Paciente: Lo que me pasa doctor, es que cada vez que vengo a verlo a usté caigo en lo mismo, quiero ocultarme de las palabras, porque siento que son censoras, que me alteran o que están alteradas, no sé... Quiero no verlas doctor, es como que veo las palabras que me salen de la boca, y veo venir a las otras, las que me llegan de los que me hablan... ¿vió?
Analista: hm...
Paciente: claro, eso, siento que me tragan, que son invasoras, como telepáticas, ya empiezo a sentir que me empiezan a rebotar en la cabeza hasta que hacen fuerza y salen, como que huyen de mi boca... pero me pasa que las espero, doctor, las espero... No sé... ¡las odio! Son imperiales, están atiborradas de cosas, ¿nó? sé que hablan pero que se callan un montón de cosas... ¡eso es terrible! ¡es inaudito, es inaudito! Qué sucias, son, qué desarticuladas, ¿nó, doctor, nó?
Analista: hm... hm...
Paciente: exacto, exacto... no hay que guardarlas, porque... porque... son robadoras de nuestro silencio, que tanto nos cuesta conseguir, nos dirigen, doctor, son directrices, son marcadoras, nos tuercen, nos desvían... ¡qué prepotentes! No quiero quererlas, doctor, son vividoras, me hacen que hable, se muestran a través mío, doctor, ¡me usan! Se me agregan, ¿vió? me hacen que abra la boca, lo único que quieren es ver la luz, y las que me vienen lo único que quieren es hundirse en la oscuridad, y no paran hasta que no llegan a mi cerebro, doctor, ¡¿qué hago yo, qué hago?!
Analista: hm... hm... hm... nada, no haga nada... ya lo dijo... eh... era... buéh, la cosa es que el lenguaje es una pesadilla de la que no podremos despertar. Nunca jamás.
Paciente: hm...
Analista: hm...
Paciente: ...
Analista: ...
jueves, 17 de mayo de 2007
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