Paciente:
Estoy sumida en una profunda angustia, doctor. Héctor, el hombre del que le hablé el martes, me dejó un mensaje en el contestador donde me pide que le conceda un tiempo para pensar en lo nuestro. Pero resulta que tiene mi colección completa de compact-disc de música clásica con todos los fascículos que yo coleccioné todos estos meses... Aníbal me hizo lo mismo, y todavía no recuperé mis obras completas de Borges... Federico nunca me devolvió mis tomos de Grandes Pintores Universales, y ese muchacho de yoga al que invité a cenar, estoy casi segura que es el que me robó la Nikkon... estoy exhausta doctor, los hombres representan para mí una pérdida constante...si, ya sé: sé lo que simboliza la pérdida constante, ya lo hablamos; pero yo vuelvo a cometer el mismo error, y las cosas que más quiero me las despojan, siento que todo lo valioso mío, los hombres me lo sacan... no sé... me viene a la memoria el dibujo que le traje a usted, para que me lo interpretara, ése que hice a los seis años, donde estoy mirando para arriba con las manos extendidas, como pidiendo algo, o dando algo, como usted acotó brillantemente... ese dibujo es lo único que pude rescatar que tiene un valor para mí... a propósito, ¿cuándo me lo va a devolver, doctor?
Psicoanalista:
¿Qué dibujo? Usted nunca me dió ningún dibujo, che.
jueves, 10 de mayo de 2007
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