Cada año suele llevarse a cabo en Pinamar, esa bonita ciudad estival rodeada de mares y pinares, enclavada en la Provincia de Buenos Aires, República Argentina, un noble emprendimiento artístico denominado “Coros en el Bosque” que propugna acrecentar el movimiento coralístico de nuestro país, convocando a diversas formaciones corales, en un lapso de tres días, a reunirse, cantar, perfeccionarse técnica, vocal e interpretativamente y mostrar a las audiencias el trabajo realizado. A tal efecto, la comisión organizadora invita a una prestigiosa personalidad docente, especialista y director en las lides de la música grupal, y también se ocupa de reservar en suntuosos hoteles de estas playas, las numerosas habitaciones para alojar a los entusiastas coralistas. La repercusión ha llegado incluso a otras naciones del continente, y aún más, trepando hasta la hermana América Central, en una clara muestra de que los coralistas desean expandir y dar a conocer su propósito de expresión musical hacia todas las latitudes del planeta tierra.
Tamaña muestra estética, semejante esfuerzo organizativo y convocante, sin embargo, ha desatado el encono y la furia de algunas fuerzas vivas de la ciudad balnearia -por demás retrógradas- sede de este sonoro encuentro anual. Es tal la oposición que ha despertado este desinteresado festival musical en ciertos sectores tradicionalistas, que dicen defender el movimiento coral (bochornosa mentira), que el año pasado se ha publicado, en el lapso que durara el encuentro musical, un lamentable pasquín con el propósito de denostar y desacreditar al encuentro “Coros en el Bosque”, produciendo lógica y comprensivmente, unos profundos pesares y desazones en la comisión organizadora y también en los coros invitados. Esta pseudo-publicación hizo lamentable gala de profundos prejuicios que se creía que ya habían dejado de existir por obra del progreso y el avance en la cultura. Es así que en las páginas de “Despojos pinamarenses” –así se llama este triste opúsculo- se encuentran explícitas diatribas que denotan homofobia, misoginia, xenofobia, machismo y toda clase de intolerancias cívicas que atentan contra la sana convivencia que debería reinar en playas y ciudades del sur. En un intento por denunciar semejante atropello, que busca producir enfrentamientos y divisiones en el movimiento coralístico mundial, es que desde Balas de Cebita se publican los números producidos y difundidos de “Despojos...” en diversas zonas de Pinamar y playas aledañas, con la esperanza de que estos siniestros emprendimientos no vuelvan a repetirse y no opaquen la difusión de éstos y otros eventos artísticos, que no hacen otra cosa que embellecer el escenario natural pinamarense. Hágase justicia.
viernes, 27 de abril de 2007
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