerca de la paternidad (y de la esposidad),(y de la unomismidad)”. Le agradezco y tomo nota de su sensata idea.
Invitamos a bisabuelos y abuela materna a nuestro hogar para que vean cuán crecida ya está Mora. El evento consiste en un almuerzo donde entre pollos y fideos-resorte, la agasajada observa con seriedad a sus familiares locales y visitantes: tiene la secreta sospecha de que lo llevado a nuestras bocas puede llegar a ser interesante. Mora se muestra resfriada, con mocos y con la consecuente respiración bucal. No obstante, se muestra anfitriona y sonríe ante los halagos recibidos.
Martes 22
Llega a seguir reafirmando su abuelidad paterna (como si hiciera falta) justamente la abuela paterna, todo un acto de coherencia, nuevamente. Con ella, nueva visita de la tía paterna, en otro periplo Santa Fe-Baires.
La familia materna y paterna de Mora se reúnen una y otra vez, y estos encuentros parece desmentir el interés, el egoísmo y la sed de lucro con que las sociedades modernas fundaron a esta institución: todos nos queremos, y lo demás no importa nada. Quizás Mora nos transforme a todos en post-feudales y pre-capitalistas al mismo tiempo.
Miércoles 23
Sonamos: nuestra hija descubre en forma definitiva que el alimento en el mundo no se compone sólo de leche en biberones. Cada vez que nos observa almorzar, su mirada denota creciente ambición. Nuestros desayunos y meriendas ya no le resultan indiferentes: observa qué es lo que nos llevamos a la boca cada vez y nos mira como diciendo: ¡basta de farsa! ¡exijo algo más copado para mis comidas!
Su necesidad de ingesta, que atraviesa varias fases, a veces la agarra muerta de hambre en medio del proceso mamaderil, y la única manera de calmarla es que vea cómo preparamos su biberón, introduciendo las medidas de leche en polvo y agua, más el agite y enfríe pertinente bajo la canilla de agua fría. Es tanta la atención que pone en la operación, que deja de llorar y observa con ojo de relojero cada movimiento. Cuando la mamadera está lista y enfriándose en la pileta de la cocina, ella en posición de upa, se agita hacia donde se encuentra la mamadera, se inclina y trata de tirarse de cabeza hacia la bacha, con brazos extendidos y manos abiertas, en franca intención apoderadora. La comida, se confirma, entra por los ojos.
Viernes 25
Mora no cesa de apropiarse del mundo. El nombre de lo que mira y toca se convierte en una parte de su experiencia con los objetos, ya que su madre se los dice en cada exploración que nuestra hija realiza. Imagino que la “realidad” para Morita es como un tapiz en proceso de fabricación, cuyo diseño sólo se hace inteligible a medida que ella, tejedora, añade toques de color, de gestos, de voces, a lo que va conociendo. Creación, revelación o descubrimiento...energía de los sentidos, actividad vital generadora de sentido, de radiantes imágenes y de sensaciones de vida, constituyen los luminosos índices de su existencia.
La observo expresarse y pienso que empieza a ser en el mismo acto de expresarse: su búsqueda de reconocimiento de los signos personales en las imágenes del mundo exterior, y la exteriorización de sus imágenes en el mundo de todos, afirma el reconocimiento de sí y de lo real que mi hija construye día a día. Le pregunto si es así como le están pasando las cosas. Me mira como diciendo: “¡nada que ver, papi!”
Domingo 27
Salida de paseo, que nuevamente se convierte en almuerzo. La manducación la llevamos a cabo en un lugar cerca de los bosques de Palermo.
Somos una familia, algo que pone contenta a la antropología, ya que la nuestra es una familia hecha a base de gentes no consanguíneas, lo que permite una descendencia más fuerte en lo físico y en lo moral. Somos dos tribus avanzadas que se han mezclado: nuestros cráneos han crecido, como era de esperar, y hemos alcanzado la cultura. Es decir, luz, civilización y libertad. Le comento todo esto a Mora. Nos mira como pensando: “reflexionen, todavía están a tiempo ¿en las cuevas de Altamira no se estaba mejor?”
Lunes 28
¡Finalmente! Mi hija acepta sentarse en posición trípode en un estado de equilibrio muy inestable, por lo que se mantiene ayudada con almohadones a sus costados (4 costados = 4 almohadones). El cambio de punto de vista la sorprende: el mundo, junto con ella, comienza a descender de las alturas y empieza a mostrarse sentado. Este giro con aire copernicano, claro, la marea: paulatinamente va adoptando la posición “Torre de Pisa” hasta un estado creciente de derribación plena. Todo vuelve al punto cero. A reconstruir el mundo nuevamente Mora, te prometo que te va a llevar algo más que seis días con un séptimo de descanso.
Miércoles 30
Resulta que la cuna de nuestra hija tiene dos niveles, y desde un principio, la señorita reposó en el primer piso. Hete aquí que la tipita ya quiere hincarse y asomarse para balconear, con el consabido riesgo de quedar prisionera de la Ley de Newton, y caer al piso, un tema grave (o de gravedad). Es preciso descender a Mora hasta la planta baja de la cuna, lo que implica que su madre y su padre deberemos tener un juego de cintura para levantarla y acostarla, ya que las paredes ahora han quedado altísimas. ¿Es que entonces ahora será necesario un personal trainning? ¡cáspita, zambomba, santa elongación!
Jueves 31
Tiempo de hechura de papeles para renovar la guarda de Morita: le escribimos una carta a Su Señoría la Jueza para comunicarle lo vivido en familia y le enviamos lo solicitado por su juzgado: certificación de buena salud por parte del pediatra, fotocopia certificada de la libreta de vacunación, junto con algunas fotos de estos meses para que -según Débora le escribe- “pueda ver lo hermosa que está y cuanto la quiere su familia”, tratando de ser objetiva, pero fracasando en lo absoluto, sin dudamente. En un nuevo intento de presentar cierta neutralidad en la narración de los hechos, mi joven esposa escribe: “está en un momento de crecimiento muy acelerado, donde todos los días aprende algo nuevo (...) es una bebita muy activa y ansiosa, le gusta emitir sonidos y es muy mimosa. La verdad es que todos los que la conocen, se sorprenden por la manera de expresarse y relacionarse con los demás”. Nuevo y estrepitoso fracaso de mesura. Es una carta que me conmueve, de una madre felicísima que se despide diciendo: “cada día su presencia en nuestras vidas es un milagro de amor y luz”.
agosto 2006
Martes 1
Impactados por haber ido al cine el mes anterior (en realidad ayer), decidimos incursionar en la versión empobrecida de la percepción de la obra-imagen-en-movimiento: alquilamos un VHS en nuestro videoclub amigo. Elegimos “Perdidos en Tokio” y la disfrutamos mientras Mora reposa en sus habitaciones (en realidad una).
Miércoles 2
Nuestra hija descubre sus manos y se dedica a observarlas. Las abre, gira y cierra, especialmente su mano derecha. La rota y la observa en anverso y reverso, extiende sus dedos y trata de decirle cosas, como si sus extremidades superiores fueran extraños pájaros y ella una experimentada ornitóloga que sabe cómo comunicarse con formas de vida aladas. Le pregunto qué esta haciendo, y luego de pensar un rato me dice: “es que papi, resulta que lo permanente no significa lo inmóvil, sino simplemente lo que no cesa, mis manos son móviles, me parece que son permanentes y entonces no cesan”.
Viernes 4
Mora avanza en el descubrimiento de su cuerpo: se va anoticiando que tiene una pierna al final de su cadera y que probablemente también tenga otra, procediendo a experimentar los movimientos que estas extrañas partes corporales desarrollan. Nuevamente le pregunto que está haciendo, y con carta de “es evidente” me dice: “es que papi, más allá de mí misma, en algún lado aguardo mi llegada. Me doy cuenta que estaba en otras partes más allá de mí, esperándome”.
El atardecer anuncia el pase al fin de semana, razón por la cual salimos todos a merendar mamaderas, cafeses con leches y demás. A cada cual lo suyo.
Sábado 5
Ha llegado el momento de la vacunación pentavalente para la niña creciente. Vamos los tres hacia la aguja asesina. Mora, altiva, mira a la enfermera como diciendo “¿tú también, Bruto?” Finalmente, demasiado humana, llora a boca abierta. Débora sufre: otra vez, no puede, no sabe, no quiere tolerar la escena.
Despaciosamente, convalecientes los tres, nos dirigimos hacia otra escena, que pronto llegaría: la del almuerzo. Nos encontramos con nuestros amigos Ele, Mario y su hija Zoe, quien realiza en la sobremesa un retrato de Mora a mano alzada, que pasará a integrar la pinacoteca expuesta en la habitación de mi hija, titulada con coherencia “Retratos de Mora”.
Ya anocheciendo, llega Gaby, la tía paterna, quien se queda a cuidar a Mora producto de una programación otrora acordada, consistente en que los padres de la pequeña saldrían exorbitados a disfrutar de la alocada vida nocturna de Ciudad Autónoma, tan abandonada por ellos, desde que asumieron responsabilidades paternales y maternales de crianza. Hete aquí que desde un par horas después de almorzar, un dolor abdominal comenzó a gobernarme cual dictadura latinoamericana, hasta un punto de tal de insoportabilidad que terminamos por la noche mi fiel esposa y yo en el sanatorio Güemes, entre análisis clínicos, placas y muestras de agüita amarilla. A todo esto, ya iban casi 12 horas de cólicos y yo seguía retorciéndome en la camilla de la guardia. Débora, ya sin otros recursos para consolarme, comenzó a leerme ¡un libro que hablaba sobre el placer de veranear en los balnearios! En la oscura madrugada me dieron el alta con un diagnóstico abierto: apendicitis o infección, por lo que había que aguardar hasta mañana si cedían el dolor y la inflamación. No, si nosotros sí que sabemos vivir la vida.
Domingo 6
Comienzo el día en mi forma más lamentable: el dolor apenas había bajado y la inflamación intacta, y tenía indicación médica de no acercarme a mi hija, debido a la presunción de infección. Paralelamente a este cuadro –que podría ser tranquilamente el Güernica de Picasso- mi hija se despacha cumpliendo cinco meses. No puedo decirle en mi estado que ella es mi reciente morada, que por ella me demoro en cada paso, mirándola, pensándola. (¡cómo me duele la panza!) Quiero morar en cada instante, en cada escena que compartimos en familia, viviendo esta intensidad, este presente. Creo que la vida, como toda obra de arte, necesita que nos detengamos frente a ella, que abjuremos del fragor de las batallas cotidianas y citadinas, y que la escuchemos: (¿hasta cuando tendré que soportar este dolor?) ella tiene algo para decirnos, algo íntimo, reservado para quien que la escuche latir. Es un regalo para el que la quiera recibir: es un presente.
Con motivo del cumplemes, Mora recibe un llamado desde Entre Ríos de Cecilia, su tía-abuela paterna, deseosa de saber de la evolución de su sobrina-nieta. Entretanto, la tía Gaby retorna, no escarmentando del día anterior y con continuados anhelos de sacarle el jugo a cada viaje que hace desde Santa Fe, desplegando públicos deseos de tiazgo. Aprovecho para hacer usufructo de mi hermana, y con rostro y voz de enfermo le solicito que me cuide, ya que merced a convencerla, mi esposa marchóse con Mora al cumpleaños número uno de Valentino, el hijito de nuestra prima Brenda.
A eso de las 17.00 y después de UN DIA de cólicos, la inflamación comenzó a bajar y las puntadas a ceder. Mi bella esposa, hubo de atendernos todo el día a Mora y a mí, por muy diversas razones. Le estamos agradecidos por ello.
Martes 8
Visita al pediatra Cacho. Mora acusa en la balanza 7,000 kgs. y atropella con 64 cm. de altura. Ante nuestra consulta por sus crecientes reflujos post-mamadera, nos recomienda que le administremos leche antirreflujo. Nos comunica que comencemos a sentarla y nos explica la posición trípode para que la niña comience a reconocerse en esa posición. El galeno así la posiciona para enseñarnos. Mora lo mira como preguntándole: “¿se puede saber qué está haciendo doctor? ¿se encuentra usted mamado?” Luego Débora, perpetuando su costumbre, despliega su listado de preguntas, dudas, consultas y demás yerbas y palitos. Escena de madre entusiasta y pediatra resignado a lo inevitable. Finalmente, el facultativo encuentra a nuestra hija sana y salva. Nos lo comunica y procede a felicitarnos por como estamos criando a Mora. ¡Albricias, enhorabuena, recórcholis, por tutatis!
Jueves 10
Periplo por la obra social para que nos otorguen las latas de leche pediátrica para Mora. Papeles, explicaciones, sellos, autorizaciones, me permiten que siga aborreciendo a la burocracia, ese invento del sociólogo Max Weber que cobró vida propia cual monstruo frankesteniano: el burocratismo, otorgando a los servicios administrativos un poder que a todos nos atenaza con sus tentáculos. ¡Lucharé contra el monstruo para que no devore a mi hija!
Sábado 12
Fiesta de cumpleaños de nuestra amigas Gabriela y Soledad, las tías borrachas de Mora. Nos mandan una invitación que dice: “como los ríos, los amigos abrazan, contienen, acercan, comunican, conmueven, como cauces de un destino inagotable. Como los ríos, somos las coordenadas del cauce”. Contentos y con flores, vamos a su encuentro, a pasar lo que fue una noche llena de dicha, mientras Mora queda bajo resguardo de su tía Sara, la amiga de infancia de la otrora infanta Débora.
Domingo 13
Hoy la sociedad de consumo ordena que es el Día del niño. Le regalamos a nuestra hija la Gata Murrungata para su cuna, quien entra a convivir con el Oso Sinforoso y la Jirafita Ita. Luego de un período de adaptación, resultan amigos, y agigantan la Barra de Gomías de Mora, que la ayudan todas las noches a dormirse cantándole unos arrorrós, algunos negros spirituals y ciertas canciones de música progresiva.
Lunes 14
Problemas diurnos: Mora se viene negando sistemáticamente a quedarse sentada. Basta que la pongamos en posición trípode para que la tipa abra los brazos en cruz y se arquee para atrás, cual nadadora en trampolín de piscina olímpica. Una y otra vez corcovea y sólo se calma cuando recupera su posición horizontal. ¿Habremos de contratar a un domador de circo?
Miércoles 16
Después de tanto y tanto dar vueltas, constatamos que en el mercado de la ingesta infantil no existe la leche antirreflujo (AR) líquida. Volvemos como en marzo, a la vaca rallada: leche AR en polvo, agua hervida, revolvida cucharil de ambos ingredientes en la lucha contra los grumos, y otros menesteres necesarios para la alquimia. El dispositivo alcanza tal complejidad, que decidimos que las mamaderas de la madrugada y el amanecer sean de leche pediátrica líquida. Es la vida que nos alcanza.
Nos escriben desde Barcelona nuestros amigos Bruno: “Me alegra que estés siendo feliz en familia, viendo crecer a Morita” y Soledad, quien leyendo los Diarios de la urgencia dice: ¡ansío el próximo capítulo... me siento tan cerca de ustedes, cuando los leo me lo imagino todito!” Le cuento a Mora que aunque ellos estén tan lejos, el amor construye puentes de luz que todo lo alcanzan.
Viernes 18
Termina la semana laboral. Llega el tiempo de la holgazanería, la molicie del espíritu. Exultante, le digo a Mora que se vienen dos días sin trabajar. Me pregunta qué es “sin trabajar”, olvidando que fue un tema que ya hubimos de abordar. Resuelvo ser más enfático al respecto. Me paro sobre la mesa y vocifero: “¡A quienes sostienen que el trabajo hace más viril a los hombres y constituye una obligación especial para los que son padres, yo les digo: es más viril rechazar todo yugo y depositar cualquier esperanza de progreso en el descanso! ¡Oigan todos: trabajo deriva del latín tripaliare, que significa torturar ¡torturar!, que a su vez deriva de tripalium, un aparato de tortura formado por tres palos cruzados! ¡Horror! ¡Vayamos todos a abolir el trabajo ahora!” Mora me mira y piensa: “éste no sabe la que le espera cuando venga mi mamá”.
Sábado 19
Salida de almuerzo en familia. Paseo de sobremesa y luego de visita a la casa de nuestros amigos Sandra, Oscar, y sus hijas Laurita y Victoria, puesto que Sandra cumple años. Comemos, reímos y sacamos fotos, actividades que estructuran todo buen lazo de amistad. Laurita nos regala un retrato de Mora con chupete incluido, por lo que la Galería “Retratos de Mora” aumenta su pinacoteca.
Problemas nocturnos: Mora se viene atragantando y derramando la leche líquida, por lo que decidimos volver a la vaca rallada. Guiada por el sentido común que la caracteriza, Débora procede a auscultar las tetinas y descubre que los orificios están agrandados. Sucede que la leche en polvo tiene una densidad que hacía difícil la ingesta, y habitualmente se producían grumos en el paso de la leche, lo que implicaba que Mora protestara por considerarse estafada en su buena fe. Frente a esto, Leticia, la señora que cuida a nuestra hija, decidió hacer mayor diámetro en los agujeros. Resultado: a comprar otro set de tetinas. ¡Qué país, qué país!
Domingo 20
Salimos con Lidia, la tía de Débora, su marido el Negro y sus hijos Nayla y Lautaro.
Vamos en cuatrimotor hacia Plaza Francia y aledaños, intentando ser indiferentes ante el frío del persistente invierno. Mora lo enfrenta con su arma más poderosa: el ceño fruncido. Los varones jugamos a la pelota, las mujeres preparan el mate y todos juntos disfrutamos del paseo dominguero.
Lunes 21
Me escribe nuestro amigo Jorge a propósito de los Diarios de la Urgencia: “la fascinación y la catarata de descubrimientos a los que Mora te induce” y me sugiere titularlos "acerca de la paternidad (y de la esposidad),(y de la unomismidad)”. Le agradezco y tomo nota de su sensata idea.
Invitamos a bisabuelos y abuela materna a nuestro hogar para que vean cuán crecida ya está Mora. El evento consiste en un almuerzo donde entre pollos y fideos-resorte, la agasajada observa con seriedad a sus familiares locales y visitantes: tiene la secreta sospecha de que lo llevado a nuestras bocas puede llegar a ser interesante. Mora se muestra resfriada, con mocos y con la consecuente respiración bucal. No obstante, se muestra anfitriona y sonríe ante los halagos recibidos.
Martes 22
Llega a seguir reafirmando su abuelidad paterna (como si hiciera falta) justamente la abuela paterna, todo un acto de coherencia, nuevamente. Con ella, nueva visita de la tía paterna, en otro periplo Santa Fe-Baires.
La familia materna y paterna de Mora se reúnen una y otra vez, y estos encuentros parece desmentir el interés, el egoísmo y la sed de lucro con que las sociedades modernas fundaron a esta institución: todos nos queremos, y lo demás no importa nada. Quizás Mora nos transforme a todos en post-feudales y pre-capitalistas al mismo tiempo.
Miércoles 23
Sonamos: nuestra hija descubre en forma definitiva que el alimento en el mundo no se compone sólo de leche en biberones. Cada vez que nos observa almorzar, su mirada denota creciente ambición. Nuestros desayunos y meriendas ya no le resultan indiferentes: observa qué es lo que nos llevamos a la boca cada vez y nos mira como diciendo: ¡basta de farsa! ¡exijo algo más copado para mis comidas!
Su necesidad de ingesta, que atraviesa varias fases, a veces la agarra muerta de hambre en medio del proceso mamaderil, y la única manera de calmarla es que vea cómo preparamos su biberón, introduciendo las medidas de leche en polvo y agua, más el agite y enfríe pertinente bajo la canilla de agua fría. Es tanta la atención que pone en la operación, que deja de llorar y observa con ojo de relojero cada movimiento. Cuando la mamadera está lista y enfriándose en la pileta de la cocina, ella en posición de upa, se agita hacia donde se encuentra la mamadera, se inclina y trata de tirarse de cabeza hacia la bacha, con brazos extendidos y manos abiertas, en franca intención apoderadora. La comida, se confirma, entra por los ojos.
Viernes 25
Mora no cesa de apropiarse del mundo. El nombre de lo que mira y toca se convierte en una parte de su experiencia con los objetos, ya que su madre se los dice en cada exploración que nuestra hija realiza. Imagino que la “realidad” para Morita es como un tapiz en proceso de fabricación, cuyo diseño sólo se hace inteligible a medida que ella, tejedora, añade toques de color, de gestos, de voces, a lo que va conociendo. Creación, revelación o descubrimiento...energía de los sentidos, actividad vital generadora de sentido, de radiantes imágenes y de sensaciones de vida, constituyen los luminosos índices de su existencia.
La observo expresarse y pienso que empieza a ser en el mismo acto de expresarse: su búsqueda de reconocimiento de los signos personales en las imágenes del mundo exterior, y la exteriorización de sus imágenes en el mundo de todos, afirma el reconocimiento de sí y de lo real que mi hija construye día a día. Le pregunto si es así como le están pasando las cosas. Me mira como diciendo: “¡nada que ver, papi!”
Domingo 27
Salida de paseo, que nuevamente se convierte en almuerzo. La manducación la llevamos a cabo en un lugar cerca de los bosques de Palermo.
Somos una familia, algo que pone contenta a la antropología, ya que la nuestra es una familia hecha a base de gentes no consanguíneas, lo que permite una descendencia más fuerte en lo físico y en lo moral. Somos dos tribus avanzadas que se han mezclado: nuestros cráneos han crecido, como era de esperar, y hemos alcanzado la cultura. Es decir, luz, civilización y libertad. Le comento todo esto a Mora. Nos mira como pensando: “reflexionen, todavía están a tiempo ¿en las cuevas de Altamira no se estaba mejor?”
Lunes 28
¡Finalmente! Mi hija acepta sentarse en posición trípode en un estado de equilibrio muy inestable, por lo que se mantiene ayudada con almohadones a sus costados (4 costados = 4 almohadones). El cambio de punto de vista la sorprende: el mundo, junto con ella, comienza a descender de las alturas y empieza a mostrarse sentado. Este giro con aire copernicano, claro, la marea: paulatinamente va adoptando la posición “Torre de Pisa” hasta un estado creciente de derribación plena. Todo vuelve al punto cero. A reconstruir el mundo nuevamente Mora, te prometo que te va a llevar algo más que seis días con un séptimo de descanso.
Miércoles 30
Resulta que la cuna de nuestra hija tiene dos niveles, y desde un principio, la señorita reposó en el primer piso. Hete aquí que la tipita ya quiere hincarse y asomarse para balconear, con el consabido riesgo de quedar prisionera de la Ley de Newton, y caer al piso, un tema grave (o de gravedad). Es preciso descender a Mora hasta la planta baja de la cuna, lo que implica que su madre y su padre deberemos tener un juego de cintura para levantarla y acostarla, ya que las paredes ahora han quedado altísimas. ¿Es que entonces ahora será necesario un personal trainning? ¡cáspita, zambomba, santa elongación!
Jueves 31
Tiempo de hechura de papeles para renovar la guarda de Morita: le escribimos una carta a Su Señoría la Jueza para comunicarle lo vivido en familia y le enviamos lo solicitado por su juzgado: certificación de buena salud por parte del pediatra, fotocopia certificada de la libreta de vacunación, junto con algunas fotos de estos meses para que -según Débora le escribe- “pueda ver lo hermosa que está y cuanto la quiere su familia”, tratando de ser objetiva, pero fracasando en lo absoluto, sin dudamente. En un nuevo intento de presentar cierta neutralidad en la narración de los hechos, mi joven esposa escribe: “está en un momento de crecimiento muy acelerado, donde todos los días aprende algo nuevo (...) es una bebita muy activa y ansiosa, le gusta emitir sonidos y es muy mimosa. La verdad es que todos los que la conocen, se sorprenden por la manera de expresarse y relacionarse con los demás”. Nuevo y estrepitoso fracaso de mesura. Es una carta que me conmueve, de una madre felicísima que se despide diciendo: “cada día su presencia en nuestras vidas es un milagro de amor y luz”.
jueves, 12 de abril de 2007
Diario de julio
Diario de la urgencia por seguir creciendo
Julio 2006
Sábado 1
Mi hija asiste por tercera vez a escucharme cantar, esta vez en la Florida de la provincia bonaerense. Decide traer a su abnegada madre, quien estoica, escucha nuevamente el repertorio que sale de mi garguero. Mora me mira cantar con la boca abierta. La miro mirarme mientras abro la boca y canto. Los dos somos canales de expresión para darnos a entender lo que nos pasa. Mi cumpa Fernando, del Grupo Vocal, generosamente nos viene a buscar y luego nos trae a casa. Mora fue mimada, una vez más, por todos los cantores bucales y sus familias.
Llegada la medianoche, y cenada Mora, la familia ya descansábamos de la jornada vivida. De repente, a las 03.00 de la madrugada, Débora escucha llorar a nuestra hija y cuando va a su cuarto exclama: ¡Esta nena tiene fiebre! El padre, es decir yo mismo propiamente, habituado a las exageraciones que propina su esposa, hace caso omiso tratando de conciliar el sueño. La madre, en estado exaltado, trae a su hija, que abandonada de sí misma, no tiene fuerzas para succionar el biberón. La cabecita de Morita se encuentra caliente. Sus ojitos parecen presos de conjuntivitis y nosotros, presos del susto. Llamamos al pediatra cuando comprobamos que Mora pela 39.3 de fiebre. ¡Zafarrancho! Nos dice que prestos, recurramos al nosocomio propicio. Salimos expelidos hacia la clínica Bazterrica. Débora, presa de suma aflicción, padece y padece el viaje en taxi. Mi corazón en tanto, viaja adelante del auto traccionándolo con sus pulsaciones. Cuando llegamos, la pediatra de guardia la observa con tranquilidad. Nuestra hija ya no tiene fiebre, pero preventivamente nos hace regresar a casa con antifebril y gotas oftalmológicas. Es así, ser padres también es estar con un ¡ay! en la boca. Un padre que padece por su hijita es un padrecimiento.
Lunes 3
Debido al acto febril, vistamos al Dr. Cacho. Débora aprovecha para efectuar consultas diversas: que la dermatitis en colita, que los granitos en cuello, que el reflujo, etc., etc., etc. Le comento al galeno que Mora es protestona. El Dr. hace un denso silencio que se derrama en el aire y me espeta: “¿es protestona o se hace entender?”. Rápidamente le digo al Obudsman de los Niños que claro, que va de suyo, que desde ya, que lo que ocurre es que la niña se hace entender, faltaba más.
Miércoles 5
Realiza su aparición el tío materno menor: Jonathan, dispuesto a suministrarle la mamadera a su sobrina. Hete aquí que la tipa, cuando su tío le acerca el biberón a la boca, con un brazo lo aparta, despreciativa. Herida narcisista para su tío, quien promete conquistar su corazón de aquí en más. A todo esto, el acto cotidiano del bañarse comienza a ofrecer dificultades producto del paso del tiempo: la bañadera en el mármol de la cocina resulta poco contenedora, ya que Mora patalea, salta, puñetea el agua y la cocina queda inundada de agua con jabón. ¡Recórcholis! ¿Qué hacer? Todo indica que nuestra hija sigue creciendo y reclamando espacio concomitante a tal evento vital.
Jueves 6
Mora cumple cuatro meses, todos juntos. Otra puerta que en el tiempo se abre y que mi hija atraviesa lo más campante. Sigue fiel a la máxima de Groucho: nada que no pueda hacerse en la cama, vale realmente la pena.
De madrugada, me levanto para ir al baño. Entre sueños, Débora me pide que mire si Morita duerme. Cuando le voy a responder, mi bella esposa ya duerme otra vez, como si no hubiese hablado. Comprendo que se ha constituído en profundamente madre: ninguna que se precie de tal piensa en su hijo sólo en el momento en que siente estar pensando en él. La vida de mi hija crece pausadamente, ajena a lo febril de la vida urbana. Mi vida se detiene junto a la de ella, y la contempla, la escucha. De esta manera siento que entrega sus matices para que yo la reciba. La vida de Mora quiere decirse, contarse, pero con sus pulsaciones, con esos soplos de vida que lentamente, en la luz y en la penumbra, crecen.
Sábado 8
Salida nocturna a casa de amigos: vamos los tres a lo de Mariana, la novia de Pablo, quienes nos reciben con una cena que habla de afecto y anfitrionidad. Le devolvemos agradecidos ropita que ella nos prestara en marzo para Morita, de cuando su hijo tenía menos de un año de vida. ¡Resulta que a nuestra hija ya hay atuenditos que le quedan chicos! Hipótesis confirmada repetidamente: Mora crece, señores.
Lunes 10
Resulta que a mi hija le molesta que el sol le dé en su rostro cuando salimos a pasear. Cuando se despierta, lo mira a través de las ventanas de la casa, y cuando está por oscurecer, se detiene a observar los cambios de luz que deja cuando se retira. Resuelvo que ha llegado la hora de contarle algo acerca de ello. Hija, pi-pío mío: dicen que al principio de los principios, todos los habitantes de nuestro planeta, una casa llamada Tierra, dormían de día y se despertaban a la tarde para ver el atardecer primero, luego la noche, y después la madrugada. Y cuando aparecía el sol, entonces todos aplaudían como si hubiesen visto una gran función. Yo creo también como ellos, que se trataba de una bella representación. Pero después, pi-pío, se acostumbraron como nosotros. Qué se le va a hacer.

Jueves 13
Llego, ya noche, cansado de mis trabajos, ofuscado por extrañar a mis chicas, hastiado del transporte público y sus conglomeraciones y con ganas de comer. En ese estado lamentable entro a nuestro hogar, y me encuentro a Débora y a Mora que salen a recibirme chochas porque estoy llegando. Las miro y siento que ellas aquietan mi herida, que todo, todo se olvida...
Sábado 15
Paseamos por el barrio y sentimos que somos felices, sobretodo porque efectivamente así es. Vamos ya noche, mi esposa y yo, a la muy bella casa de nuestro amigo Jorge Luis, porque su media naranja cumple años. Disfrutamos la velada y todos sentimos que la vida nos da alegría porque nos ama. La miro a mi mujer y me encanta estar solos, aunque sabiendo que somos tres. En esta época tenebrosa de sufrimientos colectivos, la felicidad parece un exceso. Brindo y danzo por nuestra dicha, pido felicidad para todos. Mora, en casa, se queda al cuidado de su abuela paterna, en pleno de acuerdo con que los padres de su nieta se vayan y la dejen con ella.
Lunes 17
Comienzo a sistematizar las visitas de Mora a mi estudio, para que vaya conociendo mis libros, mi hemeroteca, mis fotocopias, mi archivo. Se detiene en este último, observando las cajas y sus nombres. Aprovecho para contarle que lo que archivo sé dónde está, pero rara vez lo necesito y que lo que no archivo lo necesito a menudo, pero no sé dónde está. Mi hija me mira como diciendo “que vas a hacer, papi, la neurosis obsesiva es así”. Llega nuevamente la tía litoraleña empujada por su amor, su llegada es otro encuentro de risas, abrazos y canciones que construyen cada vez un lazo más profundo, trascendente, definitivo.
Viernes 21
Comienza el esperado fin de semana. Le contamos a Mora todo lo que vamos a hacer los tres juntitos. Pero Mora mas que escucharnos, nos mira hablar. Mira nuestro hablar, ese hecho existente que la rodea cada día. Resuelvo que también le contaré acerca de ello. Le digo que el lenguaje está hecho de vientitos sonoros que salen de las bocas de las gentes y que se llaman palabras, que navegan por el aire alejándose, en un viaje que busca acercarse a todos los oídos que andan cerca y que intentarán comprender esos vientitos. Mora me responde con un vientito, pero que no sale de su boca.
Ya noche, salimos los tres a la casa de Marcelo, un compañero del Grupo Vocal, para llevar a cabo un ágape fiestil de carnes y vinos. Mora, dormida, sigue su tarea narcótica ajena a charlas, risas, manducaciones, fotos y demás desvaríos. Nos divertimos mucho y ya en la hora de irnos, Mora hubo de despertarse y todos pudieron apreciar su crecimiento, salud, belleza, concentración y tonicidad muscular. Nos vamos más felices de lo que llegamos, seguimos viviendo en exceso.
Sábado 22
Nuestra amiga Yamila presenta su libro “Anticristos antifashion”. Pretendemos primero visitar con Mora a la abuela paterna y luego ir los tres de vernissage al citado evento. Resultado: los tiempos, una vez más, se nos desbocaron e hicieron lo que quisieron. Es por ello que Mora se queda con su abuela -chocha frente los cambios- y nosotros armamos una imprevisible salida de novios, contentos por la fama de nuestra amiga. Para corolar la noche, nos proveímos de una cena íntima en bistró a media luz. Secretamente, entre la comida y las copas de vino, sospechamos que la felicidad no radica en alegrar el corazón por medio de las cosas, sino todo lo opuesto: esa noche fuimos felices porque alegramos las cosas que nos rodearon por medio del corazón.
Domingo 23
Rotamos 180° el cochecito de Mora: nuestra hija ya no nos mira más a nosotros, mira el mundo que le va llegando. Su madre llora emocionada por el crecimiento rotatorio de su hija. Ahora, de cara a lo que le va llegando, cada vez más Mora comprende que sombra y luz son dos modos de describir el mundo que se conoce, que nos atrapa sin anuncio previo. Le digo que según la luz, hay cosas que pueden aparecer, que una canción nos dice que la oscuridad encierra secretos de tiempo atrás, que es sombra hoy, lo que cierto día la luz será. Mi hija enfrenta las oleadas de estímulos como quien tiene toda la vida por delante.
Ya salidos al mundo, nos dirigimos al encuentro almorzadil de padres, en casa de nuestros amigos Fabián y Laura, junto a Sandra y Oscar. Total de hijos: 5 (cinco). Brindamos por todos nosotros, por la vida esperada, por el encuentro sostenido.
Martes 25
Primera visita al pediatra de la obra social. Le consultamos por las regurgitaciones de Mora y nos indica que pidamos a la obra social que nos otorgue leche antirreflujo. A lo largo de este mes, fuimos notando que la leche que Morita ingiere, cada vez más retorna de su interior en pequeñas cantidades, y a veces no tan pequeñas. Jugando, cuando la tenemos a upa, en su sillita, aparecen lenguas de leche que bañan su ropita, nuestros hombros y ropas materna y paterna en general. Hete aquí que cuando culmina el día, los tres terminamos con baranda a leche, a leche cortada y a queso. ¿Así que éste era el famoso aire de familia?

Miércoles 26
Problemas en puerta: Sofía, la abuela materna de Mora, cae en combate debido a una úlcera y debe ser hospitalizada. Mi señora esposa, que no deja de ser su hija, acude al hospital en su asistencia, ya que el cuadro no es sencillo. Por suerte, en nuestro hogar habíamos recibido al visita de Betty, la otra abuela, que se queda cuidando de su nieta, mientras yo parto al no citado nosocomio para acompañar a mi abnegada esposa. Llamamos a casa para saber de Mora en varias ocasiones. Es que la extrañamos y añoramos nuestro nidito.
Jueves 27
Acompaño a mi hija en horas de la mañana. Le pregunto cómo anda en su comprensión del mundo, si ha emergido de ese estado de desorden primitivo de los elementos del universo, previo a cualquier comprensión racional. Me dice si me refiero al caos. Le respondo que si. Entonces me indica que no hable con tantas vueltas. Le digo que no evada el tema. Me responde que lentamente transita del caos al cosmos, que lleva tiempo, que no quiere apresurarse a darle nombre a lo que percibe, porque eso cierra las vías de llegada de los sentidos hacia su mundo interior, que está empezando a crear. “Ahá”, le comento. Me dice que se enteró que hay humanos que se les va la vida en ese tránsito, si es así la cosa. Le digo que pasemos a jugar con los ositos.
Sábado 29
La abuela materna es dada de alta y acompañada por Débora, se dirige a su casa en el barrio de Flores. Hete aquí que en dicha zona residencial se ha cortado la luz y no hay agua, algo comprensible, ya que apenas entramos en el siglo XXI. Ambas se dirigen, entonces, a nuestro hogar. Mora recibe la noticia como diciendo ¡será posible, qué país!
Domingo 30
Luego de cuatro días de harto frío, decidimos salir a pasear bien abrigaditos, munidos de sobretodos, gorros, guantes, mantas, camperas, bufandas, mamaderas y etcéteras. Le pregunto, semioculto entre las lanas, si está contenta de salir. Me mira como si fuera un desconocido. Entonces me presento como tal y le digo: “mano abierta con los hombres, querendón con las mujeres, tengo dos pasiones bravas, el tapete y el champán”. Me escucha y luego se ríe como diciendo: “¡daaale, si sos vos, papi!”.
Lunes 31
Después de más de cinco meses... ¡volvimos al cinematógrafo! ¡Qué oscuridad! ¡Qué miedo, no veo nada! Quedamos admirados por el avance de la reproducción técnica de la obra de arte, que teníamos olvidado. Le digo preocupado a Débora que Mora aún no conoce a Walter Benjamin, el filósofo que escribió al respecto. Elegimos del cine francés “La comedia del poder”. Estamos a la espera del estreno de “La comedia del poder ser padres”. Mientras eso se produce, a la salida del cinematógrafo compramos diversas ropitas de encendidos colores para nuestra hija.

Y bueno pues, un mes más, que se va colando de contrabando...
Julio 2006
Sábado 1
Mi hija asiste por tercera vez a escucharme cantar, esta vez en la Florida de la provincia bonaerense. Decide traer a su abnegada madre, quien estoica, escucha nuevamente el repertorio que sale de mi garguero. Mora me mira cantar con la boca abierta. La miro mirarme mientras abro la boca y canto. Los dos somos canales de expresión para darnos a entender lo que nos pasa. Mi cumpa Fernando, del Grupo Vocal, generosamente nos viene a buscar y luego nos trae a casa. Mora fue mimada, una vez más, por todos los cantores bucales y sus familias.
Llegada la medianoche, y cenada Mora, la familia ya descansábamos de la jornada vivida. De repente, a las 03.00 de la madrugada, Débora escucha llorar a nuestra hija y cuando va a su cuarto exclama: ¡Esta nena tiene fiebre! El padre, es decir yo mismo propiamente, habituado a las exageraciones que propina su esposa, hace caso omiso tratando de conciliar el sueño. La madre, en estado exaltado, trae a su hija, que abandonada de sí misma, no tiene fuerzas para succionar el biberón. La cabecita de Morita se encuentra caliente. Sus ojitos parecen presos de conjuntivitis y nosotros, presos del susto. Llamamos al pediatra cuando comprobamos que Mora pela 39.3 de fiebre. ¡Zafarrancho! Nos dice que prestos, recurramos al nosocomio propicio. Salimos expelidos hacia la clínica Bazterrica. Débora, presa de suma aflicción, padece y padece el viaje en taxi. Mi corazón en tanto, viaja adelante del auto traccionándolo con sus pulsaciones. Cuando llegamos, la pediatra de guardia la observa con tranquilidad. Nuestra hija ya no tiene fiebre, pero preventivamente nos hace regresar a casa con antifebril y gotas oftalmológicas. Es así, ser padres también es estar con un ¡ay! en la boca. Un padre que padece por su hijita es un padrecimiento.
Lunes 3
Debido al acto febril, vistamos al Dr. Cacho. Débora aprovecha para efectuar consultas diversas: que la dermatitis en colita, que los granitos en cuello, que el reflujo, etc., etc., etc. Le comento al galeno que Mora es protestona. El Dr. hace un denso silencio que se derrama en el aire y me espeta: “¿es protestona o se hace entender?”. Rápidamente le digo al Obudsman de los Niños que claro, que va de suyo, que desde ya, que lo que ocurre es que la niña se hace entender, faltaba más.
Miércoles 5
Realiza su aparición el tío materno menor: Jonathan, dispuesto a suministrarle la mamadera a su sobrina. Hete aquí que la tipa, cuando su tío le acerca el biberón a la boca, con un brazo lo aparta, despreciativa. Herida narcisista para su tío, quien promete conquistar su corazón de aquí en más. A todo esto, el acto cotidiano del bañarse comienza a ofrecer dificultades producto del paso del tiempo: la bañadera en el mármol de la cocina resulta poco contenedora, ya que Mora patalea, salta, puñetea el agua y la cocina queda inundada de agua con jabón. ¡Recórcholis! ¿Qué hacer? Todo indica que nuestra hija sigue creciendo y reclamando espacio concomitante a tal evento vital.
Jueves 6
Mora cumple cuatro meses, todos juntos. Otra puerta que en el tiempo se abre y que mi hija atraviesa lo más campante. Sigue fiel a la máxima de Groucho: nada que no pueda hacerse en la cama, vale realmente la pena.
De madrugada, me levanto para ir al baño. Entre sueños, Débora me pide que mire si Morita duerme. Cuando le voy a responder, mi bella esposa ya duerme otra vez, como si no hubiese hablado. Comprendo que se ha constituído en profundamente madre: ninguna que se precie de tal piensa en su hijo sólo en el momento en que siente estar pensando en él. La vida de mi hija crece pausadamente, ajena a lo febril de la vida urbana. Mi vida se detiene junto a la de ella, y la contempla, la escucha. De esta manera siento que entrega sus matices para que yo la reciba. La vida de Mora quiere decirse, contarse, pero con sus pulsaciones, con esos soplos de vida que lentamente, en la luz y en la penumbra, crecen.
Sábado 8
Salida nocturna a casa de amigos: vamos los tres a lo de Mariana, la novia de Pablo, quienes nos reciben con una cena que habla de afecto y anfitrionidad. Le devolvemos agradecidos ropita que ella nos prestara en marzo para Morita, de cuando su hijo tenía menos de un año de vida. ¡Resulta que a nuestra hija ya hay atuenditos que le quedan chicos! Hipótesis confirmada repetidamente: Mora crece, señores.
Lunes 10
Resulta que a mi hija le molesta que el sol le dé en su rostro cuando salimos a pasear. Cuando se despierta, lo mira a través de las ventanas de la casa, y cuando está por oscurecer, se detiene a observar los cambios de luz que deja cuando se retira. Resuelvo que ha llegado la hora de contarle algo acerca de ello. Hija, pi-pío mío: dicen que al principio de los principios, todos los habitantes de nuestro planeta, una casa llamada Tierra, dormían de día y se despertaban a la tarde para ver el atardecer primero, luego la noche, y después la madrugada. Y cuando aparecía el sol, entonces todos aplaudían como si hubiesen visto una gran función. Yo creo también como ellos, que se trataba de una bella representación. Pero después, pi-pío, se acostumbraron como nosotros. Qué se le va a hacer.

Jueves 13
Llego, ya noche, cansado de mis trabajos, ofuscado por extrañar a mis chicas, hastiado del transporte público y sus conglomeraciones y con ganas de comer. En ese estado lamentable entro a nuestro hogar, y me encuentro a Débora y a Mora que salen a recibirme chochas porque estoy llegando. Las miro y siento que ellas aquietan mi herida, que todo, todo se olvida...
Sábado 15
Paseamos por el barrio y sentimos que somos felices, sobretodo porque efectivamente así es. Vamos ya noche, mi esposa y yo, a la muy bella casa de nuestro amigo Jorge Luis, porque su media naranja cumple años. Disfrutamos la velada y todos sentimos que la vida nos da alegría porque nos ama. La miro a mi mujer y me encanta estar solos, aunque sabiendo que somos tres. En esta época tenebrosa de sufrimientos colectivos, la felicidad parece un exceso. Brindo y danzo por nuestra dicha, pido felicidad para todos. Mora, en casa, se queda al cuidado de su abuela paterna, en pleno de acuerdo con que los padres de su nieta se vayan y la dejen con ella.
Lunes 17
Comienzo a sistematizar las visitas de Mora a mi estudio, para que vaya conociendo mis libros, mi hemeroteca, mis fotocopias, mi archivo. Se detiene en este último, observando las cajas y sus nombres. Aprovecho para contarle que lo que archivo sé dónde está, pero rara vez lo necesito y que lo que no archivo lo necesito a menudo, pero no sé dónde está. Mi hija me mira como diciendo “que vas a hacer, papi, la neurosis obsesiva es así”. Llega nuevamente la tía litoraleña empujada por su amor, su llegada es otro encuentro de risas, abrazos y canciones que construyen cada vez un lazo más profundo, trascendente, definitivo.
Viernes 21
Comienza el esperado fin de semana. Le contamos a Mora todo lo que vamos a hacer los tres juntitos. Pero Mora mas que escucharnos, nos mira hablar. Mira nuestro hablar, ese hecho existente que la rodea cada día. Resuelvo que también le contaré acerca de ello. Le digo que el lenguaje está hecho de vientitos sonoros que salen de las bocas de las gentes y que se llaman palabras, que navegan por el aire alejándose, en un viaje que busca acercarse a todos los oídos que andan cerca y que intentarán comprender esos vientitos. Mora me responde con un vientito, pero que no sale de su boca.
Ya noche, salimos los tres a la casa de Marcelo, un compañero del Grupo Vocal, para llevar a cabo un ágape fiestil de carnes y vinos. Mora, dormida, sigue su tarea narcótica ajena a charlas, risas, manducaciones, fotos y demás desvaríos. Nos divertimos mucho y ya en la hora de irnos, Mora hubo de despertarse y todos pudieron apreciar su crecimiento, salud, belleza, concentración y tonicidad muscular. Nos vamos más felices de lo que llegamos, seguimos viviendo en exceso.
Sábado 22
Nuestra amiga Yamila presenta su libro “Anticristos antifashion”. Pretendemos primero visitar con Mora a la abuela paterna y luego ir los tres de vernissage al citado evento. Resultado: los tiempos, una vez más, se nos desbocaron e hicieron lo que quisieron. Es por ello que Mora se queda con su abuela -chocha frente los cambios- y nosotros armamos una imprevisible salida de novios, contentos por la fama de nuestra amiga. Para corolar la noche, nos proveímos de una cena íntima en bistró a media luz. Secretamente, entre la comida y las copas de vino, sospechamos que la felicidad no radica en alegrar el corazón por medio de las cosas, sino todo lo opuesto: esa noche fuimos felices porque alegramos las cosas que nos rodearon por medio del corazón.
Domingo 23
Rotamos 180° el cochecito de Mora: nuestra hija ya no nos mira más a nosotros, mira el mundo que le va llegando. Su madre llora emocionada por el crecimiento rotatorio de su hija. Ahora, de cara a lo que le va llegando, cada vez más Mora comprende que sombra y luz son dos modos de describir el mundo que se conoce, que nos atrapa sin anuncio previo. Le digo que según la luz, hay cosas que pueden aparecer, que una canción nos dice que la oscuridad encierra secretos de tiempo atrás, que es sombra hoy, lo que cierto día la luz será. Mi hija enfrenta las oleadas de estímulos como quien tiene toda la vida por delante.
Ya salidos al mundo, nos dirigimos al encuentro almorzadil de padres, en casa de nuestros amigos Fabián y Laura, junto a Sandra y Oscar. Total de hijos: 5 (cinco). Brindamos por todos nosotros, por la vida esperada, por el encuentro sostenido.
Martes 25
Primera visita al pediatra de la obra social. Le consultamos por las regurgitaciones de Mora y nos indica que pidamos a la obra social que nos otorgue leche antirreflujo. A lo largo de este mes, fuimos notando que la leche que Morita ingiere, cada vez más retorna de su interior en pequeñas cantidades, y a veces no tan pequeñas. Jugando, cuando la tenemos a upa, en su sillita, aparecen lenguas de leche que bañan su ropita, nuestros hombros y ropas materna y paterna en general. Hete aquí que cuando culmina el día, los tres terminamos con baranda a leche, a leche cortada y a queso. ¿Así que éste era el famoso aire de familia?

Miércoles 26
Problemas en puerta: Sofía, la abuela materna de Mora, cae en combate debido a una úlcera y debe ser hospitalizada. Mi señora esposa, que no deja de ser su hija, acude al hospital en su asistencia, ya que el cuadro no es sencillo. Por suerte, en nuestro hogar habíamos recibido al visita de Betty, la otra abuela, que se queda cuidando de su nieta, mientras yo parto al no citado nosocomio para acompañar a mi abnegada esposa. Llamamos a casa para saber de Mora en varias ocasiones. Es que la extrañamos y añoramos nuestro nidito.
Jueves 27
Acompaño a mi hija en horas de la mañana. Le pregunto cómo anda en su comprensión del mundo, si ha emergido de ese estado de desorden primitivo de los elementos del universo, previo a cualquier comprensión racional. Me dice si me refiero al caos. Le respondo que si. Entonces me indica que no hable con tantas vueltas. Le digo que no evada el tema. Me responde que lentamente transita del caos al cosmos, que lleva tiempo, que no quiere apresurarse a darle nombre a lo que percibe, porque eso cierra las vías de llegada de los sentidos hacia su mundo interior, que está empezando a crear. “Ahá”, le comento. Me dice que se enteró que hay humanos que se les va la vida en ese tránsito, si es así la cosa. Le digo que pasemos a jugar con los ositos.
Sábado 29
La abuela materna es dada de alta y acompañada por Débora, se dirige a su casa en el barrio de Flores. Hete aquí que en dicha zona residencial se ha cortado la luz y no hay agua, algo comprensible, ya que apenas entramos en el siglo XXI. Ambas se dirigen, entonces, a nuestro hogar. Mora recibe la noticia como diciendo ¡será posible, qué país!
Domingo 30
Luego de cuatro días de harto frío, decidimos salir a pasear bien abrigaditos, munidos de sobretodos, gorros, guantes, mantas, camperas, bufandas, mamaderas y etcéteras. Le pregunto, semioculto entre las lanas, si está contenta de salir. Me mira como si fuera un desconocido. Entonces me presento como tal y le digo: “mano abierta con los hombres, querendón con las mujeres, tengo dos pasiones bravas, el tapete y el champán”. Me escucha y luego se ríe como diciendo: “¡daaale, si sos vos, papi!”.
Lunes 31
Después de más de cinco meses... ¡volvimos al cinematógrafo! ¡Qué oscuridad! ¡Qué miedo, no veo nada! Quedamos admirados por el avance de la reproducción técnica de la obra de arte, que teníamos olvidado. Le digo preocupado a Débora que Mora aún no conoce a Walter Benjamin, el filósofo que escribió al respecto. Elegimos del cine francés “La comedia del poder”. Estamos a la espera del estreno de “La comedia del poder ser padres”. Mientras eso se produce, a la salida del cinematógrafo compramos diversas ropitas de encendidos colores para nuestra hija.

Y bueno pues, un mes más, que se va colando de contrabando...
domingo, 8 de abril de 2007
Diario de junio
Diario de la urgencia por seguir creciendo
Junio 2006
Sábado 2
Tiempo de vacunación hexavalente. Como en marzo cuando era neonata, vuelven a pinchar a Mora. Esta vez su madre es valiente frente al gigantismo de la aguja asesina. Morita, parapetada con su medicación homeopática, resiste triunfante el embate hipodérmico: no levantó fiebre después, aunque protestó sonoramente durante. Me pregunto de qué la estaremos protegiendo con semejante batería de anticuerpos, si en el océano insondable de las bacterias humanas que habitan este mundo, los contagios son fluctuaciones de olas que se suceden unas a otras, de forma viviente en forma viviente...
Domingo 4
Salida dominguera que se convierte con el tiempo que pasa en un almuerzo en familia. El cochecito traslada a nuestra hijita hasta un ristorante italiano, donde degustamos de una rica carta del Chef, estilista de alimentos bien vistos, un par de sus sugerencias que regamos con vinacho con tupé de finoli. Mora degusta un biberón de la casa (nuestra).
Por la tarde, partimos rumbo al Partido de San Martín de la provincia de Buenos Aires, hacia su Catedral, trasladados en el cuatrimotor de Amalia, una compañera del Grupo de Cámara Vocal Alma Voce, al cual pertenezco. Estamos iniciando el año de presentaciones musicales y se trata de un evento especialmente importante, puesto que es la primera vez que Mora escuchará a su padre cantar los bonitos sones latinoamericanos que éste pretende proferir. Cuando comienzo a vocalizar y ensayar las canciones con el grupo, mi hija me mira fijamente como no dándole crédito a sus oiditos. Le llama mucho la atención que del abrir de mi boca resulten semejantes reverberaciones mezcladas con las de mis colegas cantarines. Luego, sabrá escuchar todo el concierto en vigilia a upa de su abnegada madre, quien me cuenta que en la canción en que canté una parte como solista, mi hija dirigió su cabecita en dirección al lugar en donde me encontraba.
Lunes 5
Comienza a trabajar con nosotros y sobre todo con Mora, la señora Leticia, quien transita la etapa de “aprestamiento” según Débora, que le indica los cuidados de la crianza, la labor a seguir con el batallón de mamaderas y pañales, la distribución del vestuario de Mora en los anaqueles para su ubicación y otros muchos, muchos etcéteras que mi esposa desarrolla dejándole de este tamaño las orejas a la susodicha. Leticia comienza lentamente a cuidar a nuestra hija, le habla y cuando “mi reina”, como ella la llama, decide dormir, prosigue con las labores de aseo de la casa.
Aprovecho mi estancia en el hogar, lejos de las obligaciones laborales, para hablar con mi hija acerca de su crecimiento. Mora atraviesa sus momentos vitales como ejercicios de reconocimiento a través de la expresión resultante de sus percepciones sensibles. Acaso, quizás, con el objetivo de hacer comprensible no únicamente el mundo externo sino su incipiente mundo interior. Le pregunto al respecto y me dice que todavía no, que falta un cacho para eso.

Martes 6
Mora ya tiene tres intensos meses de vida. Recibe calurosas felicitaciones telefónicas de su bisabuela materna, su abuela y tía-abuela paternas, entre otros, que ignora olímpicamente, ya que aún se encuentra más acá del bien y del mal. Debo corregir en su día a mi hija, porque advierto que comienza a emitir una serie de sonidos en dialecto swahili. Le informo acerca de cuál es el continente en que se encuentra, y cuál fue el invasor cuya lengua hoy hablamos.
Ya percibo el espesor de su experiencia vivida: Mora posee un petit-pasado, y yo reúno porciones de experiencia por la paternidad asumida. El pasadito de mi hija ha consolidado en ella varias actividades desde que la fuimos a recibir. Su dedicación a chupar signó sus actividades ya en un comienzo, y con los meses se ha ido complejizando: desde ser la causa de todo su alimento, su máxima fue “chupo, luego existo”. Mi hija chupa. Pero su chupar se bifurca, se va multiplicando. Chupa como medio de expresión, como forma de conocimiento de la realidad, como puente de comunicación, como instrumento proveedor de placer, como modo de indagación de sí. Pero además chupa porque sí, por la dudas, porque se puede, porque es preferible, porque ¿qué se puede hacer, salvo chupar el mundo?
Sábado 10
Luego de algunos cabildeos, decidimos darle un toque de feminización a Mora, que consiste en colocarle unos dos aritos en unas dos orejitas suyas que ella posee. Para tamaño acto, Adriana, mi compinche del grupo vocal, partera ella, nos recomienda a una experta en pinchazos: una enfermera a domicilio, especialista encargada de la aplicación aril. La madre de mi hija, impresionada y tomando conciencia recién en ese momento de tamaña aberración, no puede, no sabe, ni quiere mirar la escena. Sostengo a Mora con hombría y coraje, mientras la fálica enfermera agujerea su cuerpo por dos veces. Mi hija, claro, llora indignada por semejante vejación inconsulta y falta de opinión de su parte. ¡Mora ya usa aritos! Es así nomás, otra muestra de que si de féminas se trata, el subtítulo de su vida ya es y será de aquí en más “El dolor de ser mujer”.

Domingo 11
Decido que realicemos una visita sorpresa a la casa de mi amigo Horacio y su familia, a quien conozco desde mis 12 años. Nada sabe del nacimiento de Mora. Decido que irrumpa lo desconocido para que vivamos la intromisión de lo nuevo, en el horizonte que compartimos de lo ya existente. Mi amigo, ese ser que cuando vino a nuestro casamiento sacó un papel de su bolsillo y dijo, entre otras cosas: “hace más de 30 años que en mi corazón reside un entrañable huésped, compañero de aventuras y de adolescencia. (...) mi corazón aún puede albergar a mi amigo del alma, a Débora y mucho más”. Pues bien, quise que no pasaran más días y conociera el “mucho más” de su premonición. No le perdí pisada a su rostro cuando vio el cochecito entrando con Mora. Me emocionó ver la alegría en su rostro, el balbuceo por la sorpresa y el reproche por no haberle avisado antes.
Lunes 12
Día de duelo hogareño: terminada la licencia de Débora, la susodicha comienza a trabajar. Se trata desde ahora de una madre que inaugura la culpa por el abandono de su hija. La despedida tiene por música de fondo La Traviatta y Madame Butterfly.
Ya por la tarde, nos volvemos a encontrar todos en otra visita al pediatra Dr. Cacho. Seguimos pareciéndole responsables. Fiel defensor de los derechos de los niños, cuando le comento que Mora es inquieta, me retruca: “¿es inquieta o es activa?” Le digo que de ninguna manera, que quise, claro, decir activa. Luego, aprovechando la cercanía geográfica, nos encontramos en un bar para el festejo del cumpleaños ochentilargos de Marcos, el bisabuelo materno de Mora, quien hace las veces de abuelo de Débora. Con su señora esposa Rosa, miran a nuestra hija en silencio con suma atención. También observan cómo Débora, la nietita que supieron criar, hoy está criando a su bisnieta, arropándola, alimentándola y contándole de sus bisabuelos, la Baba y el Sheshe. La vida otra vez nos mece plegándose y fundiendo pasado y presente...
Viernes 15
Visita de la tía santafesina y la abuela paternas. Rápidamente tejen con sus brazos una red amorosa, y se la pasan la una a la otra, caminando a través de la casa, contándole y cantándole a mi hija decena de cosas. También tejen otras cosas: su tía saquitos, bufandas, medias y su abuela chalequitos y gorritos. A Mora la quieren cada día más, es un sentimiento, no pueden parar.
Sábado 17
Mora asiste a mi segundo concierto bucal del año en la Primera Iglesia Evangélica Metodista en la calle Corrientes, al lado del Teatro de Revistas Astros ¡Vaya contraste! En medio de la performance vocalística, mi hija comienza a proferir sonoros lloros. Luego de un rato de tratar de calmarla y acunarla, la madre comprende que había que darle su mamadera lechil: no mostraba su desagrado ante nuestra labor musical, berreaba de hambre, nomás. En este trance, somos escuchados y asistidos por Mónica y Jorge, nuestros fieles amigos, que vienen a escucharme y a ver a Mora y su madre dichosa estar en el mundo. Terminamos todos en Yusef, un restaurante árabe muy apreciado por nosotros. Mi hija decide bautizar el lugar con sus dones intestinales, profusos, inundadores. Somos asistidos en el enroque de pañales, un trance ya usual, por Mónica, quien afirma, rotunda: “se cagó la vida”.
Domingo 18
Hoy es el día del padre, en donde las sensaciones y los recuerdos me producen emociones mezcladas. Soy un padre que ha visto partir al suyo hacia los bellos mundos que fantaseó en sus pinturas. Mi padre, quien me sobrevuela y pervive en ésta, mi novísima función, “tremenda” como él adjetivaba. Soy padre ahora, justo cuando historiadores, sociólogos y psicoanalistas acuerdan que el poder del padre sobre su familia se vuelve cada vez más limitado por la autoridad de la madre y por la ingerencia de la una sociedad –tan preocupada ella- en el hijo, avasalladora en su nombre, por su bien, cuidado y felicidad. La paternidad entonces declina, es insuficiente, un demérito, una inconclusión, hasta una impostura. Debo decir que me importa poco.
La cosa es que para un día como hoy, Débora me preparó amorosamente una sorpresa matutina: un desayuno a domicilio, elaborado y presentado en una cuidada canasta por una casa especializada. Mediante artilugios me hizo bajar a recibirla aduciendo que era el diarero. Cuando recibí su presente en mis manos enmudecí, y camino al ascensor rompí en llanto. Cuando mi amada me encontró en ese estado, la sorpresa fue para ella. ¿Cómo calmar mis lágrimas si en eso suena el teléfono para felicitarme por mi día nuestros amigos Mariana y Pablo? Cómo detener mi llanto si además leo la tarjeta que coronaba la canasta-desayuno, que entre otras cosas decía: “papi, que siempre encuentre a tu lado un refugio amoroso como cuando me llevás pegadita a bailar con vos y cuando sólo de estar en tu pecho me siento amparada”.
Lunes 19
Un feriado más, que me permite charlar con mi hija. Como un peculiar conquistador, le cuento que elegí conquistar no otro, sino mi propio nuevo mundo, el que estamos descubriendo juntos cada día. Ella me dice que hago bien en dejar atrás vetustas creencias, que no importa volver a confirmar la fragilidad de lo firme, que en este nuevo mundo hay que pensar la obstinada permanencia de lo fugitivo, de lo que es, que pronto trocará en otra cosa. También me dice que no piensa parar de crecer y me sugiere que yo haga lo mismo.
Martes 20
La señora Leticia se ausenta de sus labores de cuidadora. ¡Zambomba! ¿Qué hacer? Yo hace rato que estoy trabajando y Débora debe hacer otro tanto... Luego de infructuosos llamados para determinar el paradero de la susodicha, mi esposa afronta su asumida decisión: lleva a su hija al trabajo, y me avisa del percance, para que vaya a buscar a Mora cuando me desentienda de mis labores académicas. Es una ocasión para que en el trabajo de mi señora esposa todos conozcan y alaben a nuestra hija. Cuando logro arrancarla de su madre, salimos al pleno centro hacia el barrio de Tribunales, donde nos espera el transporte subterráneo. La veo recibir la vida urbana: las funciones sensitivas de mi hija galopan de lo lindo. La creación de sus sensaciones comienza en la visión y en el chupar, operaciones cotidianas que le exigen un esfuerzo de comprensión. La información que mi hija recibe a través de sus ojos es un universo expresado en términos de luz, forma y movimiento. La que recibe a través de su boca es otro universo, expresado en volumen, gusto y textura. Su percepción es revelación y apropiación, soy testigo de esos talleres de la creación y de la existencia, que mi hija monta cada día, y que lentamente y sin pausa comienzan a solidarizarse.
Empezamos a dejar de acunar a Mora para que empiece a dormir sola de noche. Queda junto con sus animalitos de peluche: la jirafita Ita y el oso Sinforoso y de a poco va quedándose entredormida. La miramos dormirse como quien mira partir a un ser querido en un buque mercante rumbo hacia Mauritania.
Miércoles 21
Viene nuevamente a Buenos Aires la Gaby, tía paterna de Mora, que aprovechando sus razones laborales, encuentra siempre los tiempos para visitar a su sobrina, a la que cada vez extraña más. Me cuenta que cuando vuelve a sus pagos, retiene en su memoria sensible el aromita de Mora, para seguir junto a ella, y que ya soñó dos veces con ella. Me emociona hondo ver crecer en su corazón el amor por su sobrina, que hace las veces de mi hijita. Mora vive y pervive en su corazón de tía y en mi corazón de padre, reuniéndonos una vez más, hermanándonos a través de esta personita entrañable, hacedora también de amor fraterno.

Sábado 24
Con motivo de asistir al cumpleaños de nuestra amiga Ale, hace su entrada triunfante a nuestro hogar con motivos cuidadores, Judith, la tía materna, diplomada en licenciatura en Maestría Jardinera y futura psicóloga ¡Pero qué muchacha tan apta para la puericultura! Nos vamos tranquilos, dejando a Mora en manos de una especialista, que además trajo a su novio, futuro abogado. Licenciada y Doctor asisten a Mora. Cuando llegamos, en la alta madrugada, veo encantado a la tía cambiarle los pañales a su sobrina, con dedicación y presteza.
Lunes 26
Es mi día, son los lunes cuando Mora y yo estamos juntitos juntitos. Nos ponemos a charlar acerca de los modos sencillos de estar en el mundo. Le pregunto: “¿cómo es este modo tuyo de existencia que no deja marca, huella, cicatriz, porque permanece en estado de fuga?”. Ella, lejos de contestarme, me pregunta acerca de la fusión entre el sentimiento que tengo de la vida que vivimos los tres y la manera en que lo traduzco. Le dijo que yo poseo una ventaja sobre ella: fui hijo. Ella me mira fijo y me espeta: “si, pero no fuiste hija. Y menos hija de un padre como vos”. Pienso cómo me cagó. Luego de cavilar al respecto, llegamos a un acuerdo: su ser hija, mi ser padre, son experiencias íntimas, personales e intransferibles.
Martes 27
Es tardecita fresca. Me quedo con mi hija a cuidarla, ya que su madre asiste a una conferencia de un pedagogo francés que visita nuestro país. Tratando de emular ese evento, decido también brindarle una conferencia a Mora. Transcribo los momentos salientes: “Buenas tardes señorita pi-pío. Ante todo gracias a las autoridades de esta casa por invitarme a divulgar el resultado de mis investigaciones acerca de los secretos del buen vivir y del bello existir. El campesino kabileño de Argelia considera la prisa como una falta de decoro combinada con una ambición diabólica. Notable, ¿verdad pi-pío? He podido establecer que la premura entorpece la memoria y engendra el olvido, mientras que la lentitud construye el tiempo como una obra de arte. He comprobado además, que el camino hacia todas las cosas grandes en algún momento pasa por el silencio. Un biberón a la izquierda, por favor. Es importante tratar de refinar la forma de hacer mal las cosas: es por ello que no hay tiempo como el presente para posponer lo que no queremos hacer, ya que el pasado es un país extranjero, y allí se hacen las cosas de otro modo. En un instante le sirvo su chupete, gracias. La belleza es una fuerza mágica, porque goza de la capacidad de cambiar en otra cosa aquello que toca. Creo que producimos belleza cuando vivimos sin querer desembarazarnos de las acciones apresuradamente. Quizás la vida esté hecha de las pequeñas acciones y quietudes que llevamos a cabo. Bueno, no sé si alguien tiene preguntas, pi-pío, por ejemplo... (...) Siendo así, me despido de usted. Buenas tardes”.
Junio 2006
Sábado 2
Tiempo de vacunación hexavalente. Como en marzo cuando era neonata, vuelven a pinchar a Mora. Esta vez su madre es valiente frente al gigantismo de la aguja asesina. Morita, parapetada con su medicación homeopática, resiste triunfante el embate hipodérmico: no levantó fiebre después, aunque protestó sonoramente durante. Me pregunto de qué la estaremos protegiendo con semejante batería de anticuerpos, si en el océano insondable de las bacterias humanas que habitan este mundo, los contagios son fluctuaciones de olas que se suceden unas a otras, de forma viviente en forma viviente...
Domingo 4
Salida dominguera que se convierte con el tiempo que pasa en un almuerzo en familia. El cochecito traslada a nuestra hijita hasta un ristorante italiano, donde degustamos de una rica carta del Chef, estilista de alimentos bien vistos, un par de sus sugerencias que regamos con vinacho con tupé de finoli. Mora degusta un biberón de la casa (nuestra).
Por la tarde, partimos rumbo al Partido de San Martín de la provincia de Buenos Aires, hacia su Catedral, trasladados en el cuatrimotor de Amalia, una compañera del Grupo de Cámara Vocal Alma Voce, al cual pertenezco. Estamos iniciando el año de presentaciones musicales y se trata de un evento especialmente importante, puesto que es la primera vez que Mora escuchará a su padre cantar los bonitos sones latinoamericanos que éste pretende proferir. Cuando comienzo a vocalizar y ensayar las canciones con el grupo, mi hija me mira fijamente como no dándole crédito a sus oiditos. Le llama mucho la atención que del abrir de mi boca resulten semejantes reverberaciones mezcladas con las de mis colegas cantarines. Luego, sabrá escuchar todo el concierto en vigilia a upa de su abnegada madre, quien me cuenta que en la canción en que canté una parte como solista, mi hija dirigió su cabecita en dirección al lugar en donde me encontraba.
Lunes 5
Comienza a trabajar con nosotros y sobre todo con Mora, la señora Leticia, quien transita la etapa de “aprestamiento” según Débora, que le indica los cuidados de la crianza, la labor a seguir con el batallón de mamaderas y pañales, la distribución del vestuario de Mora en los anaqueles para su ubicación y otros muchos, muchos etcéteras que mi esposa desarrolla dejándole de este tamaño las orejas a la susodicha. Leticia comienza lentamente a cuidar a nuestra hija, le habla y cuando “mi reina”, como ella la llama, decide dormir, prosigue con las labores de aseo de la casa.
Aprovecho mi estancia en el hogar, lejos de las obligaciones laborales, para hablar con mi hija acerca de su crecimiento. Mora atraviesa sus momentos vitales como ejercicios de reconocimiento a través de la expresión resultante de sus percepciones sensibles. Acaso, quizás, con el objetivo de hacer comprensible no únicamente el mundo externo sino su incipiente mundo interior. Le pregunto al respecto y me dice que todavía no, que falta un cacho para eso.
Martes 6
Mora ya tiene tres intensos meses de vida. Recibe calurosas felicitaciones telefónicas de su bisabuela materna, su abuela y tía-abuela paternas, entre otros, que ignora olímpicamente, ya que aún se encuentra más acá del bien y del mal. Debo corregir en su día a mi hija, porque advierto que comienza a emitir una serie de sonidos en dialecto swahili. Le informo acerca de cuál es el continente en que se encuentra, y cuál fue el invasor cuya lengua hoy hablamos.
Ya percibo el espesor de su experiencia vivida: Mora posee un petit-pasado, y yo reúno porciones de experiencia por la paternidad asumida. El pasadito de mi hija ha consolidado en ella varias actividades desde que la fuimos a recibir. Su dedicación a chupar signó sus actividades ya en un comienzo, y con los meses se ha ido complejizando: desde ser la causa de todo su alimento, su máxima fue “chupo, luego existo”. Mi hija chupa. Pero su chupar se bifurca, se va multiplicando. Chupa como medio de expresión, como forma de conocimiento de la realidad, como puente de comunicación, como instrumento proveedor de placer, como modo de indagación de sí. Pero además chupa porque sí, por la dudas, porque se puede, porque es preferible, porque ¿qué se puede hacer, salvo chupar el mundo?
Sábado 10
Luego de algunos cabildeos, decidimos darle un toque de feminización a Mora, que consiste en colocarle unos dos aritos en unas dos orejitas suyas que ella posee. Para tamaño acto, Adriana, mi compinche del grupo vocal, partera ella, nos recomienda a una experta en pinchazos: una enfermera a domicilio, especialista encargada de la aplicación aril. La madre de mi hija, impresionada y tomando conciencia recién en ese momento de tamaña aberración, no puede, no sabe, ni quiere mirar la escena. Sostengo a Mora con hombría y coraje, mientras la fálica enfermera agujerea su cuerpo por dos veces. Mi hija, claro, llora indignada por semejante vejación inconsulta y falta de opinión de su parte. ¡Mora ya usa aritos! Es así nomás, otra muestra de que si de féminas se trata, el subtítulo de su vida ya es y será de aquí en más “El dolor de ser mujer”.

Domingo 11
Decido que realicemos una visita sorpresa a la casa de mi amigo Horacio y su familia, a quien conozco desde mis 12 años. Nada sabe del nacimiento de Mora. Decido que irrumpa lo desconocido para que vivamos la intromisión de lo nuevo, en el horizonte que compartimos de lo ya existente. Mi amigo, ese ser que cuando vino a nuestro casamiento sacó un papel de su bolsillo y dijo, entre otras cosas: “hace más de 30 años que en mi corazón reside un entrañable huésped, compañero de aventuras y de adolescencia. (...) mi corazón aún puede albergar a mi amigo del alma, a Débora y mucho más”. Pues bien, quise que no pasaran más días y conociera el “mucho más” de su premonición. No le perdí pisada a su rostro cuando vio el cochecito entrando con Mora. Me emocionó ver la alegría en su rostro, el balbuceo por la sorpresa y el reproche por no haberle avisado antes.
Lunes 12
Día de duelo hogareño: terminada la licencia de Débora, la susodicha comienza a trabajar. Se trata desde ahora de una madre que inaugura la culpa por el abandono de su hija. La despedida tiene por música de fondo La Traviatta y Madame Butterfly.
Ya por la tarde, nos volvemos a encontrar todos en otra visita al pediatra Dr. Cacho. Seguimos pareciéndole responsables. Fiel defensor de los derechos de los niños, cuando le comento que Mora es inquieta, me retruca: “¿es inquieta o es activa?” Le digo que de ninguna manera, que quise, claro, decir activa. Luego, aprovechando la cercanía geográfica, nos encontramos en un bar para el festejo del cumpleaños ochentilargos de Marcos, el bisabuelo materno de Mora, quien hace las veces de abuelo de Débora. Con su señora esposa Rosa, miran a nuestra hija en silencio con suma atención. También observan cómo Débora, la nietita que supieron criar, hoy está criando a su bisnieta, arropándola, alimentándola y contándole de sus bisabuelos, la Baba y el Sheshe. La vida otra vez nos mece plegándose y fundiendo pasado y presente...
Viernes 15
Visita de la tía santafesina y la abuela paternas. Rápidamente tejen con sus brazos una red amorosa, y se la pasan la una a la otra, caminando a través de la casa, contándole y cantándole a mi hija decena de cosas. También tejen otras cosas: su tía saquitos, bufandas, medias y su abuela chalequitos y gorritos. A Mora la quieren cada día más, es un sentimiento, no pueden parar.
Sábado 17
Mora asiste a mi segundo concierto bucal del año en la Primera Iglesia Evangélica Metodista en la calle Corrientes, al lado del Teatro de Revistas Astros ¡Vaya contraste! En medio de la performance vocalística, mi hija comienza a proferir sonoros lloros. Luego de un rato de tratar de calmarla y acunarla, la madre comprende que había que darle su mamadera lechil: no mostraba su desagrado ante nuestra labor musical, berreaba de hambre, nomás. En este trance, somos escuchados y asistidos por Mónica y Jorge, nuestros fieles amigos, que vienen a escucharme y a ver a Mora y su madre dichosa estar en el mundo. Terminamos todos en Yusef, un restaurante árabe muy apreciado por nosotros. Mi hija decide bautizar el lugar con sus dones intestinales, profusos, inundadores. Somos asistidos en el enroque de pañales, un trance ya usual, por Mónica, quien afirma, rotunda: “se cagó la vida”.
Domingo 18
Hoy es el día del padre, en donde las sensaciones y los recuerdos me producen emociones mezcladas. Soy un padre que ha visto partir al suyo hacia los bellos mundos que fantaseó en sus pinturas. Mi padre, quien me sobrevuela y pervive en ésta, mi novísima función, “tremenda” como él adjetivaba. Soy padre ahora, justo cuando historiadores, sociólogos y psicoanalistas acuerdan que el poder del padre sobre su familia se vuelve cada vez más limitado por la autoridad de la madre y por la ingerencia de la una sociedad –tan preocupada ella- en el hijo, avasalladora en su nombre, por su bien, cuidado y felicidad. La paternidad entonces declina, es insuficiente, un demérito, una inconclusión, hasta una impostura. Debo decir que me importa poco.
La cosa es que para un día como hoy, Débora me preparó amorosamente una sorpresa matutina: un desayuno a domicilio, elaborado y presentado en una cuidada canasta por una casa especializada. Mediante artilugios me hizo bajar a recibirla aduciendo que era el diarero. Cuando recibí su presente en mis manos enmudecí, y camino al ascensor rompí en llanto. Cuando mi amada me encontró en ese estado, la sorpresa fue para ella. ¿Cómo calmar mis lágrimas si en eso suena el teléfono para felicitarme por mi día nuestros amigos Mariana y Pablo? Cómo detener mi llanto si además leo la tarjeta que coronaba la canasta-desayuno, que entre otras cosas decía: “papi, que siempre encuentre a tu lado un refugio amoroso como cuando me llevás pegadita a bailar con vos y cuando sólo de estar en tu pecho me siento amparada”.
Lunes 19
Un feriado más, que me permite charlar con mi hija. Como un peculiar conquistador, le cuento que elegí conquistar no otro, sino mi propio nuevo mundo, el que estamos descubriendo juntos cada día. Ella me dice que hago bien en dejar atrás vetustas creencias, que no importa volver a confirmar la fragilidad de lo firme, que en este nuevo mundo hay que pensar la obstinada permanencia de lo fugitivo, de lo que es, que pronto trocará en otra cosa. También me dice que no piensa parar de crecer y me sugiere que yo haga lo mismo.
Martes 20
La señora Leticia se ausenta de sus labores de cuidadora. ¡Zambomba! ¿Qué hacer? Yo hace rato que estoy trabajando y Débora debe hacer otro tanto... Luego de infructuosos llamados para determinar el paradero de la susodicha, mi esposa afronta su asumida decisión: lleva a su hija al trabajo, y me avisa del percance, para que vaya a buscar a Mora cuando me desentienda de mis labores académicas. Es una ocasión para que en el trabajo de mi señora esposa todos conozcan y alaben a nuestra hija. Cuando logro arrancarla de su madre, salimos al pleno centro hacia el barrio de Tribunales, donde nos espera el transporte subterráneo. La veo recibir la vida urbana: las funciones sensitivas de mi hija galopan de lo lindo. La creación de sus sensaciones comienza en la visión y en el chupar, operaciones cotidianas que le exigen un esfuerzo de comprensión. La información que mi hija recibe a través de sus ojos es un universo expresado en términos de luz, forma y movimiento. La que recibe a través de su boca es otro universo, expresado en volumen, gusto y textura. Su percepción es revelación y apropiación, soy testigo de esos talleres de la creación y de la existencia, que mi hija monta cada día, y que lentamente y sin pausa comienzan a solidarizarse.
Empezamos a dejar de acunar a Mora para que empiece a dormir sola de noche. Queda junto con sus animalitos de peluche: la jirafita Ita y el oso Sinforoso y de a poco va quedándose entredormida. La miramos dormirse como quien mira partir a un ser querido en un buque mercante rumbo hacia Mauritania.
Miércoles 21
Viene nuevamente a Buenos Aires la Gaby, tía paterna de Mora, que aprovechando sus razones laborales, encuentra siempre los tiempos para visitar a su sobrina, a la que cada vez extraña más. Me cuenta que cuando vuelve a sus pagos, retiene en su memoria sensible el aromita de Mora, para seguir junto a ella, y que ya soñó dos veces con ella. Me emociona hondo ver crecer en su corazón el amor por su sobrina, que hace las veces de mi hijita. Mora vive y pervive en su corazón de tía y en mi corazón de padre, reuniéndonos una vez más, hermanándonos a través de esta personita entrañable, hacedora también de amor fraterno.

Sábado 24
Con motivo de asistir al cumpleaños de nuestra amiga Ale, hace su entrada triunfante a nuestro hogar con motivos cuidadores, Judith, la tía materna, diplomada en licenciatura en Maestría Jardinera y futura psicóloga ¡Pero qué muchacha tan apta para la puericultura! Nos vamos tranquilos, dejando a Mora en manos de una especialista, que además trajo a su novio, futuro abogado. Licenciada y Doctor asisten a Mora. Cuando llegamos, en la alta madrugada, veo encantado a la tía cambiarle los pañales a su sobrina, con dedicación y presteza.
Lunes 26
Es mi día, son los lunes cuando Mora y yo estamos juntitos juntitos. Nos ponemos a charlar acerca de los modos sencillos de estar en el mundo. Le pregunto: “¿cómo es este modo tuyo de existencia que no deja marca, huella, cicatriz, porque permanece en estado de fuga?”. Ella, lejos de contestarme, me pregunta acerca de la fusión entre el sentimiento que tengo de la vida que vivimos los tres y la manera en que lo traduzco. Le dijo que yo poseo una ventaja sobre ella: fui hijo. Ella me mira fijo y me espeta: “si, pero no fuiste hija. Y menos hija de un padre como vos”. Pienso cómo me cagó. Luego de cavilar al respecto, llegamos a un acuerdo: su ser hija, mi ser padre, son experiencias íntimas, personales e intransferibles.
Martes 27
Es tardecita fresca. Me quedo con mi hija a cuidarla, ya que su madre asiste a una conferencia de un pedagogo francés que visita nuestro país. Tratando de emular ese evento, decido también brindarle una conferencia a Mora. Transcribo los momentos salientes: “Buenas tardes señorita pi-pío. Ante todo gracias a las autoridades de esta casa por invitarme a divulgar el resultado de mis investigaciones acerca de los secretos del buen vivir y del bello existir. El campesino kabileño de Argelia considera la prisa como una falta de decoro combinada con una ambición diabólica. Notable, ¿verdad pi-pío? He podido establecer que la premura entorpece la memoria y engendra el olvido, mientras que la lentitud construye el tiempo como una obra de arte. He comprobado además, que el camino hacia todas las cosas grandes en algún momento pasa por el silencio. Un biberón a la izquierda, por favor. Es importante tratar de refinar la forma de hacer mal las cosas: es por ello que no hay tiempo como el presente para posponer lo que no queremos hacer, ya que el pasado es un país extranjero, y allí se hacen las cosas de otro modo. En un instante le sirvo su chupete, gracias. La belleza es una fuerza mágica, porque goza de la capacidad de cambiar en otra cosa aquello que toca. Creo que producimos belleza cuando vivimos sin querer desembarazarnos de las acciones apresuradamente. Quizás la vida esté hecha de las pequeñas acciones y quietudes que llevamos a cabo. Bueno, no sé si alguien tiene preguntas, pi-pío, por ejemplo... (...) Siendo así, me despido de usted. Buenas tardes”.
sábado, 7 de abril de 2007
Diario de mayo
Diario de la urgencia por seguir creciendo
Mayo 2006
Martes 2
Mora se ha especializado decididamente en desarrollar clases de lloros, y en contra a lo que a priori podría suponerse, de su cuerpecito salen expelidos profundos, portentosos y desgarradores gritos que rajan pisos, paredes y cielorrasos, para manifestar que tiene hambre o gasesitos. Toda roja se pone la minita cuando se crispa: su pechito, pancita y piernitas se llenan de sangre y cada vez que aspira aire lo hace hasta con los dedos de los pies. Una vez que el tsunami neonatal amaina, recobra una calma sorprendente, como cuando en El exorcista Linda Blair logra expulsar a Belcebú gracias a Max Von Sydow. Si al rato la sacamos a pasear, ya comida, ella en su cochecito contempla al mundo suceder o dormita, y la gente que pasa a nuestro lado nos comenta: “¡Que paz que tiene esta bebé! Se nota que es muy tranquila...”
Miércoles 3
Mora reclama mi voluntad, que pueda sobreponerme a mi mismo, poniendo en tela de juicio a mi propio narcisismo. Es el despertar a la certeza de mis propios límites, en escenas que me golpean con fuerza inusitada. Ya no podré dormir, tal vez no importa, hay tantas otras cosas en el mundo... Mi hijita, ese ser tan pequeñito, me coloca en el centro de mi no-saber: no sabía lo que podía darle, no sabía qué podía pedirme, no sabía de mi voluntad y mi cansancio entremezclados. ¿Seré capaz de estar a la altura de los acontecimientos? Ser padre hoy ¿es una forma de aquel heroísmo romántico o una forma del otrora estoicismo ateniense?
Jueves 4
Visita de nuestra amiga Alejandra, quien desea ser mamá. Imaginamos a nuestras criaturas jugar y yendo al mismo jardín. A Ale le brillan los ojitos de sólo pensarlo, se entusiasma y comienza a planificar la educación general básica, la escuela secundaria y los estudios superiores. No logramos calmarla. Le pedimos que antes de darle el diploma a nuestra hija, primero le cambie los pañales, cosa que hace con mucha cautela como si estuviera en plena cirugía a pañal abierto.

Viernes 5
Mora se detiene a mirar cuanto rostro nuevo se posa en su campo visual. Me impresiona su voluntad de atrapar esos instantes que mi mirada sabe fugaces, de lo insignificante que es el movimiento que se percibe. Sin embargo, ella me enseña que el detalle adviene con fuerza, que la volatilidad de un gesto puede modificar el espíritu o que un sibilante sonido puede romper un estado del alma e inaugurar otro estar en el mundo. Está comprendiendo que la luz es una ofrenda que puede recibirse, alcanzando ese raro equilibrio entre una actitud vigilante y otra desatenta. Parece mostrarme que lo que vive, vive en nosotros, parece decirme que ella no se detiene en la diferencia adentro-afuera, me invita a ver todo como si fuera la primera vez... Es como si su mirada, al encontrarme, me transmitiera que lo que aparece va a desaparecer, pero antes... ¡aparece! Y es este advenimiento lo que hay que saludar como una maravilla. Comprendo con el cuerpo lo que una vez comprendí con la cabeza: que la permanencia de lo efímero, de eso que tiene lugar una sola vez, hace posible que el tiempo que pasa y el tiempo que no pasa, puedan ser sólo uno.
Sábado 6
¡Mi hija cumple dos meses! ¿Mi hija cumple dos meses? Mi hija cumple dos meses...
Esta noche con mi esposa salimos solos a reventar la noche por primera vez desde que somos padres. ¡Qué extraña sensación! Somos una familia de tres, y al mismo tiempo seguimos siendo una pareja de dos... padres, pero también esposos... Números rotundos. ¿Cuántas veces entra dos en tres? ¿Y tres en dos? ¿Sabremos conjugar ambas identidades? Mora, hijita, pi-pío mío, llegaste a mi vida, como una extranjera que trae noticias de otro mundo, que viene a revulsionar este mundo. Sí, lo nuevo tiene la furia de los huracanes, y conmueve todo en su derredor. Tus soniditos dirigidos a nosotros son inequívocos: nos estás reconociendo y nos recibís con alegría. Morita, llegaste y me susurraste que yo también soy un extranjero para mí mismo: no sabía que iba a ser tu papá, no imaginaba a Oscar papá, no imaginaba que iba a sentir lo que siento cuando veo a tu mamá tan dichosa y resplandeciente. Me miro, me estoy reconociendo... No sé si estoy llegando o si estoy llegándome, si estoy yendo o yéndome de mí para llegar a un mí-con-vos, hijita. ¿Dónde estaba ese yo-yo antes de ser este yo-nosotros?
Domingo 7
Hoy es el día antes: mañana lunes, su excelencia señoría la Jueza misionera va a conocer a la Familia Amaya-Nakache y a su pretendida descendencia. Luego del interminable regreso que emprendimos en marzo cuando llegamos desde Posadas a casa con Mora, decidimos otro medio de transporte que evite las 12 horas de viaje. Volaremos por los aires para llegar a la capital de Misiones. Partimos desde aeroparque los tres cuando el sol ya partía también, con el suspenso del caso: ¿cómo reaccionaría Mora en su primer viaje aéreo? Pues bien, empleando sus dotes lagrimales, claro, protestando casi la totalidad del viaje por esa situación inusitada. Por suerte Débora, mamá previsora, había reservado la fila delantera, donde había más espacio para maniobrar y apoyar su asiento-huevito. Además recurrimos desesperadamente a tratar de apaciguarla con la ingesta de una serie de mamaderas. Quedó pipona y dormida y sólo cuando estábamos por descender hacia Posadas la tipa se empezó a calmar. Finalmente, todo terminó con la cena en el apart-hotel posadeño. Como escena previa, ante la falta de bañaderita para el pi-pío, decidí meterme en la bañadera y asumir el papel de hombre-tina. Sin montura, mi hija embatía desde mi panza las olas que yo iba formando, con la decisión y la presteza de quien creció submarinamente, mientras su madre la enjabonaba de lo lindo.

Lunes 8
Lunes otra vez, sobre la ciudad. Partimos rumbo al juzgado asistidos por Pedro, nuestro abogado chamigo, quien nos compenetra en la realidad jurídica y sus vicisitudes. Nos toma la declaración inicial una letrada asistente, a quien le contamos vida y obra de quienes siendo novios, decidieron esposarse para ahijar. Luego, la entrevista con la jueza, representante de la Ley. Momento inicial de hondo dramatismo, en el que nuestra hija fingía ignorancia o desinterés, según lo que iba sucediendo. Su señoría, circunspecta, procede a leer la declaración constituida en acta, nos instruye acerca de la responsabilidad que hemos asumido, y procede a otorgarnos la guarda de la señorita Mora por seis meses. Es en ese momento que una sonrisa asoma en su rostro jurisprudente: su excelencia nos ha transformado en guardadores. Nosotros procedemos a maximizar esa legalidad declarándonos padres absolutos. La historia no nos absolverá. Nos vamos a festejar desayunando en el centro de Posadas, y a pasear sin rumbo, felices de ser una familia contemplada por la Ley. Vuelta aérea por la noche. En este nuevo vuelo, la niñita ya experta, apoliya sin cesar desde Posadas hasta el Río de la Plata. Nos esperan en aeroparque la abuela, tía y tío paternos. Este último conoce a Mora por vez primera, y debuta en su tiazgo dándole una gran mamadera mientras se pasea con ella por todo el predio aéreotransportil.
Martes 9
Quien desde hace ya casi dos meses se comunica telefónicamente para saber cómo está Mora, es su bisabuela. Nos sorprende la manera en que la Baba se asumió como tal, y cómo se preocupa por saber qué es de la vida de su bisnieta, con su clásico “¿cómo se despertó hoy la bichita, cómo se está portando, eh?”.
Miércoles 10
Comenzamos a intentar conseguir una señora que nos parezca adecuada para cuidar a Mora, una vez que a Débora le expire la licencia por maternidad. Para ello, luego de haber entrevistado a una candidata llamada Blanca, la convocamos para conocerla en funciones. Me había comentado mi señora esposa que la veía un poco melanco, pero que podíamos probar. Hete aquí que la susodicha, azotada por la crisis, otrora una mujer de clase media que supo ser secretaria, se vio obligada a asumir otra tareas, como la limpieza y el cuidado de infantes. Débora le cuenta de su tareas, que la prioritaria es el cuidado de Mora, y las complementarias el aseo y mantenimiento del hogar. Cuando comienza a planchar la ropa de Morita, sucede lo inesperado: ¡Blanca se pone a llorar cuando observa los saquitos, las mediecitas, los enteritos, porque le hacen acordar a su hijo cuando era chico! La escena es contemplada por mi señora esposa y por la tía paterna, la santafesina, quienes con cierto estupor comienzan a razonar e inferir acerca de las conveniencias de alguien con responsabilidades de crianza, que irrumpe en llanto frente a ésta como a otras escenas posibles...
Jueves 11
La guacha de mi mujer sigue con su licencia por maternidad, y yo estoy a full con mis horas cátedra, supervisión e investigación. Si fuera danés o noruego, el Estado me hubiese dado una licencia similar a la que goza la madre. ¡Mecacho en la geografía!
Las chicas se van al pediatra mientras yo trabajo. Me cuenta Débora que Mora “se portó muy bien, no lloró nada” y que la encontró sana y salva. Lamenté no poder ir, porque siempre tengo preguntas cruciales para hacerle. El mes pasado por ejemplo, quise saber si mi hija ya tenía útero. Azorado, el pediatra me dijo que sí. Yo le repregunté asombrado desde cuándo, y él, perplejo, me dijo que desde el tercer mes de gestación. Mucho no le creí lo que me dijo.
Comenzamos con la etapa definitiva de la conformación de la habitación de nuestra hija. Para eso llevamos a cabo varios procedimientos: contratamos a un pintor para que le otorgue a la futura casita de Mora una tonalidad de verde que nos gusta mucho, redistribuímos muebles y bibliotecas, le dimos el olivo a un sofá-cama Gicovate de la época de Nelly Beltrán, sacamos la computadora de Débora y la llevamos a nuestro dormitorio, y así fuimos mutando el otrora estudio de Débora en habitación infantil.

Sábado 13
Día de visitas amistosas. Por la tarde temprano vienen a conocer a Mora nuestros amigos Adriana y Pancho con su hijo, quienes le regalan un bonito animal de peluche, a medio camino entre perrito y cerdito. Todos estamos muy contentos por el encuentro. Inmediatamente decidimos que el mamiferito ocupará un lugar en la futura cuna de nuestra hija. Cerca del crepúsculo, llegan nuestras amigas autonombradas “tías borrachas”: Gabriela y Soledad. En el primer intento de visita se encontraban en plena resaca producto de una vida festiva y amoral. Nos trajeron bellos regalos, entre los que se encuentra una música llena de paz y bienestar, para cuando querramos el biberón o ir al moisés. Ellas me conocieron cuando era un muchacho soltero y desquiciado, y hoy me miran emocionadas ser un padre y esposo feliz. Le agradezco a Mora haberme permitido ir a una región de mí en la que yo no estaba. Brindamos por ello, y por lo que la vida, regalona, nos embellece.
Domingo 14
Nos visita Estela, que es de Débora su “mamá postiza” que conoció siendo su vecinita, allá por sus cinco años, cuando Estela era una piba sin hijos. Pocas como ella saben del anhelo de Débora por ser mamá, de nuestro deseo por formar una familia. Llega con su hija Yamila, hoy también nuestra entrañable amiga, una mujer que pronto sabría que un hijo le estaba llegando. Cenamos y brindamos por la vida vivida y por la nueva vida. ¡Copas en alto, corazones en danza!
Martes 16
Cumplo 45 años: me encuentro urdido por acontecimientos superadores de mi presente, de mi memoria, de mi saber teórico acumulado para ser padre. Mi cumpleaños no me pasa de un modo u otro, me pasa de todas las maneras posibles que puede pasarme, a la vez... mi vida toda se concita en este vivir presente, junto a mi mujer, junto a mi hijita...

La celebración se continúa con nuestra segunda salida solos como esposos, y para que ello hubiera de suceder, quien hubo de quedarse con su nieta fue su abuela paterna, quien nos incita a que tengamos salidas nocturnas para desarrollar su abuelazgo (esa misma persona que me incitaba en mi adolescencia a no tener salidas nocturnas para desarrollar su maternaje). Tanto la quiere a su nieta, que cada semana la visita y nos asiste cuando debemos ausentarnos por trabajo. La cosa es que entonces salgo a cenar en tono romántico con mi señora consorte. Eros nos convoca, y elegimos un restaurante subido de tono, con una puesta de rojos, medias luces, platos de sabores y nombres afrodisíacos, y un espectáculo erótico que trae las páginas más ardientes de las plumas de la literatura universal. La noche se cierra con miradas y palabras de amor: el desnudamiento esencial que cada cual exige del otro en la fiesta del amor consiste en esa fusión que sólo puede expresarse adecuadamente traumatizando la sintaxis: ¡yo te me entrego, besetemémonos, te me abrasardamos!
Jueves 18
Débora, a pesar de su licencia, está asumiendo ciertos trabajos de consultoría puntuales, que le permiten confirmar que sigue siendo una mujer moderna, de esas que trabajan afuera de su casa sintiendo culpa por abandonar y dejar a la intemperie a sus hijos. Tanto el mes pasado como éste, ha partido y seguirá partiendo contenta, sobre todo porque puede vestirse elegantemente para cada ocasión, probándose ropa repetidas veces hasta hallar el vestuario adecuado, mostrándoselo a Mora que la mira algo preocupada y consultándome a mí cada atuendo, cada vez. ¡A mí! que no tengo noción de objeto permanente con la ropa, que si no la veo en el ropero a primera vista, me olvido de su existencia, poniéndome lo que está más cerca de mi mano... En fin, resignado estoy a hacer de consultor vestuarista...
Sábado 20
Múltiple festejo cumpleañero: en una misma semana, Laurita, nuestra sobrina hija de los amigos Oscar y Sandra, y lo festeja hoy. El padre Chiche y la tía Lidia de Débora, también cumplen años. Como si fuera poco, otra tía de mi esposa, Susy, también celebra su onomástico. Semejante concordancia se resuelve en una gran fiesta familiar en la casa de Lidia, también hoy. La tía Sara, amiga de infancia de Débora, se queda en casa generosamente cuidando de su sobrina. Vamos de fiesta en fiesta, como en los tempranos y dorados ’70. Nos sentimos Marta Minujin y Federico Peralta Ramos.
Domingo 21
Salida familiar en horas del mediodía al cumpleaños cuarentoso de Gustavo, el esposo de Gaby, compinche de Débora en la secretaría de educación. La vemos a nuestra hija cómo reacciona frente al alboroto y la multitud: huye hacia dentro de sí, enmudece o parte hacia los brazos de Morfeo. Luego, ya por la tarde, cuando paseamos por la calle, ella emerge y sonríe y nos vocaliza, feliz de estar otra vez los tres solos. Es una personita que ya nos muestra sus gustos y preferencias, pero a la vez se divierte con nosotros, como diciéndonos “no, no, no estoy donde ustedes tratan de descubrirme sino aquí, desde donde los miro, sonriendo”.
Lunes 22
Llegó el día. Ya la habitación de Mora está lista, la pintura seca, la cuna con sus sabanitas, no podremos dilatar más el momento, Mora crece sin detenerse: ya puede dormir sola en su cuarto, es hora que deje nuestro dormitorio y el moisés, que nos prestara con emoción Nuri, otra amiga de infancia de Débora. Mora deja nuestra habitación... ¿Se sentirá sola, fané y descangayada? ¿Qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti? La respuesta no se hace esperar: nuestra hija se despachó con diez horas seguidas de sueño, siendo visitada con suma inquietud cada dos horas por nosotros, que ya creíamos que podía estar enferma, o asustada, u ofendida. ¿Puede una neonata burlarse de tamaña manera de sus señores padres?
Miércoles 24
Visitamos por estar invitados a cenar, a Mario, un buen amigo que en marzo nos viniera a buscar a Retiro cuando vinimos a vivir con Mora, y que la ha visto crecer en sus visitas vespertinas a casa. La llevamos dormida, dormida estuvo toda la cena y la sobremesa, y dormida se fue y llegó a casa, para seguir durmiendo. No hay nada que hacer, tiene una paz esta nena...
Jueves 25
¡Viva la Mora! Ausente de conceptos patrios y nacionalismos, Morita crece en densidad en cuanto a su presencia en el mundo y sigue descubriendo que los objetos se ofrecen a su mirada bajo diversas formas: invisibles, traslúcidos, opacos, transparentes. La tipa parece decirnos “aún no tengo una concepción del mundo, pero tengo un estilo”. Resulta que la señorita, desde que está en su habitación, duerme ocho o nueve horas al hilo. Todavía no sabe que la plenitud de nuestro amor de padres por ella es la de un amor sin fin, la de un amor que rubrica el cese de nuestra errancia, permitiéndonos así juntar los fragmentos de nuestra existencia con los de su existencia fragmentaria, hecha de gotas de luz, de granos de voz, de gestos de encuentro...

Sábado 27
Salida de paseo a casa de amigos: Mario, Eleonora y Zoe. Ellos tienen a Quico, un perro portentoso con el que me identifico, puesto que poseo una dimensión mamífera, razón por la cual lo llamo “mi hermano lobezno”. Siempre que nos encontramos, jugamos a Titanes en el Ring, revolcándonos en el piso y ensayando nuevas tomas guerreras cada vez. Aún no se perfila un claro vencedor. Cuando me ve llegar con Mora, piensa “¿vos también con esa manía de tener hijos?
Domingo 28
Salida dominguera fuertemente social: el bat mitzvá de Alona, una prima de Débora. Le compramos a Mora para la ocasión un vestidito de fiesta con voladitos, que le queda de rechupete. La madre rebosa de gozo, ya no sólo se compra ropa para ella, se ha hecho de una cómplice sin igual para visitar y visitar casas de ropa. Llegamos. Otro ámbito de multitudes y música portentosa. Los Nakache vuelven a ver a mi hija, cada vez más grande, cada vez más bella. Mora pasa de brazos en brazos, a través de tíos, primos y abuelos, entre otros muchos. Otra vez Mora nos sorprende, y antes de huir hacia el país de los sueños, se dedica a observar con cuidado los juegos de luces del salón de fiesta y a escuchar ruidos, voces y melodías con cara de degustadora de ondas sonoras. Me voy antes del fin del evento para preservar a nuestra niñita, dejando a Débora danzando y embriagándose y para también recibir en casa la visita de Cecilia, la tía-abuela paterna, llegada especialmente de su tierra natal entrerriana para conocer a su sobrina-nieta. El encuentro es emocionante, porque a la presencia de Mora le sobrevuela una rememoración: la de mi tía cuidándome y jugando cuando era un bebé y un niño después. La vida se pliega a sí misma meciendo pasado y presente y nos regala vivir lo nuevo y lo ya vivido a la vez. Mora es recibida por su tía-abuela, y otra vez el tiempo es una escena fundida en otra escena.
Lunes 29
Vamos de visita con Mora al consultorio de Susana, la psicóloga con la que construimos un espacio de pre-adopción, donde nos ayudó a transitar la búsqueda y la espera. Con ella pudimos hablar, pensar y sentir todo lo que nos fue pasando a través del tiempo en que no sabíamos dónde estaba nuestra hija, para ir en su búsqueda. Las preguntas y los miedos, los enojos y las risas, la impotencia y la esperanza, mucho del andar hacia Morita estuvo asistido por ella. ¡Salud, Susana! ¡Brindemos por las alianzas fraternales que nos permiten ser valientes ante nuestros propios julepes! Porque valiente no es el que avanza porque no tiene miedo, sino aquel que avanza a pesar del temor y hasta empujado por él...
Ya en casa, efectuamos otra entrevista en pos de una señora que cuide a Morita. Llega Leticia. ¿Qué pasará esta vez? La impresión es muy buena, nos encontramos con una persona mamá de un varón de tres años, que se muestra atenta, contenta y dispuesta a asumir el desafío. Decidimos llamarla prontamente para ver la calidad de relación que podría establecer con nuestra hijita. Los tiempos, crueles, se agotan: a Débora le expira su licencia alrededor del 10 de junio.
Miércoles 31
Nos visita Claudia, una amiga de nuestra amiga Alejandra, que quiere conocernos para preguntarnos acerca del proceso de adopción que comenzamos, ya que ella quiere ser mamá adoptiva. Su pedido nos coloca en una posición novedosa y estremecedora: nosotros, que supimos visitar a Viviana, mamá adoptante de una bebé, Silvia y Walter, con dos hijos adoptivos y a Nancy y Eugenio, con uno, quienes con mucha generosidad nos contaron su experiencia, nos alentaron y nos aseguraron que llegaríamos a ese momento tan anhelado... (dos matrimonios que nos lo presentó nuestro amiguísimo Mario, que tanto hizo para que nos tornásemos en familia) ahora estamos en ese lugar, el de alentar y transmitir emociones a quien busca a su hijo. La vida nos volvió a cruzar con Nancy y Eugenio, por habernos hablado de Posadas, del juzgado de allí, del abogado misionero de confianza... por eso cuando Mora llegó vinieron a visitarnos con emoción. Nos damos cuenta que queremos a través de Claudia, retribuir esos gestos de contención y bondad que tuvieron todos ellos para con nosotros. ¿Cómo explicarle que las escenas de una boca para llenar, de un ano para limpiar, se constituyen en fundadoras, ahí, en ese acto biológico, de otra escena encarnada, encabalgada, la de la trémula emoción por ese delicado ser que amamos hasta el dolor?
Mayo 2006
Martes 2
Mora se ha especializado decididamente en desarrollar clases de lloros, y en contra a lo que a priori podría suponerse, de su cuerpecito salen expelidos profundos, portentosos y desgarradores gritos que rajan pisos, paredes y cielorrasos, para manifestar que tiene hambre o gasesitos. Toda roja se pone la minita cuando se crispa: su pechito, pancita y piernitas se llenan de sangre y cada vez que aspira aire lo hace hasta con los dedos de los pies. Una vez que el tsunami neonatal amaina, recobra una calma sorprendente, como cuando en El exorcista Linda Blair logra expulsar a Belcebú gracias a Max Von Sydow. Si al rato la sacamos a pasear, ya comida, ella en su cochecito contempla al mundo suceder o dormita, y la gente que pasa a nuestro lado nos comenta: “¡Que paz que tiene esta bebé! Se nota que es muy tranquila...”
Miércoles 3
Mora reclama mi voluntad, que pueda sobreponerme a mi mismo, poniendo en tela de juicio a mi propio narcisismo. Es el despertar a la certeza de mis propios límites, en escenas que me golpean con fuerza inusitada. Ya no podré dormir, tal vez no importa, hay tantas otras cosas en el mundo... Mi hijita, ese ser tan pequeñito, me coloca en el centro de mi no-saber: no sabía lo que podía darle, no sabía qué podía pedirme, no sabía de mi voluntad y mi cansancio entremezclados. ¿Seré capaz de estar a la altura de los acontecimientos? Ser padre hoy ¿es una forma de aquel heroísmo romántico o una forma del otrora estoicismo ateniense?
Jueves 4
Visita de nuestra amiga Alejandra, quien desea ser mamá. Imaginamos a nuestras criaturas jugar y yendo al mismo jardín. A Ale le brillan los ojitos de sólo pensarlo, se entusiasma y comienza a planificar la educación general básica, la escuela secundaria y los estudios superiores. No logramos calmarla. Le pedimos que antes de darle el diploma a nuestra hija, primero le cambie los pañales, cosa que hace con mucha cautela como si estuviera en plena cirugía a pañal abierto.

Viernes 5
Mora se detiene a mirar cuanto rostro nuevo se posa en su campo visual. Me impresiona su voluntad de atrapar esos instantes que mi mirada sabe fugaces, de lo insignificante que es el movimiento que se percibe. Sin embargo, ella me enseña que el detalle adviene con fuerza, que la volatilidad de un gesto puede modificar el espíritu o que un sibilante sonido puede romper un estado del alma e inaugurar otro estar en el mundo. Está comprendiendo que la luz es una ofrenda que puede recibirse, alcanzando ese raro equilibrio entre una actitud vigilante y otra desatenta. Parece mostrarme que lo que vive, vive en nosotros, parece decirme que ella no se detiene en la diferencia adentro-afuera, me invita a ver todo como si fuera la primera vez... Es como si su mirada, al encontrarme, me transmitiera que lo que aparece va a desaparecer, pero antes... ¡aparece! Y es este advenimiento lo que hay que saludar como una maravilla. Comprendo con el cuerpo lo que una vez comprendí con la cabeza: que la permanencia de lo efímero, de eso que tiene lugar una sola vez, hace posible que el tiempo que pasa y el tiempo que no pasa, puedan ser sólo uno.
Sábado 6
¡Mi hija cumple dos meses! ¿Mi hija cumple dos meses? Mi hija cumple dos meses...
Esta noche con mi esposa salimos solos a reventar la noche por primera vez desde que somos padres. ¡Qué extraña sensación! Somos una familia de tres, y al mismo tiempo seguimos siendo una pareja de dos... padres, pero también esposos... Números rotundos. ¿Cuántas veces entra dos en tres? ¿Y tres en dos? ¿Sabremos conjugar ambas identidades? Mora, hijita, pi-pío mío, llegaste a mi vida, como una extranjera que trae noticias de otro mundo, que viene a revulsionar este mundo. Sí, lo nuevo tiene la furia de los huracanes, y conmueve todo en su derredor. Tus soniditos dirigidos a nosotros son inequívocos: nos estás reconociendo y nos recibís con alegría. Morita, llegaste y me susurraste que yo también soy un extranjero para mí mismo: no sabía que iba a ser tu papá, no imaginaba a Oscar papá, no imaginaba que iba a sentir lo que siento cuando veo a tu mamá tan dichosa y resplandeciente. Me miro, me estoy reconociendo... No sé si estoy llegando o si estoy llegándome, si estoy yendo o yéndome de mí para llegar a un mí-con-vos, hijita. ¿Dónde estaba ese yo-yo antes de ser este yo-nosotros?
Domingo 7
Hoy es el día antes: mañana lunes, su excelencia señoría la Jueza misionera va a conocer a la Familia Amaya-Nakache y a su pretendida descendencia. Luego del interminable regreso que emprendimos en marzo cuando llegamos desde Posadas a casa con Mora, decidimos otro medio de transporte que evite las 12 horas de viaje. Volaremos por los aires para llegar a la capital de Misiones. Partimos desde aeroparque los tres cuando el sol ya partía también, con el suspenso del caso: ¿cómo reaccionaría Mora en su primer viaje aéreo? Pues bien, empleando sus dotes lagrimales, claro, protestando casi la totalidad del viaje por esa situación inusitada. Por suerte Débora, mamá previsora, había reservado la fila delantera, donde había más espacio para maniobrar y apoyar su asiento-huevito. Además recurrimos desesperadamente a tratar de apaciguarla con la ingesta de una serie de mamaderas. Quedó pipona y dormida y sólo cuando estábamos por descender hacia Posadas la tipa se empezó a calmar. Finalmente, todo terminó con la cena en el apart-hotel posadeño. Como escena previa, ante la falta de bañaderita para el pi-pío, decidí meterme en la bañadera y asumir el papel de hombre-tina. Sin montura, mi hija embatía desde mi panza las olas que yo iba formando, con la decisión y la presteza de quien creció submarinamente, mientras su madre la enjabonaba de lo lindo.
Lunes 8
Lunes otra vez, sobre la ciudad. Partimos rumbo al juzgado asistidos por Pedro, nuestro abogado chamigo, quien nos compenetra en la realidad jurídica y sus vicisitudes. Nos toma la declaración inicial una letrada asistente, a quien le contamos vida y obra de quienes siendo novios, decidieron esposarse para ahijar. Luego, la entrevista con la jueza, representante de la Ley. Momento inicial de hondo dramatismo, en el que nuestra hija fingía ignorancia o desinterés, según lo que iba sucediendo. Su señoría, circunspecta, procede a leer la declaración constituida en acta, nos instruye acerca de la responsabilidad que hemos asumido, y procede a otorgarnos la guarda de la señorita Mora por seis meses. Es en ese momento que una sonrisa asoma en su rostro jurisprudente: su excelencia nos ha transformado en guardadores. Nosotros procedemos a maximizar esa legalidad declarándonos padres absolutos. La historia no nos absolverá. Nos vamos a festejar desayunando en el centro de Posadas, y a pasear sin rumbo, felices de ser una familia contemplada por la Ley. Vuelta aérea por la noche. En este nuevo vuelo, la niñita ya experta, apoliya sin cesar desde Posadas hasta el Río de la Plata. Nos esperan en aeroparque la abuela, tía y tío paternos. Este último conoce a Mora por vez primera, y debuta en su tiazgo dándole una gran mamadera mientras se pasea con ella por todo el predio aéreotransportil.
Martes 9
Quien desde hace ya casi dos meses se comunica telefónicamente para saber cómo está Mora, es su bisabuela. Nos sorprende la manera en que la Baba se asumió como tal, y cómo se preocupa por saber qué es de la vida de su bisnieta, con su clásico “¿cómo se despertó hoy la bichita, cómo se está portando, eh?”.
Miércoles 10
Comenzamos a intentar conseguir una señora que nos parezca adecuada para cuidar a Mora, una vez que a Débora le expire la licencia por maternidad. Para ello, luego de haber entrevistado a una candidata llamada Blanca, la convocamos para conocerla en funciones. Me había comentado mi señora esposa que la veía un poco melanco, pero que podíamos probar. Hete aquí que la susodicha, azotada por la crisis, otrora una mujer de clase media que supo ser secretaria, se vio obligada a asumir otra tareas, como la limpieza y el cuidado de infantes. Débora le cuenta de su tareas, que la prioritaria es el cuidado de Mora, y las complementarias el aseo y mantenimiento del hogar. Cuando comienza a planchar la ropa de Morita, sucede lo inesperado: ¡Blanca se pone a llorar cuando observa los saquitos, las mediecitas, los enteritos, porque le hacen acordar a su hijo cuando era chico! La escena es contemplada por mi señora esposa y por la tía paterna, la santafesina, quienes con cierto estupor comienzan a razonar e inferir acerca de las conveniencias de alguien con responsabilidades de crianza, que irrumpe en llanto frente a ésta como a otras escenas posibles...
Jueves 11
La guacha de mi mujer sigue con su licencia por maternidad, y yo estoy a full con mis horas cátedra, supervisión e investigación. Si fuera danés o noruego, el Estado me hubiese dado una licencia similar a la que goza la madre. ¡Mecacho en la geografía!
Las chicas se van al pediatra mientras yo trabajo. Me cuenta Débora que Mora “se portó muy bien, no lloró nada” y que la encontró sana y salva. Lamenté no poder ir, porque siempre tengo preguntas cruciales para hacerle. El mes pasado por ejemplo, quise saber si mi hija ya tenía útero. Azorado, el pediatra me dijo que sí. Yo le repregunté asombrado desde cuándo, y él, perplejo, me dijo que desde el tercer mes de gestación. Mucho no le creí lo que me dijo.
Comenzamos con la etapa definitiva de la conformación de la habitación de nuestra hija. Para eso llevamos a cabo varios procedimientos: contratamos a un pintor para que le otorgue a la futura casita de Mora una tonalidad de verde que nos gusta mucho, redistribuímos muebles y bibliotecas, le dimos el olivo a un sofá-cama Gicovate de la época de Nelly Beltrán, sacamos la computadora de Débora y la llevamos a nuestro dormitorio, y así fuimos mutando el otrora estudio de Débora en habitación infantil.

Sábado 13
Día de visitas amistosas. Por la tarde temprano vienen a conocer a Mora nuestros amigos Adriana y Pancho con su hijo, quienes le regalan un bonito animal de peluche, a medio camino entre perrito y cerdito. Todos estamos muy contentos por el encuentro. Inmediatamente decidimos que el mamiferito ocupará un lugar en la futura cuna de nuestra hija. Cerca del crepúsculo, llegan nuestras amigas autonombradas “tías borrachas”: Gabriela y Soledad. En el primer intento de visita se encontraban en plena resaca producto de una vida festiva y amoral. Nos trajeron bellos regalos, entre los que se encuentra una música llena de paz y bienestar, para cuando querramos el biberón o ir al moisés. Ellas me conocieron cuando era un muchacho soltero y desquiciado, y hoy me miran emocionadas ser un padre y esposo feliz. Le agradezco a Mora haberme permitido ir a una región de mí en la que yo no estaba. Brindamos por ello, y por lo que la vida, regalona, nos embellece.
Domingo 14
Nos visita Estela, que es de Débora su “mamá postiza” que conoció siendo su vecinita, allá por sus cinco años, cuando Estela era una piba sin hijos. Pocas como ella saben del anhelo de Débora por ser mamá, de nuestro deseo por formar una familia. Llega con su hija Yamila, hoy también nuestra entrañable amiga, una mujer que pronto sabría que un hijo le estaba llegando. Cenamos y brindamos por la vida vivida y por la nueva vida. ¡Copas en alto, corazones en danza!
Martes 16
Cumplo 45 años: me encuentro urdido por acontecimientos superadores de mi presente, de mi memoria, de mi saber teórico acumulado para ser padre. Mi cumpleaños no me pasa de un modo u otro, me pasa de todas las maneras posibles que puede pasarme, a la vez... mi vida toda se concita en este vivir presente, junto a mi mujer, junto a mi hijita...

La celebración se continúa con nuestra segunda salida solos como esposos, y para que ello hubiera de suceder, quien hubo de quedarse con su nieta fue su abuela paterna, quien nos incita a que tengamos salidas nocturnas para desarrollar su abuelazgo (esa misma persona que me incitaba en mi adolescencia a no tener salidas nocturnas para desarrollar su maternaje). Tanto la quiere a su nieta, que cada semana la visita y nos asiste cuando debemos ausentarnos por trabajo. La cosa es que entonces salgo a cenar en tono romántico con mi señora consorte. Eros nos convoca, y elegimos un restaurante subido de tono, con una puesta de rojos, medias luces, platos de sabores y nombres afrodisíacos, y un espectáculo erótico que trae las páginas más ardientes de las plumas de la literatura universal. La noche se cierra con miradas y palabras de amor: el desnudamiento esencial que cada cual exige del otro en la fiesta del amor consiste en esa fusión que sólo puede expresarse adecuadamente traumatizando la sintaxis: ¡yo te me entrego, besetemémonos, te me abrasardamos!
Jueves 18
Débora, a pesar de su licencia, está asumiendo ciertos trabajos de consultoría puntuales, que le permiten confirmar que sigue siendo una mujer moderna, de esas que trabajan afuera de su casa sintiendo culpa por abandonar y dejar a la intemperie a sus hijos. Tanto el mes pasado como éste, ha partido y seguirá partiendo contenta, sobre todo porque puede vestirse elegantemente para cada ocasión, probándose ropa repetidas veces hasta hallar el vestuario adecuado, mostrándoselo a Mora que la mira algo preocupada y consultándome a mí cada atuendo, cada vez. ¡A mí! que no tengo noción de objeto permanente con la ropa, que si no la veo en el ropero a primera vista, me olvido de su existencia, poniéndome lo que está más cerca de mi mano... En fin, resignado estoy a hacer de consultor vestuarista...
Sábado 20
Múltiple festejo cumpleañero: en una misma semana, Laurita, nuestra sobrina hija de los amigos Oscar y Sandra, y lo festeja hoy. El padre Chiche y la tía Lidia de Débora, también cumplen años. Como si fuera poco, otra tía de mi esposa, Susy, también celebra su onomástico. Semejante concordancia se resuelve en una gran fiesta familiar en la casa de Lidia, también hoy. La tía Sara, amiga de infancia de Débora, se queda en casa generosamente cuidando de su sobrina. Vamos de fiesta en fiesta, como en los tempranos y dorados ’70. Nos sentimos Marta Minujin y Federico Peralta Ramos.
Domingo 21
Salida familiar en horas del mediodía al cumpleaños cuarentoso de Gustavo, el esposo de Gaby, compinche de Débora en la secretaría de educación. La vemos a nuestra hija cómo reacciona frente al alboroto y la multitud: huye hacia dentro de sí, enmudece o parte hacia los brazos de Morfeo. Luego, ya por la tarde, cuando paseamos por la calle, ella emerge y sonríe y nos vocaliza, feliz de estar otra vez los tres solos. Es una personita que ya nos muestra sus gustos y preferencias, pero a la vez se divierte con nosotros, como diciéndonos “no, no, no estoy donde ustedes tratan de descubrirme sino aquí, desde donde los miro, sonriendo”.
Lunes 22
Llegó el día. Ya la habitación de Mora está lista, la pintura seca, la cuna con sus sabanitas, no podremos dilatar más el momento, Mora crece sin detenerse: ya puede dormir sola en su cuarto, es hora que deje nuestro dormitorio y el moisés, que nos prestara con emoción Nuri, otra amiga de infancia de Débora. Mora deja nuestra habitación... ¿Se sentirá sola, fané y descangayada? ¿Qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti? La respuesta no se hace esperar: nuestra hija se despachó con diez horas seguidas de sueño, siendo visitada con suma inquietud cada dos horas por nosotros, que ya creíamos que podía estar enferma, o asustada, u ofendida. ¿Puede una neonata burlarse de tamaña manera de sus señores padres?
Miércoles 24
Visitamos por estar invitados a cenar, a Mario, un buen amigo que en marzo nos viniera a buscar a Retiro cuando vinimos a vivir con Mora, y que la ha visto crecer en sus visitas vespertinas a casa. La llevamos dormida, dormida estuvo toda la cena y la sobremesa, y dormida se fue y llegó a casa, para seguir durmiendo. No hay nada que hacer, tiene una paz esta nena...
Jueves 25
¡Viva la Mora! Ausente de conceptos patrios y nacionalismos, Morita crece en densidad en cuanto a su presencia en el mundo y sigue descubriendo que los objetos se ofrecen a su mirada bajo diversas formas: invisibles, traslúcidos, opacos, transparentes. La tipa parece decirnos “aún no tengo una concepción del mundo, pero tengo un estilo”. Resulta que la señorita, desde que está en su habitación, duerme ocho o nueve horas al hilo. Todavía no sabe que la plenitud de nuestro amor de padres por ella es la de un amor sin fin, la de un amor que rubrica el cese de nuestra errancia, permitiéndonos así juntar los fragmentos de nuestra existencia con los de su existencia fragmentaria, hecha de gotas de luz, de granos de voz, de gestos de encuentro...

Sábado 27
Salida de paseo a casa de amigos: Mario, Eleonora y Zoe. Ellos tienen a Quico, un perro portentoso con el que me identifico, puesto que poseo una dimensión mamífera, razón por la cual lo llamo “mi hermano lobezno”. Siempre que nos encontramos, jugamos a Titanes en el Ring, revolcándonos en el piso y ensayando nuevas tomas guerreras cada vez. Aún no se perfila un claro vencedor. Cuando me ve llegar con Mora, piensa “¿vos también con esa manía de tener hijos?
Domingo 28
Salida dominguera fuertemente social: el bat mitzvá de Alona, una prima de Débora. Le compramos a Mora para la ocasión un vestidito de fiesta con voladitos, que le queda de rechupete. La madre rebosa de gozo, ya no sólo se compra ropa para ella, se ha hecho de una cómplice sin igual para visitar y visitar casas de ropa. Llegamos. Otro ámbito de multitudes y música portentosa. Los Nakache vuelven a ver a mi hija, cada vez más grande, cada vez más bella. Mora pasa de brazos en brazos, a través de tíos, primos y abuelos, entre otros muchos. Otra vez Mora nos sorprende, y antes de huir hacia el país de los sueños, se dedica a observar con cuidado los juegos de luces del salón de fiesta y a escuchar ruidos, voces y melodías con cara de degustadora de ondas sonoras. Me voy antes del fin del evento para preservar a nuestra niñita, dejando a Débora danzando y embriagándose y para también recibir en casa la visita de Cecilia, la tía-abuela paterna, llegada especialmente de su tierra natal entrerriana para conocer a su sobrina-nieta. El encuentro es emocionante, porque a la presencia de Mora le sobrevuela una rememoración: la de mi tía cuidándome y jugando cuando era un bebé y un niño después. La vida se pliega a sí misma meciendo pasado y presente y nos regala vivir lo nuevo y lo ya vivido a la vez. Mora es recibida por su tía-abuela, y otra vez el tiempo es una escena fundida en otra escena.
Lunes 29
Vamos de visita con Mora al consultorio de Susana, la psicóloga con la que construimos un espacio de pre-adopción, donde nos ayudó a transitar la búsqueda y la espera. Con ella pudimos hablar, pensar y sentir todo lo que nos fue pasando a través del tiempo en que no sabíamos dónde estaba nuestra hija, para ir en su búsqueda. Las preguntas y los miedos, los enojos y las risas, la impotencia y la esperanza, mucho del andar hacia Morita estuvo asistido por ella. ¡Salud, Susana! ¡Brindemos por las alianzas fraternales que nos permiten ser valientes ante nuestros propios julepes! Porque valiente no es el que avanza porque no tiene miedo, sino aquel que avanza a pesar del temor y hasta empujado por él...
Ya en casa, efectuamos otra entrevista en pos de una señora que cuide a Morita. Llega Leticia. ¿Qué pasará esta vez? La impresión es muy buena, nos encontramos con una persona mamá de un varón de tres años, que se muestra atenta, contenta y dispuesta a asumir el desafío. Decidimos llamarla prontamente para ver la calidad de relación que podría establecer con nuestra hijita. Los tiempos, crueles, se agotan: a Débora le expira su licencia alrededor del 10 de junio.
Miércoles 31
Nos visita Claudia, una amiga de nuestra amiga Alejandra, que quiere conocernos para preguntarnos acerca del proceso de adopción que comenzamos, ya que ella quiere ser mamá adoptiva. Su pedido nos coloca en una posición novedosa y estremecedora: nosotros, que supimos visitar a Viviana, mamá adoptante de una bebé, Silvia y Walter, con dos hijos adoptivos y a Nancy y Eugenio, con uno, quienes con mucha generosidad nos contaron su experiencia, nos alentaron y nos aseguraron que llegaríamos a ese momento tan anhelado... (dos matrimonios que nos lo presentó nuestro amiguísimo Mario, que tanto hizo para que nos tornásemos en familia) ahora estamos en ese lugar, el de alentar y transmitir emociones a quien busca a su hijo. La vida nos volvió a cruzar con Nancy y Eugenio, por habernos hablado de Posadas, del juzgado de allí, del abogado misionero de confianza... por eso cuando Mora llegó vinieron a visitarnos con emoción. Nos damos cuenta que queremos a través de Claudia, retribuir esos gestos de contención y bondad que tuvieron todos ellos para con nosotros. ¿Cómo explicarle que las escenas de una boca para llenar, de un ano para limpiar, se constituyen en fundadoras, ahí, en ese acto biológico, de otra escena encarnada, encabalgada, la de la trémula emoción por ese delicado ser que amamos hasta el dolor?
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